Ya nadie duda de que este maldito coronavirus, además de representar una amenaza para nuestra salud, tendrá un impacto transformador en nuestra sociedad. Pero ¿a dónde nos lleva? O mejor dicho ¿hacia dónde queremos ir como sociedad?
El gobierno lanzó en mayo una campaña con el lema #salimosmásfuertes. Pero la pregunta es ¿qué es lo que nos hace más fuertes como sociedad? Por supuesto, no es la creencia ciega en los eslóganes. Lo que fortalece a una sociedad son las libertades individuales, la redución de las desigualdades, el progreso económico sostenible, disponer de una sanidad pública solvente, la educación, etc. Justamente el camino contrario al que estamos andando.
Después del fracaso colectivo de los «rebrotes», el gobierno de España y las diversas comunidades autonomas navegan sin rumbo, apelando constantemente al discurso del miedo y descargando la «culpa» en los ciudadanos. Siempre hay alguien al que culpar de los rebrotes: a los jóvenes, a los turistas, a los emigrantes, a las familias que se reúnen, a los «insolidarios», etc. Y como los ciudadanos somos los culpables, los gobiernos se reservan el derecho a «castigarnos» (por nuestro bien). Pero cada vez la insolvencia del gobierno para gestionar la situación es más patente y cada vez las medidas «sanitarias» parecen más vacías de rigor científico.
Lo que fortalece a una sociedad son las libertades individuales, la redución de las desigualdades, el progreso económico sostenible […]
La pérdida de libertades es aterradora. Se nos obliga a estar encerrados en casa, se ha prohibido el voto a personas por estar enfermas, se anuncian carnets para personas en función de nuestro historial médico y algunos mandatarios (de momento extranjeros) han cuestionado la conveniencia de realizar elecciones democráticas.
Y si alguién piensa que todo esto es asumible, solo tiene que esperar a la siguiente pantalla. La debacle de la economía nos va a arrollar a todos sin compasión.
Ante este panorama desalentador, empieza a despertar un sentimiento de rechazo en parte de la población. De momento, este espíritu crítico es minoritario y aplacado con contundencia por las campañas mediaticas de gobiernos y medios de comunicación que dirigen la opinión imperante. Pero ¿hasta cuándo?
La debacle de la economía nos va a arrollar a todos sin compasión
No tengo dudas que la resignación inicial se convertirá en indignación y esta a su vez se acabará transformando en un movimiento social de protesta y (posiblemente) de desobediencia.
Alguién puede pensar que las primeras protestas han venido de colectivos minoritarios de ideología extrema o amantes de las conspiraciones. ¿Pero cuánto tardará la indignación en enraizar en una mayoría social?
No quiero una sociedad basada en el miedo y la sinrazón. Por eso tenemos que cambiar radicalmente la forma en la que nuestra sociedad afronta esta crisis
¿Quién y cómo capitalizará toda esa indignación dirigida contra los gobiernos? Desde luego no van a ser los partidos políticos que ahora nos representan.
La primera ola han sido las muertes desoladoras. La segunda ola ha sido la anulación de la razón, la ciencia y el sentido común. La tercera, la pérdida de libertades en silencio. La cuarta, la destrucción de la economía. La quinta será una revolución social. Todo está ahí.
¿Pero a dónde nos llevará esta revolución?, ¿a un mundo mejor o a uno peor? No podemos saberlo. Depende de nosotros. Yo desde luego no quiero una sociedad basada en el miedo y la sinrazón. Por eso tenemos que cambiar radicalmente la forma en la que nuestra sociedad afronta esta crisis.