Marta Rovira y Josep M. Jové, altos cargos de ERC, firman un artículo en La Vanguardia pidiendo contra la represión, ¡amnistía!. Afirman que «las razzias represivas del Estado español continúan, incesantes, contra todo adversario político que cuestione su naturaleza» y que «la represión política no se detiene, sino que muta y se multiplica».
Junto a los reproches habituales —una justicia no independiente, el uso del espionaje político— aparece el haber «derrochado recursos públicos en una campaña para desprestigiar internacionalmente el independentismo». ¿Acaso el independentismo no ha derrochado también recursos públicos para desprestigiar España?
Las víctimas de esa represión son los que quieren «construir una República con todo el mundo y para todo el mundo, un país más justo y limpio, libre y solidario». Faltaba añadir saludable y basado en una dieta equilibrada.
¿Qué hay que hacer ante un gobierno que apuesta «por la revancha, el odio y la confrontación» y que «cede a la presión del Estado profundo y el poder judicial»? No esperar nada de «soluciones parciales ni coyunturales» ni de ninguna reforma del Código Penal, que «es poco menos que ofensiva, en el escenario actual».
Lo que piden es una amnistía, «una medida que no depende de tribunales, fiscalías ni cloacas, sino exclusivamente de la voluntad política», y la autodeterminación, «como la única vía para resolver el conflicto político entre Cataluña y el estado»; pero, en estos momentos, insisten más en lo primero que en lo segundo.
Es difícilmente concebible una amnistía a unos presos que mantienen todavía que «lo volverán a hacer». Haría falta por su parte un compromiso público en el sentido de no salir de la legalidad y de renunciar a métodos de presión inaceptables.
El gobierno de Pedro Sánchez —que contó con la abstención decisiva de los diputados republicanos para su investidura— poca posa puede hacer en estas circunstancias. Pero, ante la próxima campaña electoral catalana, bien tiene ERC que demostrar firmeza.