Astrid Barrio (Barcelona, 1974) es profesora de Ciencia Política en la Universidad de Valencia y presidenta de La Lliga Democràtica, una formación catalanista y de centro que aspira a reagrupar a las distintas fuerzas de este espacio y concurrir juntos a las próximas elecciones. Y es que, tal y como señala en esta conversación, el catalanismo —entendido en su acepción clásica— es una herramienta indispensable para ofrecer una solución «consensual y no binaria» al problema catalán.
La Lliga ha solicitado el indulto para todos los condenados del procés. ¿Cuáles son sus razones?
La razón es que hace falta un gesto que permita poner el contador a cero. Debemos recuperar el terreno de la política y abandonar el de la judicialización. Que haya políticos que permanecen en la prisión alimenta mucho la emotividad de la cual ha bebido el procés, y terminar con esta situación puede ser una manera de rebajar esta tensión emocional y devolver la política al ámbito de resolución racional.
Por otra parte, es importante reconocer que estas personas llevan ya mucho tiempo en prisión, con lo que un indulto no sería un perdón sin consecuencias: puede decirse que ya han pagado. Ahora, ha llegado el momento de pasar página, volver a la política y dejar atrás no solo el terreno judicial, sino también —y sobre todo— el emocional.
Mucho se ha especulado con si La Lliga se presentará a las elecciones en solitario o en coalición con otras formaciones. ¿Por qué fórmula se han decantado finalmente?
Nosotros nacemos con la vocación de contribuir a unificar las distintas fuerzas catalanistas de centro o centro derecha que existen en la actualidad. Así, estamos trabajando en una gran alianza de centro para poder concurrir a las elecciones. Creemos que hay un espacio que ha quedado huérfano desde la descomposición de Convergència i Unió pero también como consecuencia de la radicalización de Ciudadanos, y queremos unir a todas las fuerzas que se encuentran en este espacio.
Y no descartamos ningún tipo de alianza: hemos de ser capaces de, en función de las circunstancias, llegar a acuerdos con sectores que podrían parecer contradictorios si solo tenemos en cuenta la cuestión nacional. Y es que, como el eje prioritario va a ser otro, trabajamos con una gran amplitud de miras.
«No descartamos ningún tipo de alianza: debemos poder llegar a acuerdos con sectores que podrían parecer contradictorios si solo se tiene en cuenta la cuestión nacional»
Astrid Barrio
¿Y tienen ya candidato definitivo?
Lo primero que estamos tratando de hacer es ver si hay sintonía en el programa. En los distintos sectores con los que tenemos interlocución —y a los que seguimos interpelando, porque hay sectores que se mantienen al margen de esta interlocución al aspirar a una posición hegemónica que difícilmente van a obtener— lo prioritario es el programa. Y si se produce esa sintonía, entendemos que será fácil llegar a un acuerdo sobre cuál debe ser el candidato o los distintos candidatos.
¿Qué encontrará el elector de diferente en la Lliga que no se halle en otras fuerzas catalanistas como PNC, Units o PDeCAT?
Con algunos de estos partidos del espectro catalanista las diferencias son de matiz. Unos ponen más énfasis en los valores socialcristianos, otros se definen más propiamente como democratacristianos, etcétera. Nosotros, por ejemplo, bebemos más de la tradición liberal, aunque también tenemos un sector demócrata-cristiano muy importante procedente de la antigua Unió. Desde el punto de vista socioeconómico hay pocas discusiones, mientras que en algunas cuestiones morales puede haber mayores diferencias. Sin embargo, no tenemos diferencias en cuanto a la cuestión nacional.
«La solución al conflicto no es el referéndum sino que el propio referéndum es el motivo del conflicto»
Astrid Barrio
En la Lliga, concretamente, nos reivindicamos abiertamente como constitucionalistas y, por tanto, planteamos el autogobierno y su ejercicio dentro de la Constitución. No nos definimos como soberanistas, ya que no consideramos que la principal aspiración de Cataluña deba ser el referéndum de autodeterminación, y mucho menos la independencia. Esto nos distancia claramente del PDeCAT, que no renuncia a la vía unilateral, y del PNC, que renuncia al unilateralismo pero considera que la resolución del conflicto pasa por un referéndum. Para nosotros, en cambio, la solución al conflicto no es el referéndum sino que el propio referéndum es el motivo del conflicto. Es decir, lo que solo es un instrumento se ha acabado convirtiendo en conflictivo.
En conclusión, y dada la gran pluralidad interna que hay en Cataluña, no se puede establecer una solución binaria sino una resolución de tipo consensual. Así, abogamos por un acuerdo en el marco donde éstos deben tener lugar: en el seno del Parlamento catalán.
Ustedes se definen como una fuerza catalanista. Sin embargo, después del procés, habrá quien se pregunte si la política catalana debe seguir girando en torno a la identidad…
Nosotros entendemos el catalanismo desde una perspectiva muy tradicional. Es decir, es la defensa de unos rasgos muy particulares que tiene Cataluña. Entre ellos, la lengua es un elemento fundamental. Eso no excluye que se deban potenciar o revisar algunos dogmas y viejos consensos que son impugnados por ciertos sectores de la sociedad. Asumimos la existencia de hechos diferenciales —que además están reconocidos constitucionalmente— pero apostamos por una catalanización de España. Esto es, que la visión desde Cataluña pueda —y deba— tener incidencia.
«En la Lliga nos reivindicamos abiertamente como constitucionalistas: planteamos el autogobierno y su ejercicio dentro de la Constitución»
Astrid Barrio
Uno de los grandes objetivos de siempre del catalanismo había sido modernizar España. Eso no significa que España no sea un país moderno, una democracia homologable con las de su entorno. Nosotros aspiramos a gobernar España pero no como tradicionalmente ha entendido cierto catalanismo. Es decir, incidir en la política española en beneficio de Cataluña. Nosotros queremos gobernar España en beneficio de todos los españoles y conseguir una visión plural de España de la que nos sintamos plenamente partícipes.
Si se adopta un visión exclusivamente castellana de España, no nos sentiremos cómodos. Pero si se impone una visión integradora que reconozca la diversidad interna y que busque mecanismos de coordinación para trabajar juntos, nosotros nos sentiremos parte plenamente. Ese es el tipo de catalanismo que nosotros reivindicamos. Que de hecho es el catalanismo clásico.
Hay quien dice que el catalanismo está muerto porque ha cometido excesos. Yo diría que quien ha cometido excesos es el independentismo, que se ha apropiado del catalanismo corrompiendo sus propósitos y desentendiéndose de los asuntos comunes.
700 profesores, entre los que se cuentan Félix Ovejero o Teresa Freixes, han remitido una carta a la ministra de Educación, Isabel Celaá, para que se garanticen los derechos de los padres, alumnos y profesores castellanohablantes. ¿Respeta la inmersión en catalán los derechos de los alumnos castellanohablantes?
La Lliga defiende la inmersión porque considera que es un sistema que permite acceder a un conocimiento óptimo de una lengua que es minoritaria y que tiene menor uso en el ámbito privado. Es un sistema que ha recuperado el prestigio y el uso social del catalán. Ahora bien, también considera que no debe asumirse es una aplicación simétrica de la ley. No toda la inmersión ha de ser exactamente igual. Hay situaciones en los que puede ser necesario reforzar una lengua u otra. No es lo mismo Hospitalet de Llobregat que Berga. No debemos perder de vista lo que persigue la ley, que no es otra cosa que un conocimiento sólido de las dos lenguas.
En cuanto a la televisión autonómica, TV3, ¿cree que la mitad de catalanes que no está a favor de la secesión pueden sentirse representados en ella?
No, las posiciones políticas no independentistas están infrarrepresentadas. Yo llevo muchos años yendo como analista a TV3 y mi posición, que es una posición constitucionalista moderada, acostumbra a ser minoritaria. Tanto, que en ocasiones se me acaba escorando al extremo por ausencia de mayor abanico ideológico. En este sentido, TV3 ha militado mucho en el procés. No solo es la dedicación al tema, sino el uso de lenguaje del canal, que hace suyo el establecido desde el mundo independentista: se habla de presos políticos, exiliados, etc.
Por otra parte, no creo que sigan consignas políticas. Me da la impresión de que es un cuerpo que tiene vida propia. Se trata de una visión del mundo fuertemente asentada en el canal que sería lícita en un medio privado, pero no lo es uno público.
«Considerar que el poder público tiene derecho a extralimitarse y desobedecer tiene un nombre: se llama autoritarismo»
Astrid Barrio
Por su parte, la periodista Pilar Rahola, comparó recientemente a la democracia española con la polaca o la turca. ¿Está en lo cierto el secesionismo al definir a España como un Estado autoritario?
Todos los estudios solventes internacionales revelan lo contrario: España es una democracia plena que cumple con todos los estándares. Ahora, hemos de asumir que la democracia es sobre todo un ideal. Y lo que medimos para evaluar las democracias plenas son los procedimientos. España, desde el punto de vista de los procedimientos y los requisitos, cumple con la mayor parte. Ello no significa que no haya defectos y que el sistema no sea perfectible. Pero precisamente lo que tienen los Estados de derecho y las democracias son los instrumentos para que, cuando se produce un fallo en el sistema, éste pueda ser sancionado o revertido. Si lo que pretende el independentismo es una democracia ideal, la encontrará solo en el ámbito teórico, no en el empírico.
Entre los círculos secesionistas se repite una y otra que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha sido inhabilitado por «colgar un pancarta». ¿Es una interpretación atinada?
Me parece una falsedad y una simplificación. Pero es lo que ha conseguido el independentismo: simplificar hechos de manera que se visualice una desproporción en las acciones del Estado. Y esto lo han hecho de manera sistemática. Por ejemplo, no se juzga a nadie por poner urnas: se juzga por desobedecer, ignorar al Tribunal Constitucional o intentar una secesión de manera unilateral. Los políticos que están en prisión no lo están por defender la democracia sino por haberse saltado las normas y por haber pervertido los procedimientos democráticos que nos dan seguridad a todos.
Ahora lo mismo. El president Torra ha sido inhabilitado por haber desobedecido. Es más, ha hecho ostentación de la desobediencia, que es lo más grave. Un gobernante debe ser ejemplar. Y una de las prioridades del Estado de derecho es que los poderes públicos no puedan extralimitarse. Considerar que el poder público tiene derecho a extralimitarse y desobedecer tiene un nombre: se llama autoritarismo.