A escasas dos semanas de que los independentistas vuelvan a apropiarse de la Diada de Cataluña, el 11 de septiembre, la comunidad se ha convertido en protagonista de noticias que rozan el esperpento. Y que, en algún caso, lo superan. La salida de Leo Messi del Barça parece haber sido el detonante de una serie de hechos que sorprenden al ciudadano medio por la falta de lógica o de sensatez.
El astro argentino quiere irse de Barcelona y así lo ha comunicado a la junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu por burofax. La noticia, que no debería trascender más allá de los seguidores del deporte rey, se ha convertido, sin embargo, en un terremoto de dimensiones políticas. Si Messi se va, Bartomeu lo tendrá difícil para mantenerse al frente del club. Y más cuando ya se prepara una moción de censura contra su equipo por parte de una entidad abiertamente separatista como es Manifest Blaugrana. Moción que contará con el apoyo del único candidato hasta ahora conocido para sustituir a Bartomeu, el también independentista Víctor Font. Un empresario que, además, ya ha abierto las puertas a otro separatista radical y ex presidente del club, Joan Laporta.
Si bien es cierto que Laporta llevó el Barça a sus mejores tiempos con Guardiola como entrenador, también lo es que, junto a Font, puede formar una dupla imparable a la hora de convertir el club en el ariete del separatismo más radical, tal y como exigió la Assemblea Nacional Catalana (ANC) después del 2-8 contra el Bayern. Quizás de ahí los ruegos de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, para que Bartomeu retenga al argentino a costa de lo que sea apelando a que, de no lograrlo, Barcelona «estará triste«.
El adiós de Torra y Junqueras
Nada que ver con la postura que otros políticos separatistas han tenido ante el anuncio del adiós de Messi. El presidente Quim Torra, por ejemplo, lo despidió vía Twitter dándole las gracias «por todos estos tiempos de felicidad y de un fútbol extraordinario» y recordando que Messi, además, fue galardonado en su día con la Creu de Sant Jordi de la Generalitat. Escueto pero en la misma línea fue el líder de ERC, Oriol Junqueras, que cumple condena de cárcel por el referéndum ilegal del 1-O: «Gracias Messi».
Está claro que fuera de la directiva de Bartomeu hay muchos interesados en que Messi, que siempre se ha negado a aprender catalán, abandone Cataluña. Buena prueba de ello fue el asalto a las instalaciones del club este miércoles por parte de numerosos aficionados que exigían la dimisión del presidente. Algo impensable en un momento en el que el Govern ha ordenado que no se reúnan grupos de más de 10 personas que no sean las habituales, incluso dentro de los hogares catalanes, para hacer frente a los nuevos brotes de COVID-19.
Y es que la Generalitat dirigida por JxCat y ERC parece ahora mucho menos preocupada por la pandemia y sus terribles consecuencias que por otras cuestiones. Basta ver cómo, a pesar de que el secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, pidió hace escasos días restringir al máximo las interacciones sociales, se está haciendo la vista gorda, por parte de Interior y del Consistorio de Colau, ante los manifestantes de la Meridiana, que han vuelto a cortar la avenida a diario en protesta por la sentencia contra los líderes del procés.
Separatistas al margen de la norma
Y, por si con esto no bastara, de cara a la Diada separatista del 11 de septiembre ya se ha dado luz verde a que la ANC pueda volver a reunir a miles de personas en las calles de Barcelona. Y es que desde el Govern de JxCat y ERC se considera que «la prohibición en toda Cataluña de hacer encuentros sociales de más de 10 personas en el espacio público y privado no afecta el derecho a la manifestación«, según anunció el Ejecutivo separatista en un comunicado de prensa.
La convocatoria independentista de este año tiene como puntos calientes las instituciones del Estado en la ciudad, pero también en otros municipios catalanes. En total, la ANC calcula que se producirán unas 60 concentraciones el 11 de septiembre en toda Cataluña. En el caso de Barcelona, los separatistas se están organizando para protestar ante las sedes de, por ejemplo, Hacienda, la Delegación del Gobierno o la Universitat de Barcelona. Ha sido este último caso el que más protestas ha generado pues desde la ANC se ha dejado claro que ni esta universidad ni la Autónoma pueden seguir en manos de «rectorados unionistas«.
La amenaza de los ultras
La guinda al pastel la ha puesto una nueva entidad anónima llamada Blanc Bloc y que se declara sucesora de Tsunami Democràtic, la organización que promovió los graves disturbios del pasado mes de octubre en la capital catalana tras hacerse pública la sentencia del procés. Amenazan con tomar esa jornada el Parlament y declarar unilateralmente la independencia.
Solo los Mossos parecen estar preparados para echar mano del tópico del seny catalán. De este modo, y según un informe citado por el digital Ok Diario, el cuerpo policial autonómico se opone a la celebración de la Diada alertando de que se puede convertir en el 8M de Cataluña. Será el conseller de Interior, Miquel Buch, el que tome la decisión final. Pero todo indica que el Govern no está dispuesto a desperdiciar la ocasión que brinda la pandemia y utilizará la nueva performance de la ANC como ha hecho cada año para intentar que alguien en el exterior, más allá de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín, haga caso de las reivindicaciones independentistas.