Estos días se ha hecho un público un estudio de la London School of Economics que no aporta grandes novedades, los datos esenciales son conocidos, pero que por la autoridad de los autores y su rigor y claridad han tenido un impacto mediático importante. La tesis central es que la decadencia de Cataluña se refleja en que Madrid ya ha superado en PIB a Catalunya cuando en 1975 era un 25% inferior, que el PIB per cápita está lejos del madrileño, que las inversiones extranjeras se dirigen prioritariamente a Madrid, que el ritmo de crecimiento de la población es inferior, que se atrae menos talento o que Cataluña es deficitaria en pensiones. Para los autores del estudio las causas de la decadencia hay que buscarlas en que las políticas nacionalistas han creado división y han fomentado grupos clientelares cerrados vinculados al poder nacionalista. Pone como ejemplo la pérdida de Ferias por los retrasos en modernizar el recinto ferial de Barcelona por enfrentamiento entre instituciones, o el traslado de las inversiones japonesas, tradicionalmente dirigidas a Barcelona y que ahora se dirigen a Madrid. Señalan además que no es un problema de centralismo. España es uno de los países más descentralizados del mundo y con infraestructuras de primerísimo nivel. Señalan que Milán continúa siendo la capital económica de Italia a pesar de ser un país mucho más centralizado que España y, en cambio Montreal ha perdido dinamismo económico tras sus referéndums independentistas.
De los datos económicos se deduce una primera conclusión evidente: el autogobierno, monopolizado por el nacionalismo, no le ha sentado bien a Cataluña. Y ello a pesar del tirón económico que significaron los Juegos Olímpicos, realizados a pesar del nacionalismo.
Más allá de esta constatación, ¿cuáles son las causas concretas por las que Cataluña ha dejado de liderar la economía española y su PIB per cápita está por detrás de Madrid, País Vasco y Navarra?
«Aquí prevalecen el silencio, salvo escasas excepciones, y el victimismo acompañados de un toque de supremacismo»
Seguro que el nacionalismo repetirá uno de sus eslóganes favoritos: «España nos roba». ¿Acaso la España de Franco no nos robaba? También se alega el efecto capitalidad. ¿Es nueva la capitalidad de Madrid?
En un país normal, de verdad, los medios de comunicación, la Universidad, el Govern, se ocuparían de analizar el problema y buscar soluciones. No esperemos eso del régimen nacionalista. Aquí prevalecen el silencio, salvo escasas excepciones, y el victimismo acompañados de un toque de supremacismo. Han tenido que ser instituciones extranjeras las que se ocupen del tema.
A continuación algunas de las causas de la decadencia, que ya indicaba en un artículo de 2018, que no invalidan para nada el estudio pero creo que lo complementan
- La construcción de la Administración autonómica detrajo en pocos años gran cantidad de recursos, económicos y humanos, del sector privado al público. La aspiración de los jóvenes catalanes pasó de crear empresas a convertirse en funcionarios. De espaldas a la función pública, Cataluña era más emprendedora, creaba más riqueza.
- La política lingüística ha actuado de freno a la llegada de talento y ha promovido la marcha de Cataluña de personas y empresas. La lengua ha actuado de arancel protegiendo determinados colectivos a costa del interés general; ha creado un mercado cautivo, de ahí la adhesión de las clases extractivas al nacionalismo.
- La mayor presión fiscal, IRPF, Patrimonio entre otros, ha sido un factor desincentivador de la actividad económica. Ha propiciado que empresas y personas hayan elegido otro lugar de España para fijar su domicilio.
- La pérdida de peso relativo del sector industrial en la economía española y en la europea en general ha afectado más a regiones industriales como Cataluña. En este caso, el fenómeno es ajeno al nacionalismo. Pero el Govern no ha destacado por sus políticas reindustrializadoras. El alto precio del suelo industrial ha sido un freno al desarrollo junto a las causas más genéricas que han afectado a toda la economía.
- La corrupción, vinculada al clientelismo político, es otro factor desincentivador para las empresas no emparentadas con el nacionalismo. No sólo se han pagado comisiones sino que se han favorecido grupos empresariales alineados con el nacionalismo.
- La gestión y el gasto público no se ha orientado a crear riqueza sino al clientelismo, y en los últimos años, al impulso del procés.
- La política nacionalista de no querer implicarse en el Gobierno del país ha lastrado la presencia catalana en centros de decisión tanto en el ámbito estatal como en el europeo.
- La incertidumbre política, la inseguridad jurídica de un gobierno que se salta las leyes, la división social, el miedo a que la independencia implique la salida de la UE, el uso y abuso de las huelgas y algaradas callejeras, son otras razones de peso que configuran un panorama futuro nada halagüeño.
«Los que se van de Cataluña, además de los jóvenes sin oportunidades de empleo, son los catalanes no secesionistas»
Al nacionalismo no le preocupa en demasía esta decadencia. Le ayuda en su política de limpieza ideológica, en su búsqueda de una sociedad lo más homogénea posible al menos en su clase dirigente. Los que se van de Cataluña, además de los jóvenes sin oportunidades de empleo, son los catalanes no secesionistas. Los que llegan, mejor que sean chinos, pakistaníes o marroquíes que latinoamericanos o del resto de España por cálculos puramente políticos. Jordi Pujol lo argumentaba sin ningún pudor.
A quienes viven en torno al poder ya les va bien restringir la competencia. El país se empobrece, pero ellos se enriquecen. Comunicadores, artistas, empresarios que viven del sector público, profesores, hay una amplio repertorio de beneficiados por la exclusión del castellano, el clientelismo y la corrupción económica e ideológica. Aquí no pueden desempeñar determinados puestos de trabajo ciudadanos del resto de España, por idioma y por sectarismo político. Al revés no hay problema, salvo que la inmersión lingüística les haya convertido en analfabetos en castellano, algo cada vez más frecuente.
La única forma de frenar el deterioro y empezar a revertir la dinámica es un gobierno en Cataluña que cambie las prioridades del secesionismo y de un izquierdismo infantil y populista que confunde empobrecimiento con igualdad y que apuesta por reducir el sector privado de la economía. Un gobierno que deje de invertir sus energías y su escaso talento en un procés que nos desangra. Si no se logra, estamos abocados a continuar con una decadencia cada vez más acentuada.
Molt bon article Sr. Moreno. Coincideixo en el seu anàlisi, però no em negarà que ho tenim cru …
Efectivamente Josep Ramón . EL principal problema es que la sociedad catalana todavía no es consciente de la gravedad de la situación.
No deixa de ser curiós que per una banda se’ns digui que l’independència només es pot assolir amb guerres i terribles sacrificis, i que per una altra se’ns pretengui desmotivar per unes suposades consequències negatives, avui imperceptibles pel comú dels catalans.
Parlar de les inversions japoneses, per tal de pujar al carro del tant airejat affaire Nissan, te fins i tot un punt de patètic. Es sabut que Catalunya és el destí preferit de les inversions estrangeres no especulatives a Europa només darrera de Ille de France.
Refugiar rera unes sigles com les de la LSE un estudi suposadament seriós quan és parcial, pamfletari i esbiaixat, no l’impedeix seguir sent parcial, pamfletari i esbiaixat.