Hoy no puedo sustraerme a comentar la intervención de Albert Rivera atacando despiadadamente a Inés Arrimadas. No por defender las políticas que hace Arrimadas, ya lo hace ella. Coincido en que la única oportunidad de supervivencia autónoma de Ciudadanos es visualizar su papel de bisagra. En cambio, discrepo de ella en muchas otras cosas: por ejemplo, su no presentación a la investidura después de su victoria el 21D, su marcha de Cataluña, precedida de la de Rivera, o su gestión interna de Ciudadanos, absolutamente riverista. Lo que motiva este artículo es la desfachatez de Rivera de acusar de falta de “dignidad” a Arrimadas y añadir que “menos mal que dimití, porqué si tengo que aguantar todo esto es que tengo que ir escoltado, pero frente a mis votantes”. Todo ello el día después de hacerse público que tanto él como Villegas, han sido ‘fichados’ por Casado.
Si hay un culpable principal del descalabro de Ciudadanos ese es Rivera, su endiosamiento le nubló el entendimiento
No soy de dar lecciones morales a nadie, desconfío de quién lo hace. Pero es indudable que la política ha entrado en una degradación imparable. Las personas mínimamente críticas seguro que han sentido vergüenza ajena del comportamiento y las palabras de alguno de “ los suyos”. En este caso Rivera debería ser más prudente. Primero porqué si hay un culpable del descalabro de Ciudadanos ese es Rivera. Su endiosamiento le nubló el entendimiento. Y así sigue. Dice que se ha reinventado, pero dedicarse a tratar de hundir al que fue su partido insultando gravemente a su sucesora e, incluso, podría interpretarse de sus palabras, aunque no fuera su intención, incitando a que sufra escraches, para tener un puesto al sol, es una reinvención bastante miserable. Segundo porque hacerlo el día siguiente de fichar por el competidor que el pensaba desbancar es especialmente esperpéntico. Hace pensar que se trata de la verdadera razón de su contratación. ¿Lo fichan por sus servicios jurídicos o por hundir a Ciudadanos? Y seguro que es absolutamente legal, pero es feo, muy feo.
Ciudadanos tiene dos alternativas: ser absorbido por el PP o sobrevivir como bisagra a la espera de tiempos mejores. La política riverista de suplir al PP no fue más que el sueño de una noche de verano. Rivera está en su derecho de criticar la política actual de Ciudadanos, pero mostrar su resentimiento de forma tan ostentosa dice muy poco en su favor.