Tras la debacle del Barça frente al Bayern hay unanimidad en que el ciclo virtuoso de los blaugrana ha tocado fondo y que es imprescindible iniciar una nueva etapa en lo deportivo y en lo social. Uno de los temas recurrentes es atribuir a Guardiola la autoría de esta etapa. No dudo de su aportación pero no me parece determinante. Guardiola tras su salida del Barça, seguramente consciente de lo que se avecinaba, no se puede decir que haya triunfado ni en el Bayern (3 temporadas) ni en el City (4) si nos atenemos a que, con presupuestos muy importantes, no ha logrado, salvo que el City lo logre este año lo que no parece probable, que estos clubs hayan ganado la Champions bajo su mandato, objetivo para el que fue fichado. Los auténticos protagonistas de esta etapa dorada han sido una generación de jugadores excepcionales, Iniesta, Xavi, Piqué, Busquets y Messi. Y diría más. Sobre todo los cuatro primeros. La prueba la tenemos en que, sin Messi y sin Guardiola, estos jugadores hicieron a España campeona del Mundo y de Europa. Y Messi, sin ellos, no ha brillado con la selección argentina. Fue una generación excepcional que empezó su declive con la marcha de Iniesta y Xavi y que ayer acabó su ciclo. Como la generación de Butragueño en el Madrid, esta hornada de grandes figuras no son el producto de una buena planificación de la cantera, aunque sin duda eso es una condición necesaria, sino de una feliz coincidencia que sólo se produce muy de tarde en tarde.
Los entrenadores son sin duda importantes para la buena marcha de un equipo. Pero todos fracasan si los jugadores no acompañan. En la nueva etapa serán imprescindibles una buena dirección social, la politización que se vislumbra no es un buen presagio, un buen entrenador, mucho dinero, mucha paciencia y suerte. Y para eso los equipos con un propietario están mejor preparados para resistir los avatares del fútbol actual al poder planificar a largo plazo sin la presión, o con menos presión, de la masa social.
Postdata. Tras publicarse este artículo Guardiola ha vuelto a fracasar al ser derrotado su equipo por un club de segundo nivel , lo que no hace más que ratificarme en el punto de vista expresado en mi articulo.