Mateo Valero Cortés es Doctor Ingeniero en Telecomunicaciones, catedrático e investigador en Arquitectura de Computadores por la UPC. Ha recibido el premio Eckert-Mauchly, -el mayor galardón a nivel internacional en Arquitectura de Computadores-, el premio de supercomputación Seymour Cray, el premio Goode, el Distinguished Service Award, el Premio Nacional de Investigación Julio Rey Pastor, el Premio Nacional de Investigación Leonardo Torres Quevedo y el Premio Rey Jaime I a la investigación básica. Es miembro de ocho academias científicas y doctor Honoris Causa en nueve universidades, pero su premio preferido es que le pusieran su nombre a la escuela donde estudió, en su pueblo. Desde mayo de 2004, es fundador y director del Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación, que reúne casi 700 investigadores expertos en computación de altas prestaciones que trabajan en diversos de proyectos de innovación punta, por ejemplo, contra el Covid-19.
Nació en Alfamén, Zaragoza, y dirige el Centro Nacional de Supercomputación ¿cómo da el salto?
En Alfamén, de niño, vivía al lado del barbero del pueblo. Cuando tenía tiempo, él me decía “Mateíco, ¿por qué no vienes a hacer problemas?” e íbamos a su barbería. Él, que era practicante y barbero, porque solo como practicante no se podía ganar la vida, fue quien me inoculó el gusanillo de las matemáticas.
Quizás tendría talento …
Tú sabes que, en los pueblos, los solares para hacer casas son irregulares. ¿Cómo podía un albañil saber cuántos metros cuadrados tenía? Para mí era muy fácil, porque triangulaba, que es una cosa que venimos practicando hace tiempo (ríe) y le decía “¡esto tiene 35,23 metros cuadrados!” O tienes un remolque cargado de cebada y dices “¿si fuera de trigo, ¿cuánto más pesaría?”. Coges la capacidad de un litro de trigo y otro de cebada, los pesas y traduces… El sol cuando caía en un árbol, qué altura, con qué ángulo… siempre me ha gustado hacer travesuras de esas.
¿Le parecen sencillitas?
Soy un matemático frustrado. De jovencito, hacía de memoria multiplicaciones de dos números de cuatro cifras. Pero yo no quería ser arquitecto de computadores ni teleco, quería ser médico. Es una trayectoria un poco rara, mi vida la ha gobernado el azar y creo que no se ha equivocado.
Ahora ya estamos cerca del final de trayecto, cuando aparecen fenómenos cuánticos
Para usted, el azar ha sido un buen head hunter.
He diseñado ordenadores, que es lo que nos ha cambiado la vida. Hay tres tecnologías, la de procesar información, la de almacenarla y la de transmitirla. Las tres cosas han avanzado muchísimo a lo largo de mi carrera. En 1974 me licencié como ingeniero de telecomunicaciones. En 1971, había aparecido el primer microprocesador de Intel, el Intel 4004 de 4 bits, con 2.220 transistores. Hoy, en 8 cm cuadrados tenemos miles de procesadores y 50.000 millones de transistores. Es decir, en el espacio que ocupaba un transistor en 1971, hay ahora varios millones. La física ha reducido más y más el tamaño de los transistores. Ahora ya estamos cerca del final de trayecto, cuando aparecen fenómenos cuánticos.
¿Qué piensa de las matemáticas?
Cuando se diseñan ordenadores, hay que aplicar las matemáticas. Una de las aportaciones importantes que he hecho en mi campo ha sido utilizar la teoría de números. En el primer curso de carrera saqué matrícula en álgebra y cálculo y una amiga que estaba acabando Ciencias Exactas me dijo “Mateo, no hagas matemáticas como yo, porque te morirás de hambre”. Entonces, me fui a Madrid a hacer telecos, porque una de las muchas cosas para la que soy inútil total es dibujar y en telecos no había que dibujar.
Supongo que no dibujaría nada…
En quinto curso, fui a unas clases de ordenadores y empecé a ver como con transistores se hacían puertas lógicas y con puertas lógicas sumadores y multiplexores como ejemplos, ¡era como un mecano! Yo tenía claro que si quería dedicarme a la universidad tenía que venir a Barcelona. Aqui tuve como profesor a un arquitecto chileno, represaliado de Pinochet, que venía de Stanford y con quien aprendí mucho. Juntos, creamos un departamento de arquitectura de computadores que en pocos años llegó a ser, de largo, el mejor de Europa.
En un país donde la ciencia no es una prioridad, los fondos públicos son una base para poder crecer, pero te tienes que buscar la vida
¿Cómo obtuvo financiación?
Era 1984. Vi que la velocidad de los procesadores aumentaba mucho y que, además se iban a usar en paralelo varios procesadores. Yo era un joven catedrático decano de la facultad de informática y le pedí al entonces ministro de industria, Joan Majó, 10 millones de pesetas para comprar el primer sistema con 64 procesadores, lo vio claro y nos financió. Es un reto crear un centro en una universidad, buscar comida para los polluelos… En un país donde la ciencia no es una prioridad, los fondos públicos son una base para poder crecer, pero te tienes que buscar la vida. Entendí que el mejor instrumento para conseguirlo desde mi campo eran los computadores paralelos, con varios procesadores. Los usamos como herramienta de I+d+i para obtener recursos de las empresas, contratamos investigadores, doctorandos y doctorandas y así fuimos creciendo.
¿Es la computación distribuida el futuro?
Si. Pero hay cosas que quizás aún no se entienden. Por ejemplo, nosotros aquí en el Supercomputador Mare Nostrum tenemos cerca de 200.000 procesadores. Pero si miras en toda Barcelona, existen más de un millón de procesadores. En el área metropolitana, cuatro millones de procesadores, 20 veces más procesadores que nosotros. Si sumas la velocidad de los 4 millones comparados con nuestros 200.000, la capacidad de cálculo en nuestras casas es mucho mayor que la del Mare Nostrum. Sin embargo, para distribuir trabajos entre los ordenadores hay que enviar datos a través de Internet que tiene una gran latencia y esto frena la velocidad a la que se intercambian datos y, por tanto, pueden colaborar. Por eso, muchas aplicaciones no se pueden distribuir entre los ordenadores de las casas y la interconexión dentro de un Supercomputador es superior. Aunque existen casos en que no es así. Si puedes dividir el trabajo en partes, y esas partes no necesitan comunicarse, como algunas aplicaciones de los físicos en el CERN, ahí puedes distribuir las aplicaciones entre los ordenadores de Barcelona y nos darían sopas con honda al Supercomputador.
¿Y el Blockchain?
El Blockchain es un sistema de comprobante de que se hace una transacción, y se copia en muchos sitios de forma que los notarios son los computadores. Contra eso, tu no puedes luchar porque si hay una transacción con otra persona, que se hace en este segundo y la información se registra en muchos ordenadores, se garantiza que es lo correcto. Hoy no existe un ordenador no conectado y todas las técnicas están relacionadas, como por ejemplo en la lucha contra el Covid-19. Bien utilizadas, todas las tecnologías son herramientas fabulosas, pero mal utilizadas pueden ser un desastre.
Desde el Supercomputing center hemos ayudado a Repsol a encontrar petróleo y ayudamos a Iberdrola a diseñar partes de sus parques eólicos
Antes, campos petrolíferos. Ahora, parques eólicos.
Sí, desde el Supercomputing center hemos ayudado a Repsol a encontrar petróleo y ayudamos a Iberdrola a diseñar partes de sus parques eólicos. El más grande está en Puebla, México. Tienes que tener datos acumulados sobre el promedio del viento, las direcciones e intensidad para escoger las localizaciones con más potencial y para que los molinos no se molesten entre sí, asociado con un programa que predice el viento que va a haber en los próximos días y, en consecuencia, el rendimiento que tendrá la introducción de la energía en la red eléctrica.
El retorno de la inversión es clave.
En parques eólicos, es así. Y las fotovoltaicas son un negocio tremendo, porque son como el contador de un taxi que tiene siempre clientes.
Estos días, Sundar Pichai, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Tim Cook, los líderes de Google, Amazon, Facebook y Apple (GAFA) han comparecido en la comisión antimonopolio del Congreso de los EEUU y negaron controlar los mercados. ¿Es esto creíble?
Hace 10 o 12 años que escribo sobre ellos. Las grandes tecnológicas están haciendo cosas que no son nada éticas, aunque sean legales. Porque la tecnología siempre va muy por delante de la ética y la ética va por delante de las leyes, que es lo que todos deben cumplir. Siempre digo que en Europa ya podemos dárnoslas de éticos, que, si no tenemos la tecnología, escribiremos un listado de normas éticas, pero no lo podremos aplicar. Las GAFA sí que tienen el poder de aplicar conceptos éticos, pero no lo hacen, además de que no pagan impuestos.
Las grandes tecnológicas están haciendo cosas que no son nada éticas, aunque sean legales
Las GAFA juntas facturan más que el estado alemán.
No se puede comprar Alemania, como quería hacer Trump con Groenlandia. Pero si estuviéramos en un mercado 100% libre, mañana mismo las GAFAMA, o sea las GAFA añadiendo a Microsoft y Alibaba, por volumen económico podrían comprar todas las empresas automovilísticas europeas y, si quisieran, acabar con la producción de coches en Europa. Y hablando de tecnología, los coches autónomos necesitan 5G, mucha potencia de cálculo, grandes cantidades de datos, programas de inteligencia artificial o procesadores de alta velocidad y casi ninguno de estos nuevos componentes los fabricamos en Europa.
¿Hasta qué punto estamos en peligro?
En muchos sentidos, la concentración de poder de las GAFAMA es un peligro social. Para jugar, para estar en el circo de la conectividad, tienes que cederles tus derechos. De alguna forma, esclavizarte a ellas. Con lo que les cedes y con lo buenos que son en tecnología tienen una información de nosotros tan grande que, por lo pronto, hacen negocios que son legales. Pero también pueden hacer cosas que no sabemos y que podrían dar miedo.
Donald Trump es adversario de algunas tecnológicas, que parecen unidas para apoyar al próximo candidato demócrata. Para Europa ¿son mejores las GAFAMA o Trump?
Yo creo que fueron los rusos quienes ayudaron a Trump, las GAFA no lo hicieron. Porque las que gobiernan no solo en Estados Unidos sino en buena parte del mundo, son ellas. ¿Mejores las unas o el otro? Al final, las GAFA podrán hacer que Donald Trump gane o no gane. Y aunque Trump tenga motivos personales o políticos contra algunas de ellas, al final no les puede ir en contra, porque están desarrollando una tecnología que a la vez permite el liderazgo internacional de Estados Unidos, ya que su capitalización es enorme.
Hay dos palabras que son cruciales: soberanía tecnológica y competitividad
Y la ley está de su lado
Te voy a poner un ejemplo, que son los okupas. No entiendo que no haya leyes para que los okupas no existan. Lo cual no implica que, como persona que intenta ser social, creo que la gente que no tenga un sitio hay que ayudarles a que lo tengan, eso es diferente. Pero que se ocupe un sitio, a veces con ancianos y ancianas que se han ido a comprar la comida y una ley no permita sacarlos de ahí, me parece absurdo. Me parece absurdo también que Europa no hay puesto control sobre estas empresas. ¿Podemos hacer algo? De entrada, luchar por el tema de los impuestos, que es algo claramente sensible. China es un gran mercado, y, por ejemplo, ahí Facebook y Whatsappp no existen. ¿Queremos dejar de estar sometidos? Porque no hemos perdido ninguna guerra.
Pagamos, pero no recogemos impuestos
Por ejemplo, este IPhone, que ahora voy a cambiar, vale 1.300€. Cuando Apple Irlanda hace la factura para Apple España, dice que vale 1.290€ y, por tanto, Apple España ha ganado sólo 10€. ¿Tú te puedes creer esto? A Apple el Smart Phone igual le ha costado 600€ y en Irlanda, donde hay una carga impositiva mucho menor, se queda la mayor parte Y a Donald Trump, Apple le dice que si quiere repatriar los beneficios no les tiene que cobrar impuestos. Mientras tanto, los 13.000 millones de euros los tengo en Europa para hacer lo que quiera y no los traigo porque me cobrarías un 30% y yo sólo quiero pagar un 3%. Eso que le dice es hoy por hoy legal, no hay un juez que pueda contradecirlos y tampoco ha podido la comisaria europea de competencia, Margrethe Vestager, que quería que pagaran impuestos en los países en los que generan beneficios.
En una parte es problema de Europa, porque los países tienen poder de veto e Irlanda defiende su interés
Sí, en una parte es un problema de Europa. Hace tres años fui a una reunión europea en Irlanda e intervino uno de sus ministros, que sacó el decálogo “Por qué somos muy buenos atrayendo a multinacionales”. Uno decía “porque el inglés es nuestro idioma materno”. Vale. “Porque tenemos universidades buenísimas”. Ok. “Porque el clima no sé qué no sé cuántos”. Bien. No había puesto lo más importante, así que cuando acabó, me levanto y le pregunto “oiga, ¿lo de las tasas que les han puesto a las tecnológicas no ha tenido nada que ver?” El estruendo de las risas fue tremendo, éramos europeos de todos los países. Que no nos coman el coco. Las leyes son muy abiertas, pero habrá recursos legales y esperemos que vayan en la buena dirección.
En la universidad producimos el 60% de las ideas de investigación en España, pero fallamos a la hora de conseguir que estas ideas tengan traslación en el tejido productivo
¿Será la financiación europea post Covid-19 una oportunidad?
Europa es muy difícil de gobernar. A mi parece que, en democracia, el veto no debe existir. Debería haber veto por porcentaje de votos, pero no por países. Es cierto, en Europa ahora tenemos una oportunidad. Y como se ha dicho en otras ocasiones, hay dos palabras que son cruciales: soberanía tecnológica y competitividad.
¿Es la Universidad el verdadero santuario de la I+d?
En la universidad producimos el 60% de las ideas de investigación en España, pero fallamos a la hora de conseguir que estas ideas tengan traslación en el tejido productivo. El BSC intenta hacer ambas cosas: investigación, que se refleja en artículos para las mejores revistas y congresos científicos, y al mismo tiempo colaboración con las mejores empresas a nivel español e internacional y en muchos proyectos de investigación europeos.
¿Cómo lucha el supercomputador MareNostrum 4 contra el coronavirus?
Desde la bioinformática, investigando sobre el virus y sus posibles tratamientos. Desde la inteligencia artificial, el procesamiento del lenguaje natural y las técnicas de big data, analizando datos sobre la propagación y el impacto de la epidemia. Participamos en tres proyectos de investigación sobre el coronavirus y sus posibles tratamientos: EXSCALATE4CoV (E4C) del programa H2020, un proyecto de vacuna con IrsiCaixa, CreSa-IRTA y el apoyo de Grifols y un proyecto con el Instituto de Química Avanzada de Catalunya (IQA) y Nostrum Biodiscovery (NBD), financiado por el fondo COVID-19 del Instituto de Salud Carlos III.
¿Tenemos alguna opción de conseguir una vacuna desde nuestro país?
La propuesta liderada por el doctor Ventura Clotet de Irsicaixa, en la que colaboramos junto a Irta-Cresa y con el apoyo de Grífols, ha sido incluida en el portal de la OMS como una de las 142 iniciativas de vacuna de todo el mundo. Es esencial que haya varias iniciativas paralelas, ya que es poco probable que la mayoría llegue al mercado. Cuatro de cada cinco productos que cumplen con los requisitos de eficacia y seguridad en las fases preclínica, de laboratorio y animal no lo hacen. Tampoco es posible saber cuántas vacunas pueden ser producidas y utilizadas ampliamente por la población que las necesita, así que cuantas más iniciativas hay, más probabilidades de lograr una que llegue a toda la población.
De hecho, de todas las investigaciones presentadas, la más avanzada hoy es la vacuna propuesta por la Universidad de Oxford junto con los Laboratorios AstraZeneca.