Enric Juliana, en un comentario centrado en el funeral laico de Estado por los muertos en la pandemia Patio cuadrado, acto redondo, finaliza con esta fría constatación sobre el momento histórico: «Nunca se habían acumulado tantas crisis en un solo instante. Una crisis sanitaria, de la que aún desconocemos la salida. Crisis económica, que irá en aumento en los próximos meses. Riesgo de crisis en la gobernanza europea, si el Consejo Europeo se bloquea en la discusión sobre los planes de recuperación. Grave crisis de reputación de la monarquía. Crisis de reputación de los partidos políticos. La densa crisis de Cataluña, ahora sazonada por dos acontecimientos de muy distinto signo: los evidentes fallos de la Generalitat en la gestión de la epidemia y las informaciones sobre el espionaje con dispositivos de alta tecnología a dirigentes independentistas. ¿Falta alguna crisis más en España? Solo falta un terremoto. Crucemos los dedos. Y, sin embargo, el país resiste. Lo sostienen la malla europea y los españoles educados en democracia, que ya son mayoría.»
Cabría añadir que, aunque a veces tenga fallos la democracia —no dejará de tenerlos: es el menos malo de los sistemas—, la educación en democracia no debería fallar nunca.