Vicent Partal, desde Vilaweb, dice que no es sólo venganza: es opresión. Afirma que «el tercer grado es un derecho penitenciario que tienen todos los presos, no es ningún beneficio ni mucho menos ninguna concesión», pero no es así. Uno no entra en la cárcel con el derecho a acceder al tercer grado, sino que eso lo decide siempre un juez tras la lectura del informe que elabora la Junta de Tratamiento Penitenciario.
Partal considera «un escándalo la comparación entre el trato a los presos políticos catalanes y el que recibían ayer mismo los guardias civiles que mataron a quince personas en el Tarajal» o «los ultras nacionalistas españoles hace pocos días en [el caso] Blanquerna». Recordemos que esos guardias civiles no mataron a nadie sino que impidieron un intento de invasión en la frontera de Ceuta, con los medios antidisturbios que tenían a su alcance; fueron acusados por algunas ONG de «homicidio imprudente, lesiones dolosas y denegación de auxilio», pero ahora el tribunal ha determinado que su actuación fue «adecuada y proporcional a las circunstancias del caso».
Para él es evidente que «los catalanes vivimos una situación de opresión nacional. Sin subterfugios ni medias tintas. Y que sólo desde el reconocimiento de que esto es así podremos salir adelante [y], eventualmente, podremos remediarlo». Por eso no pudo entender por qué «los partidos independentistas ponían a Pedro Sánchez en el gobierno en lugar de dedicarse a sembrar el caos en España». Sembrar el caos, esa es la idea. ¿Por qué extraño razonamiento se llega a la conclusión que el caos en España no perjudica a Cataluña? Más todavía, la idea motriz del independentismo actual es que no sólo no nos va a perjudicar sino que nos reportará grandes beneficios.
Acaba con la habitual invocación a «la gente, la calle», que «aguantó a la perfección situaciones poco comprensibles» y «continúa preparada y tensada». Y con la también habitual amenaza a «la clase política» para que «deje de guiarse por teorías de dudosa coherencia intelectual y mire la realidad cara a cara».
Esta va de democracia, decían antes. Ya no: «No es algo de reyes o repúblicas, ni de progresistas contra conservadores: es Cataluña, los Países Catalanes, contra España.»