Dos son las formaciones que se mueven hoy en día en Cataluña a la derecha del JxCat de Carles Puigdemont. Força Catalunya (FC) y Front Nacional de Catalunya (FNC) se han disputado hasta ahora el liderazgo de la ultraderecha catalana. Sin embargo, la cercanía de la convocatoria electoral, que el presidente Quim Torra aún no ha desvelado pero que se espera que no pase del próximo mes de abril, ha provocado que comience a verse con buenos ojos la posibilidad de que ambas formaciones concurran unidas a las urnas. Hay pocas diferencias entre sus idearios y a las dos les une, por encima de cualquier otro factor, el deseo de una declaración unilateral de independencia, cueste lo que cueste. Algo parecido a lo que proponen partidos como JxCat o entidades como la Assemblea de Elisenda Paluzie pero con menos performances o promoción de las sonrisas.
Ha sido la presentación, a finales de agosto, del Manifest per a una candidatura que faci efectiva la independència de Catalunya la que ha provocado que las dos formaciones barajen la posibilidad de concurrir unidas a las elecciones autonómicas. El documento ha sido promovido por el médico Oriol Domènec, que también actuó de forma similar en 2010, con otro manifiesto en el que llamaba a la unión de los partidos separatistas. En el texto, se pide abiertamente a FNC y FC que «dialoguen» como formaciones «llamadas a protagonizar aquello que los políticos catalanes actuales surgidos del llamado Régimen del 78 español han sido incapaces ni siquiera de encarar». También a Primàries, el partido fundado por Jordi Graupera con apoyo de la ANC y que está de capa caída desde el abandono de su líder tras el descalabro de las últimas elecciones municipales.
O unidad o abstención activa
Los tres partidos, dice el Manifest, están formados por «catalanes emprendedores» que se han visto «sistemáticamente marginados» por «las fuerzas activas que ocupan las parcelas de comunicación y representación, tanto públicas como privadas, al servicio de los partidos autonomistas que ocupan la Generalitat». Y, en caso de no llegar a ningún acuerdo, añaden, promoverán la «abstención activa» porque «vivir de rodillas» sería «de entre todas, la peor opción para la Nación catalana».
Atendiendo a la llamada de Domènec dos de las tres formaciones, FC y FNC, se han puesto en marcha. La primera, liderada por el controvertido Santiago Espot, lo ha hecho a través de un comunicado en el que ha anunciado que «trabajará incansablemente» por el diálogo y la colaboración «entre todos aquellos actores políticos comprometidos con la soberanía del pueblo de Cataluña«. En la misma nota afirma que «el país» necesita nuevos «referentes» y «liderazgos» que ahora «solo se encuentran fuera de la política institucional». Y para ello ha puesto en marcha un proceso de primarias en el que pueden participar todos aquellos que lo deseen, bien como candidatos, bien como electores. Primarias en las que no se sabe si podrán participar los castellanoparlantes a los que Espot se refiere como «mierdas secas«.
De la xenofobia a la petición de socorro a la OTAN
Los de Espot deben tener claro que no habrá elecciones hasta 2021 pues se han dado de plazo hasta el 18 de enero del año que viene para dar a conocer a los candidatos elegidos. Candidatos entre los que, de momento, destacan dos: Miquel Aguilar Canadell y Roger Mallola. El primero, que ya fue candidato con Solidaritat Catalana, es autor de un escrito en el que, bajo el título Defensar la nació (publicado en 2017), mostraba su total rechazo a la inmigración procedente de África: «Intentar integrar en nuestra sociedad a la gente procedente de otras civilizaciones no es solo un absurdo, es un suicidio social«. Y añadía: «Ha llegado la hora de defender la nación catalana y, por extensión, la civilización occidental. La nuestra. La que queremos que perdure. La que no queremos que muera».
En su cuenta de Twitter, Canadell ya se ha presentado como candidato a liderar FC. Lo ha hecho mediante un vídeo en el que se presenta como alguien «preparado» y dispuesto firmemente a «formar parte de un grupo de personas que no se rendirán nunca, que se enfrentarán a todo y que lo darán todo sin límites para hacer la independencia».
El ingeniero industrial y doctor en ciencia política Roger Mallola, por su parte, es columnista de algunos medios separatistas, además de miembro del delirante Institut Nova Història, que defiende la catalanidad de, entre otros, Cristóbal Colón, Santa Teresa de Ávila, Leonardo da Vinci o Erasmo de Rotterdam. En su cuenta de Twitter, Mallola ha presentado las líneas generales de su candidatura para el partido de Santiago Espot. Asegura que la independencia «es posible» y que sabe «cómo asumirla»: «Se trata de abarcar todo el poder que tenemos a favor, canalizarlo legítimamente a través del parlamento nacional y confrontarlo contra lo que se nos ponga en contra». Y apuesta por recurrir a la «OTAN europea» si España envía al Ejército a Cataluña: «No se puede permitir un descalabro de esta naturaleza, con un ejército atacando a población civil indefensa e intentando secuestrar y asesinar a representantes democráticamente elegidos».
Más moderados pero no tanto
En el FNC la cercanía de las elecciones también ha activado a sus integrantes. La más conocida, la polémica por xenófoba Silvia Orriols, concejal en el Ayuntamiento de Ripoll, dejó la formación durante el confinamiento apelando a que el partido no estaba dispuesto a luchar contra la inmigración y ahora son otros los que ponen la cara a mensajes en los que abundan las palabras «patria«, «identidad» o «lengua«. Buscan también la independencia pero, si hace algunos meses se mostraban abiertamente xenófobos y racistas, ahora han moderado su discurso. Se declaran partidarios del «control efectivo de la inmigración» pero, a la vez, publican reflexiones que difícilmente pueden considerarse integradoras: «¿De qué nos serviría la independencia si para conseguirla nos olvidamos de quién somos y de dónde venimos? Por una Cataluña catalana».
El FNC no se ha pronunciado abiertamente sobre el Manifest de Domènec. Sin embargo, pocos días antes de que este se diera a conocer, publicaban en su web un artículo en el que lamentaban la falta de unidad entre los independentistas. En el texto, acusaban a JxCat y ERC «estar más preocupados por repartirse el poder y crear nuevos partidos» que por «organizar un plan de acción que aglutine a todas las fuerzas vivas de la sociedad con la finalidad de declarar la independencia». Y pedía firmas para poder presentar su propia candidatura a las autonómicas, con el compromiso de «impedir la formación de cualquier gobierno redencionista y autonomista«.
Lo cierto es que en el electorado catalán este tipo de formaciones tan abiertamente extremas en sus posiciones tienen escasa repercusión. Sin embargo, son muchos los votantes de JxCat y ERC que, al menos en redes sociales, llevan tiempo mostrando su decepción con los partidos liderados por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, que no han resucitado la efímera declaración de independencia de octubre de 2017. Queda por ver, y eso solo lo permitirán las urnas, si esos separatistas desencantados se volcarán en formaciones de ultraderecha y radicalmente independentistas para lograr, al menos, llegar al Parlament y, a priori, convertirse en el principal azote de los partidos tradicionales. Algo que no sucederá mientras Quim Torra siga sin llamar a los catalanes a las urnas.