Pere Martí, en Vilaweb —Mas no farà de Duran—, cree que es una buena noticia que Àrtur Mas no secunde a Puigdemont en su nueva aventura pero también critica a los que les parece bien que no lo haga.
«Quienes hasta ahora la habían enviado a la papelera de la historia (…) ahora le reconocen todo tipo de virtudes de estadista, de moderación, sensatez e inteligencia estratégica. Cualidades que ha tenido siempre, pero que hasta ahora le negaban (…) Si Mas hubiera anunciado que apoyaba a JxCat, estos mismos analistas habrían encontrado la prueba irrefutable de que la formación de Puigdemont es la continuidad del mundo convergente. Como no ha sido así, porque JxCat representa una ruptura con una parte de este mundo, como demuestra la negativa del PDECat a integrarse en él, ahora el relato es que Mas es la pieza clave para reactivar al diezmado partido de David Bonvehí.»
Si Mas tuviera esas virtudes, aún estaría en activo. Tal vez nunca sabremos qué le pasó por la cabeza, pero renunció a acabar lo que había empezado. ¿Por vértigo ante lo desconocido? ¿Por miedo a las consecuencias? Ahora, a Pere Martí también le conviene retóricamente atribuirle esas virtudes para barrer a favor de la nueva formación creada por el ilustre exiliado:
«En el fondo, quizá calculadamente, Mas ha hecho un favor a Puigdemont. Su distanciamiento avala JxCat como una formación que recoge la centralidad del independentismo pero que rompe con las dinámicas de los errores del pasado y se convierte en el eje del independentismo rupturista (…) Pero Mas no hará de Duran. Quienes le piden que se presente le hacen un mal favor, porque el presidente que emprendió el proceso independentista no puede arriesgarse a ser extraparlamentario o terminar sentado en el grupo mixto compartiendo el banco con Vox.»
Cuando Mas dio aquel «paso al lado», le atribuyeron gran espíritu de sacrificio y visión estratégica, pero no dijeron que se trataba de una retirada definitiva. Al fin y al cabo, sólo tiene 64 años, seis más que Puigdemont.