Al 84% de los empleados/as les gustaría teletrabajar dos o tres días a la semana. Así se desprende del estudio Los españoles quieren teletrabajar, presentado a mediados de septiembre por la Cámara de Comercio de España. Quienes trabajan en casa, no pierden tanto tiempo en desplazamientos y, a la vez, ahorran dinero en gastos de transporte. Está claro que la buena acogida del teletrabajo implica cambios en movilidad, sostenibilidad y urbanismo, pero no solo eso. Durante tres meses hemos demostrado que podemos trabajar en cualquier lugar sin perder el contacto con el entorno laboral, gracias a las nuevas tecnologías.
“En consecuencia, a muchas corporaciones se les ha abierto un escenario tentador de rebajar costes, a base de reducir superficie de oficina contratada. Por lo tanto, se barajan opciones como la necesidad de disponer de menos m2, o incluso que la oficina presencial desaparezca”, ha introducido Anna Gener, CEO de Savills Aguirre Newman Barcelona, quien ha conducido una mesa redonda sobre el futuro de las oficinas tras el teletrabajo y el COVID-19, en el marco del primer BNEW. Un debate de expertos en el que han intervenido Pere Viñolas, CEO en Inmobiliaria Colonial e Ismael Clemente, CEO en Merlin Properties.
Teletrabajo sí, pero solo en algunos casos
“Creo que el teletrabajo ha llegado para quedarse. A algunas profesiones se les adapta perfectamente, aunque no son la mayoría. Solemos pensar que todos somos asesores, consultores o millennials tecnológicamente nativos, capaces de adaptar su hogar para teletrabajar y ese no es el caso. La mayoría de nuestros inquilinos no tienen nada que ver con ese perfil”, ha reconocido Ismael Clemente.
Por otra parte, el teletrabajo no ha sido tan provechoso como parece. Según el CEO de Merlin Properties, la productividad se ha resentido drásticamente en algunos casos tras los primeros 15 días del estado de alarma, según algunos directores de recursos humanos. “En mi opinión se llevará un formato de trabajo flexible que no supone la extinción del puesto de trabajo. Por el contrario, el teletrabajo permanente sería el único que sí se cobraría un precio en materia de espacio de oficinas, aunque será minoritario. Y ojo también al empleado que le toque, ya que normalmente se aplica a los trabajos poco cualificados y prescindibles.
“Creo que el teletrabajo ha llegado para quedarse. A algunas profesiones se les adapta perfectamente, aunque no son la mayoría. Solemos pensar que todos somos asesores, consultores o millennials tecnológicamente nativos, capaces de adaptar su hogar para teletrabajar y ese no es el caso”
Ismael Clemente, CEO de Merlin Properties
Asimismo, Viñolas ha diferenciado entre el teletrabajo verde y el marrón. El primero es una opción del empleado de disfrutar de más bienestar y flexibilidad, trabajando dos o tres días desde casa. El segundo es una opción de la empresa que obliga a teletrabajar para ahorrar costes, tanto si al empleado le gusta o no. «En mi opinión se está imponiendo el verde o green telework, acorde con el marco legal que se nos ha dado en España y en Francia. «Es necesario entender el futuro de los espacios bajo la premisa de buscar el bienestar del trabajador y la sostenibilidad del sistema en general. El diseño de oficinas debe ser coherente con todo esto».
Cómo será la oficina del futuro
Pere Viñolas coincide en que se “veía venir” que la flexibilidad (en los contratos y las condiciones laborales) sería tendencia, aunque resulta difícil hacer un análisis en momentos de incertidumbre como los actuales. “Es complicado hacer un análisis en momentos tan convulsos, dirigidos por las emociones. Para mí, las oficinas que queden deberán ser sostenibles, eficientes en términos de coste por empleado y en capacidad de adaptación y proveer experiencias que conviertan el centro de trabajo en un lugar mejor que casa. La oficina del futuro pasa por dar respuesta a estos tres conceptos», ha añadido.
Respecto a la implantación de nuevas tecnologías digitales, Ismael Clemente ha asegurado que un edificio no cableado de fibra óptica es impensable. Tampoco debería carecer de flujos de aireación, ventilación y filtrado de aire. La información se suele almacenar en la nube, por lo que ya no se necesitan aparatosos sistemas de extracción y ventilación para enfriar servidores. Y por supuesto, se ha impuesto «claramente» la necesidad de crear salas de videollamada, ya que buena parte de los antiguos viajes de negocios han sido reemplazados por webinars, videollamadas o videoconferencias.
“Es complicado hacer un análisis en momentos tan convulsos, dirigidos por las emociones. Para mí, las oficinas que queden deberán ser sostenibles, eficientes en términos de coste por empleado y en capacidad de adaptación y proveer experiencias que conviertan el centro de trabajo en un lugar mejor que casa»
Pere Viñolas, CEO en Inmobiliaria Capital.
¿Oficinas más pequeñas para ahorrar costes?
En Estados unidos el coste asociado al Real estate representa un 8% del coste salarial del trabajador, excepto en zonas como Manhattan, donde alcanza el 40% o Silicon Valley. «Si hablamos de un 8%, tampoco tenemos mucho que ahorrar ahí y se debería ver, además, de dónde viene. En cuanto a dimensiones, en España se habla de 6 o 7 m2 brutos por trabajador, una vez descontados los costes de sala de reuniones, boxes o despachos de jefes, contabilizándose 60 centímetros de separación entre empleados sentados en praderas o espacios abiertos de mesas iguales. «Estoy convencido de que hará falta espacio, ya que muchas grandes corporaciones tropiezan con nuevos cálculos de densificaciones: les sobran empleados en sus sedes, por eso adquieren espacios de coworking o flex space. Yo interpreto este fenómeno como demanda latente de oficinas en el futuro. Para que te hagas una idea, el condado de Santa Clara (Silicon Valley, Estados Unidos) considera «horrible» una ocupación por debajo de los 250 square feet (23.226 m2) por empleado. Y eso es una señal también de lo que puede pasar en Europa, por una cuestión de dignidad de la plantilla», según el responsable de Merlin Properties.