La lucha contra la pandemia se empieza a parecer al juego de la oca. Si haces algo mal, retrocedes y puedes volver a la casilla de salida. Dice Jordi Juan, el director de La Vanguardia Grave paso atrás, que, «aunque a los responsables públicos catalanes no les gusta usar el léxico que utiliza el Gobierno central, la realidad es que parte de Lleida y Barcelona han vuelto a la fase 2 y esto va a traer consecuencias graves para todos. Consecuencias sanitarias, psicológicas y, no lo olvidemos, económicas.»
Algo se ha hecho mal, y los errores cometidos no se pueden achacar a ningún enemigo exerior: «Lo que ha sucedido con los rastreadores es un buen ejemplo. Cuando se empezaron a disparar los rebrotes, se dijo que el número de personal dedicado a esta tarea era el adecuado, rechazándose incluso la propuesta de otras administraciones que ofrecían refuerzos. Luego se culpó a la informática y, finalmente, se ha acabado por admitir el error y ayer se anunció la incorporación de 500 gestores Covid (ahora ya no se llaman rastreadores) para perseguir el virus.»
El espectáculo de improvisaciones y contradicciones en Cataluña es insotenible. La población necesita ver al frente de la salud pública a alguien que inspire confianza.