Las dos últimas encuestas publicadas sobre las elecciones catalanas, todavía sin fecha, la del CEO de agosto y la del pasado fin de semana de GAD3 para La Vanguardia, discrepan en temas sustanciales pero coinciden en que la abstención afecta de forma destacada a exvotantes de Ciudadanos del 21D, presumiblemente los más catalanistas, que no independentistas, que asustados por el intento de golpe de estado buscaron refugio en la opción que les pareció más firme frente a las pretensiones secesionistas pero que al bajar la tensión vuelven a abstenerse (recordemos que el 21D la participación batió ampliamente el récord histórico). Ambas encuestas reparten la caída de Ciudadanos, de 36 a 19 el CEO y a 13 GAD3, entre el PSC ( 7-8) PP (3-4) VOX (3-4) y la abstención (4-7). Sin embargo las encuestas discrepan en quien sería el vencedor del duelo ERC-JxCAT (o nombre definitivo con que se presenten los seguidores de Puigdemont). El CEO da empate técnico, mientras GAD3 da como holgados vencedores a los republicanos con 42 diputados frente a 31. Otra diferencia notable es que GAD3 da un 51% de los votos al independentismo, no porque obtenga más votos que el 21D si no por efecto de la abstención constitucionalista.
«En el centro constitucionalista no hay ninguna oferta que haga, no ya del diálogo, sino de la superación de la confrontación identitaria y el buen gobierno».
La conclusión más evidente para el constitucionalismo, entendido como Ciudadanos, PSC y PP, es la necesidad de movilizar al electorado proveniente de Ciudadanos que las encuestas identifican como abstencionista, para tratar de evitar una mayoría independentista al menos en el número de votos. Dejó al margen a Comunes y Vox no porque no considere que respetan la Constitución, aunque pretendan cambios y tengan propuestas extremas, sino porque entiendo que no entran en el motivo de esta reflexión. La cuestión es cómo se logra este objetivo. Y ahí no hay coincidencias entre Ciudadanos, PSC y PP. Ciudadanos repite la conveniencia de una alianza electoral entre los tres partidos, propuesta que es descartada rotundamente por el PSC que se opone a la política de bloques y, además, es el principal beneficiado de la caída de Ciudadanos, y puesta en duda por el PP que supedita un pacto con Ciudadanos a que sume más que la presentación por separado, a que Ciudadanos no preste apoyo a los presupuestos de Sánchez y que aspira a superar a los naranjas en la recta final.
«Debería ser posible que los constitucionalistas que comparten un mismo modelo de sociedad y que reivindican el centro se pongan de acuerdo en un programa a cuatro años».
Si nos creemos la encuesta más reciente, la de GAD3 que es una encuestadora con un elevado nivel de acierto, los partidos que más crecen son ERC y PSC que, cada uno en su bloque, son los que más repiten estar abiertos al ‘diálogo’ aunque los objetivos finales no sean para nada compartidos y ERC mantenga sus posiciones rupturistas si el estado no se las concede a través del ‘diálogo’. Pero suena bien y la sociedad catalana, harta de confrontación, premia esa música en su intención de voto. En el centro constitucionalista no hay ninguna oferta que haga, no ya del diálogo, sino de la superación de la confrontación identitaria y el buen gobierno, otro deseo de muchos catalanes, y no sólo de los exvotantes del partido liberal que no optan por votar ni a PSC, ni PP, ni Vox, y prefieren la abstención, el núcleo central de su discurso. Y una confluencia de Ciudadanos con el catalanismo de centro no independentista podría hacerlo. Una apuesta difícil y no exenta de riesgo. Con reticencias y recelos mutuos. ¿Pero acaso se trata de esperar impasibles a que se cumpla una derrota anunciada?. Debería ser posible que los constitucionalistas que comparten un mismo modelo de sociedad y que reivindican el centro se pongan de acuerdo en un programa a cuatro años lo que podría tener el efecto positivo de minimizar la abstención. No creo que haya otra opción salvo que los independentistas vuelvan a forzar la máquina hasta el extremo de ser ellos quienes acaben movilizando a los más moderados. No cabe descartarlo pero mejor una estrategia constructiva, que busque al votante más equidistante, se trata de contrarrestar la estrategia de ERC de ampliar la base social, que meramente defensiva.