Los independentistas tienen un problema con el mayor Trapero: por un lado es el héroe de agosto de 2017, cuando los Mossos consiguieron liquidar a los terroristas que hicieron una matanza en las Ramblas de Barcelona; por otro, ha afirmado haber preparado un plan para detener al gobierno secesionista si así se le ordenaba. Hay incluso algún extremista que dice que se ha librado por no ser independentista y haber colaborado.
El editorial del Punt-Avui —L’absolució de Trapero i el Tribunal Suprem— considera que la sentencia «es contundente y representa un revés monumental a las tesis de la fiscalía, que se basan en los informes y declaraciones de los dos cargos de la Guardia Civil [el Col. Diego Pérez de los Cobos y el TCol. Daniel Baena]» y que «choca frontalmente con aspectos troncales de la sentencia emitida por el Tribunal Supremo para condenar a los líderes independentistas encarcelados».
En esto coincide el editorial del Ara —Una absolució que desmunta el relat de la sedició—, que resalta que «por primera vez una instancia judicial española contradice abiertamente el relato de la violencia en el proceso independentista catalán y el de la complicidad de los Mossos d’Esquadra con el Gobierno [catalán]», y que, «aunque no lo dice, de la lectura de la sentencia sólo puede desprenderse una conclusión: en el proceso soberanista no hubo ningún delito de sedición».
Abunda en el mismo sentido Esther Vera, directora del Ara ——: «La sentencia entiende que los Mossos tienen un modelo policial diferente, “un modelo de control de las movilizaciones sociales que propiciaba la negociación y el diálogo y situaba el uso de la fuerza como último recurso”. Y añade que “la prudencia ante una situación tan extraordinaria […] no puede ser considerada como una cooperación” con el delito.»
Descartada la cooperación con el delito, no se puede pasar por alto, aunque sólo sea para la historia, que la actitud no beligerante de los Mossos d’Esquadra ante las concentraciones convocadas en los colegios era un factor con el que contaban los organizadores del referéndum.
La profesionalidad de los Mossos
Màrius Carol, en la Vanguardia —Donde las dan las toman—, destaca tres aspectos de la sentencia: «Salvaguarda la profesionalidad de los Mossos en aquellos días emocionalmente intensos de octubre del 2017; deslegitima la instrucción por un delito de rebelión del Supremo, pues los únicos que podían hacer uso de la fuerza era la policía autonómica, que no se apartó de la Constitución, y responsabiliza de la pésima gestión de la jornada a quienes decidieron el operativo de las fuerzas de seguridad del Estado.»
Para Josep M. Fonalleras, en el Periódico —Trapero y la fuerza—, queda demostrado que «la maniobra política no tenía un escudo bélico, un ejército al servicio de la causa». Pero nunca se contempló la opción de enfrentar a la policía catalana con otras fuerzas, la idea era oponer únicamente grupos de civiles gritando «queremos votar».
Un modelo policial impugnado
En Vilaweb, Josep Casulleras Nualart expone por qué la sentencia sobre Trapero es una bomba en el estado profundo, pensando sobre todo en los recursos a instancias internacionales:
«De una manera que resulta sorprendente, la Audiencia española en esta sentencia enfoca el problema a partir del respeto a los derechos que se ejercían el 20-S y el 1-O; los derechos que ejercían los ciudadanos, que en la sentencia del Supremo eran descritos como una masa tumultuaria, agresiva, sediciosa, manipulada por los políticos independentistas (…) La sentencia llega incluso a impugnar un modelo policial basado en el uso de la fuerza como prioridad, que es el que emplearon los cuerpos policiales españoles el 1-O.»
La sentencia sobre Trapero y sus colaboradores no es definitiva; la fiscalía, con la que el voto particular de la presidenta del tribunal se alinea, aún puede recurrir, pero, afirma Vilaweb, «presentar recurso contra una absolución es una acción que debe estar muy justificada».
«Se hace difícil pensar que la fiscalía pueda recurrir una sentencia como ésta, porque no tiene prácticamente ningún argumento. Pero España, el estado profundo que movió toda la maquinaria represiva contra el independentismo, ¿se puede permitir que una sentencia como ésta, que cuestiona de cabo a rabo el modelo policial con que se agredió a los ciudadanos que iban a votar y que incluso el rey bendijo, sea definitiva?»
Trapero no es inocente
Salvador Sostres, en el Diari de Girona —Un Capone que paga impostos—, lo ve de manera muy diferente:
«Trapero no es inocente. Es un profesional que ha sido declarado absuelto porque estudió perfectamente cada paso, cada traición, y actuó fríamente, asegurándose de la exactitud con que hacía todo lo que tenía que hacer para que nadie lo pudiera acusar de no haber hecho su trabajo de impedir el referéndum ilegal del 1 de octubre (…)
»La tan criticada Audiencia Nacional ha reconocido que le faltan pruebas para afirmar lo que por otra parte todo el mundo sabe, y ha absuelto Trapero como siempre que los tribunales de un Estado de Derecho no tienen pruebas para acusar a alguien, por muy culpable que le crean e incluso que le sepan.
»La naturaleza tribal del independentismo contrasta con el escrupuloso respeto a las garantías del exmajor. Ha sido absuelto. 2 a 1. Sin unanimidades, que no se necesitan, pero perfectamente absuelto. Si el Supremo revisa el caso, lo hará el juez Marchena, y me han de creer si les digo que su sentencia confirmará la que el martes conocimos.»
