La secesión de Cataluña del resto de España no se producirá. Los catalanes no la queremos, y sería extraordinariamente perjudicial para todos, y tanto en los aspectos políticos, como en los sociales, como en los económicos.
De suceder, una hipotética separación de Cataluña cambiaría las relaciones políticas, sociales y económicas. En cuanto a la política, dependería del modo en el que la secesión se produjese (grado de violencia) y del resultado final (separación sólo de la zona lazi de Tractoria o de todo el territorio de Cataluña).
En cualquier caso, fuese Tractoria o toda la actual Cataluña, el hipotético ente independiente del Reino de España quedaría automáticamente fuera de la Unión Europea (UE), fuera de la zona arancelaria europea y fuera de la eurozona: los Tratados de la UE no se aplicarían al hipotético nuevo Estado. Por otra parte, tras una rebelión exitosa contra una democracia como es la España contemporánea, en el nuevo ente separado sería difícil de reproducir y de estabilizar la forma democrática.
En cuanto a la sociedad, conocemos las innumerables consecuencias de la confrontación generada para propiciar la secesión, de modo que si ésta venciera la división social sería completa. En cuanto a la economía, los impactos de una separación serían también gravísimos. Y además son más previsibles y cuantificables. En efecto, un ente separado de España tendría unas relaciones comerciales y de inversión diferentes a las anteriores a la separación.
Precisamente, el argumentario ‘económico’ independentista ha vendido lo contrario: con la separación sólo ocurrirían cosas buenas. Por ejemplo, la hipotética separación sería el modo de ahorrarse el supuesto déficit fiscal. Los cacareados e imaginarios 16 mil millones de euros… serían el maná de la independencia. Con ellos se pasaría del infierno español al paraíso separatista.
Ahora bien, este supuesto clave es falso por completo, evidentemente: en un escenario de separación los 16 mil millones -si alguna vez fueron tales- ¡habrían desaparecido! puesto que derivan de unas relaciones económicas y comerciales que habrían desaparecido. Por consiguiente, el llamado beneficio fiscal de la independencia es una falsedad.
Sobre estos aspectos, hay unanimidad entre los analistas. Por ejemplo, según Credit Suisse, 10 consecuencias económicas de una Cataluña independiente serían:
1.- Salida del euro y ausencia del BCE: El Banco Central Europeo es la red de seguridad que garantiza liquidez al sistema bancario de la zona euro. Gracias a sus líneas de apoyo sobrevivieron numerosas entidades durante las etapas más agudas de la crisis 2007-2012. Las entidades financieras con domicilio en territorio catalán perderían el acceso a esas líneas de financiación.
2.- Sin supervisión bancaria europea: Cataluña estaría fuera de la unión bancaria. En una Cataluña independiente, el vínculo entre el riesgo privado y el soberano seguiría intacto, con las correspondientes consecuencias letales para las finanzas públicas. Cataluña quedaría fuera del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la zona euro del que España es accionista y que cuenta con una capacidad de préstamo de hasta 750.000 millones de euros para evitar la suspensión de pagos de los socios.
3.- Sin ningún fondo de la UE: Ni los fondos de la PAC, ni los estructurales, ni los de resiliencia Covid-19, ni otros semejantes que se implementaran; fuera también del Banco Europeo de Inversiones, del que España es el quinto mayor accionista.
4.- Impacto en los mercados y en la prima de riesgo: En algún momento del desafío separatista la deuda catalana alcanzó un sobrecoste de 1200 puntos básicos
5.- Severas dudas sobre la financiación, el déficit y la deuda. Fuera de la UE, la ingente deuda pública del nuevo Estado generaría muchísimo más déficit y una deuda ingente.
6.- Caída del comercio y coste de los aranceles. Una independencia de España y una salida de la zona euro obligaría a pagar aranceles, al dejar de pertenecer a una zona económica con libre circulación de mercancías, que a su vez tiene firmados acuerdos de libre comercio con otras naciones. El pago de esos sobrecostes haría mucho menos competitivas las exportaciones catalanas frente a las exportaciones de otras autonomías de España y de otras regiones de Europa.
7.- Menor atractivo para la inversión extranjera: La inestabilidad y el riesgo reducirían sustancialmente las inversiones industriales y en cartera.
8.- Riesgo de las deslocalizaciones: Si ya con el procés se cerraron fábricas multinacionales y muchas de las resistentes trasladaron su sede fuera de Cataluña, tras una eventaul secesión habría quiebras, cierres y estampida de empresas.
9.- El fin de la gallina de los huevos de oro del turismo: Uno de los principales sostenes de la economía catalana vería reducirse el número y el gasto de los de visitantes del resto de España y de terceros países hasta en un 60 %.
10.- El coste de crear un nuevo país: El día después de la independencia, el Gobierno catalán tendría que hacer frente a una serie de costes ingentes para garantizar los servicios públicos de todo tipo.
Ésta es una síntesis del informe de Credit Suisse. Por su parte, un análisis de Societat Civil Catalana señaló que la secesión de Cataluña supondría:
- Una importante caída de los flujos comerciales con el resto de España y del mundo.
- La escisión y deslocalización de empresas.
- Un sustancial aumento del desempleo.
- Un incremento del déficit del sistema de pensiones.
- La reducción del PIB.
- Un fuerte aumento del déficit y la deuda de la Generalitat.
- Poner en riesgo total la liquidez del sistema financiero.
La secesión sería, pues, un proceso muy costoso y lleno de incertidumbres.