El independentismo no ha visto con buenos ojos la absorción de Bankia por CaixaBank por lo que significa de pérdida de toda esperanza de conseguir su control o, al menos, mantener su influencia histórica en la entidad. Algunos, como el presidente de la Cámara de Comercio Joan Canadell, lo han dicho sin subterfugios. La consellera de Presidencia ha sido más sibilina disfrazando su oposición política con motivos económico-sociales como la reducción de la oferta bancaria, la sede del banco, que no será nuevo pues será una absorción de Bankia por CaixaBank y lo lógico es que la sede se quede donde está, con más motivo si tenemos en cuenta que Bankia también tiene su sede en Valencia o el excedente laboral que se calcula en 8.000 personas en toda España, pero que en Cataluña tendrá un impacto limitado dada la moderada implantación de Bankia (entorno a 125 oficinas, el 5% del total en España)
Para tratar de frenar la absorción Budó ha anunciado que ha pedido a los servicios jurídicos del departamento de Economía que estudien si se puede pedir a la Comisión Europea un informe sobre la fusión.
No parece que la maniobra vaya a dar mucho resultado pues todas las informaciones coinciden en que el BCE ha bendecido la operación preocupado por la pérdida de rentabilidad de las entidades financieras y más concretamente las españolas.