Ámsterdam y Rotterdam, las únicas dos ciudades holandesas que exigían el uso de mascarillas, empiezan septiembre con la renuncia a esta medida, innecesaria para el Gobierno central, que anunció este martes que mantendrá cerradas discotecas e intentará llegar a los jóvenes a través de redes sociales como TikTok.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, aseguró en rueda de prensa, recogida por la agencia EFE, que Países Bajos está viendo que «los contagios se están estabilizando», que el sistema sanitario aún puede gestionar la situación y que el crecimiento exponencial, la tasa R de reproducción, es ahora «inferior a 1, por primera vez» en varias semanas.
Según actualizó hoy el Instituto de Salud Pública (RIVM), entre el 26 de agosto y el 1 de septiembre se registraron 3.597 positivos por COVID-19 en Países Bajos, lo que supone 9 casos más que la semana anterior, y 57 personas necesitaron recurrir a un hospital por los síntomas de la enfermedad, 27 menos que el mismo periodo anterior. Además, 24 pacientes murieron por los efectos del virus, ocho personas menos que la semana previa.
Por su parte, el ministro holandés de Sanidad, Hugo de Jonge, advirtió de que, ahora que se acercan los meses de invierno, empezarán a aumentar los síntomas por resfriados y «con eso, la presión sobre los centros de pruebas» de coronavirus, así que enfatizó que «solo se harán test a personas que padezcan síntomas».
Para el Ejecutivo la comunicación clara y directa es «esencial», por lo que pretende acercarse a los jóvenes a través de redes sociales como TikTok, para concienciarlos y recordarles la necesidad de estar alerta y evitar contagiar el virus a los mayores.
Nada de mascarillas
El Gobierno holandés mantiene su política contra las mascarillas, que no considera efectivas para frenar el coronavirus e incluso cree que pueden «crear una sensación de falsa seguridad entre sus usuarios», que hace que se olviden de mantener la distancia social.
Los ayuntamientos de Ámsterdam y Rotterdam, que se rebelaron el 5 de agosto contra la política nacional y exigieron el uso de mascarillas en las zonas más concurridas de ambas ciudades, dieron marcha atrás en esta obligación hasta nuevo aviso.
La obligación duró menos de un mes y los dos municipios holandeses explicaron que, en realidad, se trataba de una «prueba piloto» para investigar la utilidad de las mascarillas, que dejarán de ser imprescindibles hasta que el Centro de Estudios sobre el Crimen y la Aplicación de la Ley publique un informe de evaluación sobre su efectividad estas semanas.