Si quienes apuestan por el 4 de octubre como fecha de las elecciones tienen razón, la legislatura más agitada y corta de los últimos años en Cataluña está a punto de acabar. Y JxCat y ERC finalizan así su alianza desde el Govern y desde el Parlament sin abandonar la línea que han mantenido desde enero de 2018, es decir, con grandes declaraciones que no se transformarán en hechos o, como se suele decir, brindis al sol.
Buena prueba de ello se ha visto este martes en la Cámara autonómica, donde los diputados separatistas, con el apoyo de los comunes, han aprobado las conclusiones de la llamada comisión del 155. Una comisión que ha analizado, desde el punto de vista del independentismo, lo que significó la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno central y como colofón al otoño caliente de 2017. Entre estas conclusiones destacan dos: la reprobación del socialista Pedro Sánchez y la exigencia de abdicación de Felipe VI.
La doble postura de ERC
La reprobación de Sánchez, propuesta por ERC, demuestra la difícil situación en la que se encuentra el partido liderado por Oriol Junqueras. En Cataluña y ante el separatismo debe mostrar rechazo al presidente del Gobierno, que en el otoño de 2017 lideraba la oposición en el Congreso y que no dudó en ponerse al lado del Ejecutivo para frenar, con la Constitución en la mano, la intentona golpista de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Pero, en Madrid, ERC busca desesperadamente mantenerse como socio preferente de los socialistas y de Unidas Podemos. Y, así, lleva al Parlament la reprobación del presidente y, a la vez, se presenta ya en la capital como partido imprescindible para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, con permiso de Inés Arrimadas y Ciudadanos.
El segundo brindis al sol es la exigencia de abdicación de Felipe VI. Algo que obedece a la intervención del monarca el 3 de octubre de 2017, en un discurso para todo el país en el que dejó claro que Cataluña no se independizaría y el apoyo de la Casa Real a todos los catalanes que deseaban seguir siendo españoles. Algo que el separatismo no le perdona, tal y como quedó claro este lunes en Poblet, durante la visita del monarca y la Reina Letizia. Una visita en la que, curiosamente, fueron recibidos por la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valls, Núria Gabarró, de ERC.
El cuento de la lechera, finalmente, es el que hacen el presidente Quim Torra (JxCat) y el vicepresidente Pere Aragonés (ERC) a la hora de explicar cómo se financiará el llamado Plan de Reactivación Económica y Protección Social de Cataluña tras la pandemia del COVID-19. Un proyecto para el que el Ejecutivo catalán necesita más de 31.000 millones de euros. Y, a la hora de explicar de dónde procederá ese dinero, la respuesta es, cuando menos, sorprendente: la mayor parte del mismo debe llegar a Cataluña del dinero que el Govern cree que le corresponde de los fondos europeos que recibirá España en forma de ayuda. No hay ninguna negociación ni acuerdo al respecto con el Gobierno de Sánchez pero, si no logran el presupuesto para poner en marcha el plan, tendrán cubierto el cupo de victimismo habitual con respecto a Madrid y frente al electorado separatista.