Pere Martí, en Vilaweb, cuenta algunos entresijos del congreso «El trencaclosques de Puigdemont«: «La fórmula elegida será la del partido político pero el espíritu es el de un movimiento, no sólo por su vocación transversal, sino por las nuevas formas de funcionamiento, con primarias para elegir la dirección y los candidatos en las listas electorales.» Sea lo que sea que signifique, ¿quién no dice tener vocación transversal hoy día?
«Todas las candidaturas deberán ser paritarias y el censo de las votaciones se irá actualizando durante estas diez semanas, por lo que los militantes que se vayan apuntando al partido podrán participar en el congreso.» ¿No es algo irregular que no haya un censo cerrado de los participantes en el congreso? ¿Y que alguien que se apunte una vez iniciado el congreso, pueda participar desde el primer momento? ¿Y por qué las candidaturas han de ser forzosamente paritarias?
Las organizaciones instrumentales orquestadas en estos últimos tiempos por los seguidores de Puigdemont ya se van disolviendo: la Crida Nacional per la República, de Jordi Sánchez; Independentistes d’Esquerra, destinada a pescar en las aguas de ERC, y Acció per la República, de Aurora Madaula, que dice unirse al nuevo partido porque se trata de «una formación de centroizquierda decididamente republicana».
Queda pendiente de la negociación en curso el PDECat, pero «desde el núcleo impulsor de Junts se quita hierro a la falta de acuerdo, porque auguran que la mayoría del partido terminará dando el paso al margen de lo que diga la dirección, pero no deberán asumir la herencia de unas siglas con pasado convergente». Al final, intentarán hacernos creer que nadie había sido convergente ni ferviente pujolista.