ECOS INDEPENDENTISTAS | Purgas, dimisiones y el grabador grabado

Acompañado de un agente de la Guardia Civil, el empresario David Madí llega a su despacho de Aguas de Cataluña Foto: Europa Press

Pilar Rahola no tiene bastante con sus apariciones en diversos medios de comunicación desde hace tantos años. Desde el pasado 9 de octubre dispone también de un canal en youtube, Paraula de Rahola, con el que aspira a «explicar mis ideas, defender mis ideales y reafirmar mis compromisos», y ser, la expresión es suya, «más Rahola que nunca».

En su último video —Basta de excusas baratas: ¡unidad independentista ya!— lamenta que el independentismo «esté fragmentado y no vaya a la una» en estos momentos en que «estamos viviendo oleadas permanentes represivas». Como ejemplo, las últimas detenciones en la llamada operación Vóljov, «vulnerando todos los derechos individuales», y la denegación del tercer grado a presos políticos.

«No hay ninguna explicación a que no haya una respuesta unitaria a la represión», se indigna, aunque se abstiene de mencionar quién se abstiene de negociar con quién y en qué debería consistir esa respuesta.

Reincide en la visión más emotiva y más infantil del proceso independentista: «Llegamos donde llegamos fruto de una ilusión colectiva. No nos llevaron ahí los líderes políticos; nos llevó la ilusión, la gente, la fortaleza, la resistencia, la resiliencia de los ciudadanos de Cataluña.»

Una vez más, puro populismo: el buen pueblo traicionado por las elites, por esos líderes que mantienen «estrategias diferentes confrontadas». Por ello, «la falta de unidad del independentismo es una traición a la ilusión colectiva».

La acusación de traición suena muy fuerte, pero no es más que una metáfora rimbombante. Cuando empiece de verdad la próxima campaña electoral, los mismos ciudadanos de Cataluña serán invitados por la misma Pilar Rahola a renovar las mismas ilusiones colectivas y llamados a votar a los mismos partidos independentistas.

Purgas y dimisiones

Sirva como ejemplo del espíritu unitario y fraternal con que se va a las próximas elecciones el cese de Ivet Castaño, directora de los servicios territoriales en Cataluña Central del Departamento de Presidencia. Se trata del último cargo en ese departamento que mantenía su militancia en el PDECat.

Según Regio7, «Castaño vive el cese como un castigo a la persona que está trabajando para mantener el PDECat. No cree que haya influido en el cese la labor de delegada territorial, sino el hecho de que sea presidenta del partido en una región donde todos los alcaldes se han quedado en la formación que preside David Bonvehí, también del Bages».

La opa del nuevo JxCat al PDECat del que proviene era de esperar que no fuera amistosa, a pesar de las buenas palabras en público y de haber compartido el proyecto independentista. A la hora de la verdad, no hay cargos para los disidentes: «No se va con resentimiento, pero sí dolida. “Lamento el sectarismo, me cuesta entenderlo”, explica (…) Todo apunta a que la criba está dirigida desde Lledoners, donde Jordi Sánchez está liderando los pasos iniciales de la formación política JxCat. Voces del PDECat atribuyen la deriva de enfrentamiento a Sánchez (…) En el contexto del PDECat, la decisión se entiende como una purga más, similar a la de la consejera Àngels Chacón, que ya ha anunciado su voluntad de liderar la próxima lista al Parlamento.»

Síntoma de la desorientación general del independentismo es la dimisión de algunos secretarios nacionales de la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC), 7 de un total de 73. Según el Nacional, discrepaban de la estrategia a seguir ante las próximas elecciones al Parlamento de Catalunya, y se mostraron partidarios de pedir el voto para «las formaciones que optaran explícitamente por la unilateralidad». La postura mayoritaria es más bien de nadar y guardar la ropa, es decir, a pesar de seguir apostando por la unilateralidad, no pedirán el voto a ninguna candidatura.

El grabador grabado

Siguen saliendo a la luz conversaciones grabadas a David Madí, Xavier Vendrell y compañía. Jaume Reixach evoca un episodio en el que David Madí me grabó, como diciendo que donde las dan, las toman.

«De que David Madí es un mal bicho, yo tengo constancia desde hace muchos años. Cuando lo visité en su despacho de Presidencia de la Generalitat para quejarme de la discriminación total que sufría el Triangle en la distribución de la publicidad institucional, el entonces secretario general de Comunicación grabó, en secreto, la entrevista que mantuvimos. ¡Y se jactó de ello ante el juez cuando le demandé por prevaricación!»

Eso fue a principios de siglo y Madí declaró haber grabado al director del Triangle «porque desconfiaba de la “mala fe que acompañaba al medio” y porque “no estaba muy seguro de cuáles eran las intenciones” del periodista».

Éste es su veredicto sobre los años del proceso: «Los gobiernos procesistas de la Generalitat (2012-20) han propiciado que, a la sombra de la coalición CDC – ERC, se haya creado una densa trama de corrupción, en la cual David Madí cubría el flanco convergente y Xavier Vendrell, el de ERC. Por eso, no es de extrañar que los dos aparezcan mezclados en negocios turbios y en operaciones políticas destinadas a alimentar la llama independentista, en compañía de estrambóticas lumbreras como Víctor Terradellas u Oriol Soler, unos avispados que han acaparado subvenciones y encargos públicos millonarios.»

Una visión idílica

Reflexiona Salvador Sostres, en el Diari de GironaTres estampes—, a propósito de esas conversaciones grabadas, y volviendo a dejar constancia de que algunos de los detenidos —David Madí, Xavier Vendrell, Víctor Terradellas— son amigos suyos:

«Estos patriotas no sé en qué Cataluña viven (…) Todos son personas inteligentes, buenos padres, amigos sensibles. Me pregunto de dónde sacan la idea de que Cataluña, el pueblo de Cataluña y su clase dominante, podrían en algún momento responder a su estrategia rompedora. Me pregunto a qué tipo de valentía apelan y, sobre todo, qué pruebas tienen de que esta valentía existe y no es una fantasía suya. No dudo que les encanta Cataluña, pero está claro que no la conocen. Escuchando lo que dicen, está claro que tienen una visión idílica de los catalanes, nada real.»

Éste puede ser en parte el problema de los catalanes: una visión idílica de sí mismos de la que no quieren desprenderse y de la que todo lo malo, desagradable o que no funciona es externalizado conceptualmente a España. Tan idílica que muchos son incapaces de reconocer el fracaso cuando se produce y de reconocer su parte de responsabilidad en él.

Concluye Sostres que «ni en Cataluña hay una mayoría independentista, ni la independencia tiene nada que ver con la democracia, ni dentro del independentismo hay una mayoría de catalanes dispuestos a pagar el precio de conseguirla —ni capaces, por lo que hemos podido ver, de la más mínima inteligencia.»

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