Salvador Cardús: JxCat no es postconvergente

Tras Carles Puigdemont y en el cartel, la marca electoral JxCat.

A Salvador Cardús —Junts sacseja el mapa— le molesta «la insistencia en calificar a JxCat de postconvergentes» y atribuye a quienes lo hacen la incapacidad de «abandonar los viejos esquemas que obnubilan la visión de lo que es nuevo». Y aún hay algo peor: «las agendas políticas —ocultas o descaradas— de los medios y de los mismos analistas». 

En este caso, el prefijo post no significa más que «lo que viene después», y está claro que JxCat es lo que ha venido después de CDC, previa parada en el PDECat, en la Crida Nacional per la República o en donde sea. 

Es la misma gente utilizando etiquetas nuevas y haciendo cosas distintas. No tiene nada de ofensivo que les llamen postconvergentes: fueron convergentes, y ahora —después de lo de antes— son otra cosa. Se les podría aplicar un montón de etiquetas mucho más descalificadoras. 

Cardús utiliza datos de las encuestas del CEO para concluir que la aspiración a la independencia aumenta entre los votantes de JxCat y retrocede entre los de ERC, pero tal vez es exagerado que diga que estamos ante un «proceso de recomposición permanente».

Aunque el puigdemontismo no haya hecho ninguna aportación nueva, más allá de incrementar un punto la crítica a los adversarios de ERC, ni haya reconocido un solo error, Cardús ha depositado en él todas sus esperanzas: «La consolidación de JxCat como partido es lógico que mueva las aguas propias, las próximas y las adversas, y que trastoque los esquemas de análisis y todas las previsiones de futuros electorales hechas hasta ahora.»

Ya lanzado a la campaña a favor de JxCat, suena la alarma por lo que traman «los poderes fácticos —sobre todo económicos y mediáticos—» poderes cuya identidad no revela. Estos «sitúan el orden (…) en el liderazgo de Junqueras y ERC» y «sitúan el riesgo en el liderazgo de Puigdemont y JxCat». 

Lo que Cardús llama «las nuevas complejidades que dibujan la vida política catalana» parecen bastante simples al cabo de su razonamiento: los poderes fácticos quieren a ERC porque ha dejado de batallar por la independencia y odian a JxCat porque sí lo hace; luego el votante independentista ha de votar a JxCat. Es decir, por el riesgo.

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