Ni JxCat ni ERC pueden esgrimir los resultados de la gestión de la pandemia del COVID-19 como argumentos convincentes para ganar las elecciones. Y, ante esta situación, unos y otros han comenzado a mostrar los que podrían ser los ejes de sus respectivas campañas electorales, con el catalán y la independencia como protagonistas absolutos. De este modo, la lengua ha sido estos días el leit motiv de políticos, medios afines a la causa separatista y entidades diversas.
El catalán ha irrumpido con fuerza en la escena política autonómica gracias al nuevo proyecto de ley educativa del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Un proyecto que blinda la lengua oficial de Cataluña como la única vehicular en la enseñanza. ERC ha presumido de haber sido el artífice de esta decisión y desde la Plataforma per la Llengua han reivindicado la autoría de la propuesta. La entidad presidida por Óscar Escuder ha aprovechado la ocasión para exigir a los gobiernos autonómicos de Cataluña, Baleares y Valencia que utilicen esta nueva legislación para fijar el catalán como lengua de uso obligatorio, incluso, en los patios de los colegios, los comedores y durante las actividades extraescolares.
Desde ERC, ha sido la diputada Montse Bassa la encargada de defender el supuesto mérito separatista en Madrid. «Blindar la inmersión lingüística en Cataluña», ha dicho esta semana en el Congreso, «es más que un triunfo porque esta ley establece que la lengua vehicular se decide según lo dispuesto en los estatutos de autonomía y en la LEC». Y como que la precampaña manda, también se ha dirigido a los más directos adversarios de su partido, JxCat y las CUP: «Compañeros de JxCat y de la CUP, si continúan teniendo dudas al respecto del blindaje de la inmersión, vean la indignación de lo que dice toda la derecha española». Para Bassa lo importante es «derogar una LOMCE que pretendía españolizar a los niños catalanes«.
El blindaje total del catalán como lengua vehicular ha sido una aspiración histórica del separatismo. La realidad es que en los centros escolares catalanes es prácticamente imposible estudiar en español y se imparte un máximo de 2 horas semanales en esta lengua, a pesar de que algunas sentencias fijan que el porcentaje debería ser como mínimo del 25%. Esta realidad y la nueva ley educativa ha hecho saltar a formaciones como Ciudadanos, cuya diputada en el Parlament Sonia Sierra ha recordado que la Plataforma per la Llengua promovió en su día el espionaje de los alumnos en los patios escolares para contralar en qué lengua se expresaban. Sierra ha calificado de «xenófoba» a esta entidad y ha recordado que «se dedica a la persecución de trabajadores y autónomos» que no emplean el catalán. En su opinión, es «denunciable» que la Plataforma per la Llengua haya podido influir en la nueva ley educativa del PSOE y Unidas Podemos y ha anunciado que Ciudadanos ha llevado «el asunto a Europa, donde ya lo están investigando».
De este modo, y mientras la pandemia sigue causando estragos en Cataluña, ERC se centra en resucitar para la campaña el problema del catalán. Algo que le permite no tener que dar explicaciones sobre los fallecidos en las residencias, la situación de los sanitarios o el escándalo de las ayudas para los autónomos. Tras las numerosas críticas por su intento de convertirse en socio preferente del PSOE y Unidas Podemos en Madrid, ERC puede ahora colgarse la medalla del blindaje de la inmersión lingüística en plena carrera por la presidencia de la Generalitat. Pero, a la vez, evita tener que dar explicaciones sobre el trabajo llevado a cabo por sus consellers Alba Vergés (Salud), Chakir el Homrani (Trabajo y Asuntos Sociales) y Josep Bargalló (Educación), en las tres áreas más afectadas por la pandemia.
No parece que por parte de JxCat vaya a ser muy diferente la estrategia. Así se puede observar en la carrera por el número 1 de la candidatura que mantienen Laura Borràs y Damià Calvet. Ni una ni otro han sacado pecho con la gestión de la crisis de la pandemia y, vistos sus discursos, está claro que, sea quien sea el candidato, la posconvergencia de Carles Puigdemont se mantendrá en la promesa de la independencia, aunque, hasta ahora, no haya tenido ningún resultado.