Según parece, una de las acciones previstas por la Assemblea Nacional Catalana para el próximo 11 de septiembre es la de rodear algunos edificios significativos, entre los que se encuentra la Universidad de Barcelona. A mí, lo de que se rodee algo, sobre todo si estoy yo dentro, no me hace ninguna gracia, porque me recuerda a Numancia, El Álamo o Stalingrado, sitios donde las cosas no acabaron nada bien para los rodeados, porque no se rindieron, o no a su debido tiempo. En efecto, si se rodea algo o a alguien es para que se rinda, para que someta su voluntad ante la mayor fuerza del adversario y evite así males mayores. Por eso, el rodeo es siempre una coacción, sea la de los matones de patio de colegio, sea la de quienes en su día pretendieron cercar el Congreso o el Parlament, o cada vez que se acosa en tumulto a cualquiera, aunque al acoso se le llame hoy simpáticamente escrache.
Para entender por qué se ha decidido rodear la UB, por muy simbólica que sea la manera, quizá hay que tener en cuenta las recientes declaraciones de mi colega Elisenda Paluzie, que es también presidenta de la ANC. En esas declaraciones califica a los rectores de la UB y de la UAB de «unionistas» y les acusa de no respetar los derechos fundamentales. No sé en qué derechos fundamentales estará pensando ella. Ya me gustaría que fueran la libertad ideológica, la libertad de expresión y el derecho a la educación de los estudiantes constitucionalistas de S’ha acabat, vulnerados por el rectorado de la UAB según quedó acreditado en sede judicial. Pero me da que no, que lo que pasa por su cabeza son más bien son los derechos fundamentales dels presos polítics y sobre todo el derecho a la autodeterminación de los pueblos, un derecho que el pueblo catalán manifiestamente no tiene. Aun así, aunque lo tuviera, o aunque las garantías procesales de los Junqueras & Cía. hubieran sido desconocidas en su juicio ante el Tribunal Supremo, o incluso si los derechos vulnerados fueran los de los miembros de la Sindicatura Electoral del referéndum, que serán juzgados próximamente, ¿qué tiene que ver la Universidad con esto? ¿Cómo debería enfrentarse a esto una institución académica que no tiene función alguna de representación política ni, desde luego, de control de las decisiones judiciales?
La idea de Paluzie, creo, es que la Universidad no puede permanecer ajena al procés, sino que ha de involucrarse a su favor como el resto de instituciones públicas
La idea de Paluzie, creo, es que la Universidad no puede permanecer ajena al procés, sino que ha de involucrarse a su favor como el resto de instituciones públicas (sean ayuntamientos, medios de comunicación, colegios profesionales o incluso escuelas infantiles). Lo que pide no es lo que sería sensato pedir: que en el ámbito académico se discuta largo y tendido al respecto (cosa que en verdad nunca se ha dejado de hacer), sino que todas las universidades catalanas de manera unánime y sin fisuras se sumen al ejército independentista. Y como parece que alguna de ellas no acaba de decidirse, hay que rodearla, a ver si claudica de una vez. Señal de ello sería que un candidato (o candidata) independentista ganara las próximas elecciones al rectorado a celebrar en la UB a finales de este año. Quizá la movilización prevista no es ajena a este otro proceso electoral.
Rodear la UB, o cualquier otra universidad, es una acción todo lo simbólica que se quiera, pero lo simbólico no altera su naturaleza agresiva, muy propia de la deriva totalitaria del nacionalismo catalán. En última instancia, se trata de que incluso la más plural y crítica de las instituciones, como es y debe ser la universidad, capitule ante el empuje de todo un pueblo unido en lucha por sus supuestos derechos. A sus líderes parece no bastarles con los reiterados e indebidos pronunciamientos institucionales de los claustros y consejos de gobierno de las universidades catalanas a favor de la causa de la secesión. Quieren más: quieren la entrega total e incondicional de la universidad a esa causa, y con esa entrega pretenden ocultar la diversidad de opiniones que nos caracteriza, como buen reflejo que somos de la sociedad a la que servimos.
La institución universitaria y sus gestores han de mantenerse neutrales ante cualquier debate ideológico
No creo que lo consigan. Cual aquella terca aldea gala de los tiempos de Julio César, la universidad puede que sea la institución pública catalana que mejor ha soportado la presión nacionalista (no sin daños, no sin batallas perdidas), y no encuentro indicios de que vaya a sucumbir ahora. Por si acaso alguien la hubiera olvidado, cabe recordar la razón principal que justifica la resistencia a esa presión: la universidad constituye un espacio privilegiado para indagar, reflexionar y discutir sobre lo divino y lo humano sin cortapisa alguna, sin credo alguno colectivamente asumido. Para que siga siendo posible, la institución universitaria y sus gestores han de mantenerse neutrales ante cualquier debate ideológico. No queremos, no necesitamos un rector independentista ni tampoco uno unionista, no nos interesa la opinión política del rector, no queremos que tenga ninguna en tanto que rector. Necesitamos un rector competente e íntegro que garantice y promueva el intercambio de ideas sin sesgos ni compromisos. No cabe duda de que el planteado por el secesionismo es uno de los debates ideológicos más acuciantes. Precisamente por eso, para poder abordarlo a la manera académica, debemos seguir resistiendo el asedio, con la ayuda de nuestra poción mágica: la libertad individual. Que ningún fantasma colectivo, por muy nacional que sea, nos la quite.
A mi estos independentistas catalanes cada vez me parecen más fascistas, más intransigentes, más gilipollas,. En fin allá ellos……. Y ellas, claro.