La burocracia del Govern pone en riesgo el futuro de 5.000 familias catalanas y la viabilidad de uno de los pocos sectores de actividad económica que permanece en stand by, a pesar de la desescalada: el de los feriantes. Hace dos meses, presentaron un Plan Sectorial en el que explicaban cómo adaptarían atracciones y ferias, garantizando la seguridad, a raíz del estallido del Covid-19. El Plan ya se está revisando en el PROCICAT (Pla Territorial de Protecció Civil de Catalunya), aunque la respuesta puede tardar un mes y medio más, como mínimo.
Sin embargo, las 5.000 familias catalanas que viven desde siempre de las ferias, con cuatro o cinco generaciones al frente del negocio, ya no pueden esperar más. La mayoría, pymes y autónomos, llevan entre seis y ocho meses sin ingresos, aunque se han visto obligadas a hacer frente a sus pagos más ordinarios (impuestos, agua, luz, gas, etc.). “Algunos feriantes se dan de alta como autónomos en enero y trabajan todo el año; otros solo lo hacen durante los meses de temporada alta (de abril a octubre). Cuando se decretó el estado de alarma, estaban dados de baja, por lo que no pueden cobrar la prestación de más de 600 euros del Gobierno”, lamenta Marcos Orús, presidente del Gremi Industrial de Firaires de Barcelona. “Las ayudas no llegan -continúa- y tampoco nos dejan trabajar. Se nos ha dejado atrás en esta desescalada”.
Desde el Gremi de Feriantes de Barcelona se ha puesto en marcha una línea de préstamos para todos aquellos feriantes con “el agua al cuello”. “Quien ha podido, ha solicitado un crédito ICO. Sin embargo, esto no es más que un parche, ya que al final te acabas endeudando más”, critica.
“Las ayudas no llegan y tampoco nos dejan trabajar. Se nos ha dejado atrás en esta desescalada”
Marcos Orús, presidente del Gremi Industrial de Firaires de Barcelona.
«No se nos ha dado la oportunidad»
Orús insiste en que no se les ha dejado demostrar que las ferias “son seguras”, y sí se ha dado luz verde a parques de atracciones como Tibidabo o Port Aventura. “En nuestro Plan Sectorial, hemos detallado un protocolo de seguridad muy similar al de estos parques, a pesar de que somos atracciones itinerantes. Estas medidas incluyen la compra de dispensadores, instalar elementos de señalización, perimetrar el recinto para controlar el aforo, desinfectar e higienizar las atracciones entre viajes y el uso obligatorio de mascarilla en toda la zona. “Hemos invertido entre 5.000 o 6.000 euros de media. Y sin haber visto un euro”, reconoce.
Más movilizaciones en septiembre
El Gremi Industrial de Firaires de Barcelona ha mantenido reuniones con todos los grupos políticos del Parlament e incluso se ha aprobado una propuesta de resolución para que la Generalitat les eche una mano. Aun así, y sin el visto bueno del PROCICAT, no pueden retomar la actividad. “Cada vez que montamos una feria, debemos pedir una licencia a cada ayuntamiento, algo que han delegado a protección civil”, explica. Si la Generalitat y el PROCICAT recomiendan suspender les “festes majors” (la mayoría se celebran durante los meses de verano), los consistorios las cancelan, preocupados por los últimos rebrotes en algunos municipios catalanes.
Superado el ecuador del verano, el sector anuncia nuevas movilizaciones de cara a las próximas semanas. Hasta ahora, los feriantes se han concentrado en Plaza Cataluña, donde instalaron una pequeña feria para demostrar que esta actividad puede ser segura y en la plaza Sant Jaume, donde fueron recibidos por representantes de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, el punto de inflexión de las protestas tuvo lugar el pasado 31 de julio, cuando organizaron una marcha lenta en la que participaron más de 80 camiones con el propósito de visibilizar la situación crítica que atraviesan y exigir ayudas para los feriantes. La marcha finalizó en el paseo de Colón, donde se produjeron algunos atascos. “Pedimos disculpas si hemos perjudicado a alguien, pero estamos luchando por nuestro futuro: no sabemos cuando volveremos a trabajar”, afirma.
A principios de septiembre, los feriantes organizarán una acampada en la plaza de Sant Jaume. “No nos iremos de ahí, hasta que nos den una solución desde Presidència o Direcció d’Economia”, subraya rotundo, aunque insinúa que de no aprovechar lo que queda de año, están abocados a la desaparición. “Algunos feriantes se están reinventando y optan a otros trabajos, pero no es nada fácil. Yo mismo tengo 47 años y desde siempre he trabajado en ferias. Es una lástima que esta profesión se pueda llegar a perder”, se queja. El porvenir que le espera al sector es una incógnita, a expensas de lo que decida el Govern y su capacidad para hacer algo de caja durante el próximo otoño-invierno.