Santi Vila, en su intento de rehacer el espacio convergente, ha entendido que para seguir adelante hay que denunciar sin paliativos los errores cometidos, aunque eso implique dejar en mal lugar al líder.
En el artículo Volver a casa, publicado en La Vanguardia, después de hacer algunos elogios al inicio de la carrera política de Àrtur Mas, sobre todo a su victoria en el 2010, «con un programa liberal y reformista», le acusa de haber tomado una ruta equivocada:
«Acosado por la contestación a los recortes y por el inmovilismo del PP, el president tiró a la papelera de la historia su programa modernizador y, escuchando a consejeros equivocados y oportunistas, abrazó la receta clásica del nacionalismo: si te falla la gestión, aférrate a la bandera; si la gestión del presente se te convierte en insufrible, procura hacer soñar en el futuro que ha de venir, promete la recuperación de la arcadia feliz de antes de 1714 o, peor, de la república de Companys y de la FAI.»
Una valoración tan acertada como sorprendente viniendo de quien viene, porque Santi Vila estuvo en el segundo gobierno de Àrtur Mas y en el de Carles Puigdemont hasta el mismo día en que se proclamó la independencia.
Si muchos de los que ahora lamentan la situación hubieran reaccionado a tiempo, tal vez ni el país ni su partido estarían tan perjudicados, pero no vale la pena llorar sobre la leche derramada.
En busca del legado perdido de CiU es un informe de La Vanguardia sobre la diáspora convergente, y la conclusión es que «allí donde hace no tantos años había una única oferta electoral, CiU, el próximo 14 de febrero hasta ocho marcas pueden disputarse su legado».
Santi Vila entiende que «el PDECat de David Bonvehí y Àngels Chacón ha sido valiente y ha confirmado su propósito restaurador y posibilista. Sin renunciar a su sueño independentista, han dejado claro que nunca más piensan volver a secundar echarse al monte y, aún menos, apoyar las políticas de la extrema izquierda populistas, como parecen decididos a seguir haciendo desde JuntsxCat».
Pero en ese PDECat sigue Àrtur Mas, sin haber rectificado públicamente anteriores opiniones y decisiones, o tal vez sin haber recapacitado. Su presencia al lado de Puigdemont y Torra, en una rueda de prensa en Perpiñán “Militem en el partit dels presidents represaliats per Espanya”, no inspira mucha confianza en que haya dejado de escuchar a «consejeros equivocados y oportunistas».
Cree Santi Vila, ahora ya irreversiblemente antiprocesista, que «la convocatoria de las próximas elecciones tiene que marcar la superación definitiva del procés, esa ruta falsa que tantas facturas personales y colectivas ha dejado».
Denunciar esa falsa ruta es el primer paso para volver a la política: «Es el momento de la reunificación de todos los soberanistas que saben que no hay democracia sin ley y de volver a la casa común que ha preservado el PDECat.» Falta ver cuántos están dispuestos a reconstruir lo que contribuyeron a destruir.