A primera vista parece un error, pero no: el congreso fundacional del partido puigdemontista durará casi dos meses y medio. Empieza mañana sábado y acabará el 3 de octubre —probablemente con un homenaje a la «aturada de país» convocada tres años antes— y se desarrollará exclusivamente por vía telemática. Pero ya el 9 de agosto, informa Nació Digital, se pondrá en marcha una dirección: «Se da prácticamente por hecho que Puigdemont asumirá la presidencia —no ejecutiva— de la formación.» Es lo unico que se puede dar por hecho.
La jugada, por lo que parece, consiste en vaciar un partido existente, el PDECat, y llenar uno nuevo, que llevará el nombre de JxCat, previa criba de los militantes traspasados: «En esencia, el debate sobre el encaje entre el PDECat y JxCat sigue siendo el mismo que hace meses: ¿debe disolverse el partido heredero de CDC? Cuadros territoriales y asociados de base se han inscrito de manera notable en el congreso fundacional del nuevo instrumento de Puigdemont, y esto, a corto y medio plazo, conlleva incumplir la doble militancia que veta el PDECat.»
Desde éste, reiteran que los afiliados que se hayan incorporado a JxCat deberían abandonar el PDECat. Su portavoz, Marc Solsona, insiste en que «no hay acuerdo» y que «JxCat quiere diluir nuestras siglas y su gente», lo que viene a significar ponerla incondicionalmente a las órdenes de Puigdemont. A pesar de todo, Carles Puigdemont y David Bonvehí están en contacto y seguirán negociando. ¿Negociar qué? ¿Una rendición honrosa?