Vicent Partal ha leído el libro de Carles Puigdemont, Me explico —De la investidura al exilio, que hoy sale a la venta, y se muestra muy emocionado en sus notas de lectura:
«Durante los años de gobierno del presidente Puigdemont se cometieron errores, que él es el primero en reconocer, pero también muchos aciertos. Y leyendo el libro, la sensación que se dio un salto adelante enorme, incomparable, que no parece que pueda tener marcha atrás, resulta muy reforzada. El comportamiento falso e indecente, absolutamente antidemocrático, de los políticos españoles queda documentado hasta extremos imposibles de rebatir. La miseria moral del poder fáctico catalán —podríamos llamarlo así—, también. La atención que Europa pone en el proceso se ve más de lo que se había visto nunca. Hay políticos independentistas que no quedan nada bien parados, de todos los partidos, y hay episodios donde el presidente Puigdemont mismo no queda nada bien.»
Partal ve en el libro «la credibilidad del movimiento» y «factible la posibilidad final de una victoria sobre España», gracias entre otras cosas a «la tenacidad y la visión de Puigdemont», a «su decisión de ir a por todas» y a «su voluntad de no rendirse ante las amenazas».
Y, en definitiva, «proyecta luces sobre el futuro del país y ayuda a clarificar en qué se diferencian, legítimamente, los dos grandes proyectos que el independentismo tiene hoy delante».
Otros que lo han leído, con menos apasionamiento, son Cristian Campos en el Español, que cita los pasajes más relevantes a su parecer, y David Brunat en el Confidencial, para quien Puigdemont se dibuja como Braveheart en sus memorias y tacha a Junqueras de traidor.
En uno de los pasajes que cita, el primero entiende que, en fecha 11 de octubre de 2017, «Puigdemont tiene claro que el delito que han cometido es el de rebelión». El presidente afirma: «Probablemente aplicarán el 155, aunque no lo necesitan. Con respecto a mí, les basta con la vía judicial. Si quieren acabar con nosotros, lo harán por la vía judicial. Me aplicarán una sanción diaria de treinta mil euros o suspenderán mis funciones acusándome de un delito de rebelión, por el cual puedo pasar quince o veinte años en la cárcel.»
El segundo cree que la «falta de autocrítica y en ocasiones de honestidad (afirma por ejemplo que el 27-O la república fue proclamada, cuando eso nunca ocurrió) es lo que roba a las memorias de Puigdemont gran parte del interés. Puigdemont se presenta (o le presenta su amigo Xevi Xirgo) como un estadista ungido por el peso de la historia, que no dudaría en inmolarse por la libertad y dignidad nacional de Cataluña (…) Por eso el libro, más que unas memorias, parece un vanidoso artefacto electoral. Puigdemont narra multitud de anécdotas y percepciones personales inéditas, pero hay poco jugo que extraer de todas ellas. Ninguna de sus conversaciones, de sus pensamientos, de sus encuentros, sorprende al lector. Todo lo que Puigdemont piensa y hace es encorsetado y previsible. Sus sentimientos son nobles y puros.»