Entrevista a Nina León, «Puta Poeta» y feminista

La escritora argentina cuenta cómo la literatura erótica rompió sus prejuicios y tabúes sexuales hasta el punto de convertirse en prostituta

Nina León Autor: Muluk fotografía

Hay entrevistas difíciles de escribir, historias para las que no es fácil encontrar una primera frase que rompa el hielo. El texto se empieza a enquistar a la altura del primer párrafo y, tras varias idas y venidas a tomar el aire:

¡Qué carajo! Su nombre es Natalia Canteros, aunque como personaje público se le conoce como Nina León. Nació hace 32 años en Formosa (Argentina) y es puta, poeta, madre y militante feminista en AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas).

Acercamiento al trabajo sexual

Nina es periodista y aunque nunca pudo vivir de ello, sus inquietudes comunicativas siempre estuvieron interesadas en el mundo del trabajo sexual. Cuenta que pensó en sumarse a militar con ellas y «ahí comencé a interiorizarme para ejercerlo, porque también necesitaba una salida laboral que completara el trabajo actual que tenía en una oficina, como administrativa, donde no tenía ni posibilidades de ascenso ni de ganar mayor remuneración de la que ganaba».

A través de una amiga, se puso en contacto con varias trabajadoras sexuales que no dudaron en acogerla y compartir con ella los claroscuros del mundo de la prostitución. De repente se produjo una revolución en mí, cuenta. «Empecé a sentirme cómoda y liberada entre ellas». Estaba contrariada. Yo, que había crecido en una sociedad misógina, machista y patriarcal donde el tema de la sexualidad era un tabú, ahora cada vez me sentía más identificada con ellas.

Manifestación de prostitutas feministas Fuente: Revista Furias

Para empezar, «desconocía por completo mi propia sexualidad«, pero además, estaba «cargada de prejuicios» que no me permitían, ni siquiera, hablar con normalidad de mi propio sexo. Sin embargo, Nina encontró una vía de escape para canalizar todo lo que sentía. Con la única compañía de un lápiz y un papel, a solas, cuenta que se dejaba llevar y comenzaba a escribir todo lo que sentía, lo que le provocaba deseo, las fantasías. Todo fluía sin ningún tipo de vergüenza. Estaba empezando a establecer un doble idilio (sexo y literatura). Empezó a conocer su sexo y su cuerpo a través de los textos.

Descubrimientos que le descolocan

«¿Qué mierda es esta?, pensé al principio. Me daba pudor pensar que de mi cuerpo hubiera nacido un poema erótico.

Esos encuentros literarios consigo misma la transportaban a un lugar de liberación, de autoconocimiento. Paralelamente, «necesitaba dinero para invertir, en caso de querer trabajar en otras cosas autogestivas desde mi propia casa, que solo tenía deudas. Y, en ese momento, fue cuando también empecé a pensar en el trabajo sexual como alternativa».

Nina León Autor: Jant

Al principio fue muy duro, reconoce. «Tardé seis meses en contar a qué me estaba dedicando. Hay mentes, hay familias, que no están preparadas para recibir ese mensaje. «Hola buenos días, me llamo Nina y soy puta«, sonríe. También es cierto, cuenta, que desde el principio tuvo el apoyo de sus compañeras, que ya habían pasado por ese proceso y la habían avisado de qué se iba a encontrar.

Muchas de ellas habían llegado a estar hasta 20 años llevando una doble vida, ocultando a todo el mundo que son putas, se sincera. «Es una pesadilla vivir una doble vida solo por decidir ejercer el trabajo sexual».

«Lo primero que hice fue interiorizarme respecto al trabajo sexual en Internet, porque no quería tener que pasar por todos los atropellos policiales por los que pasan mis compañeras en la calle.» Nina empezó a mostrar su imagen en internet, sin mostrar su rostro.

Empoderada en la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales

Nina cuenta como empezó a sentirse cada vez más decidida a luchar, junto a sus compañeras, por los derechos del colectivo. «Poco a poco, el estar organizada con mis compañeras, luchando por el reconocimiento de nuestros derechos laborales y por quitarle el estigma social con el cual tenemos que lidiar».

Nina León

La feminista

Quizás esta fusión puta/feminista, es la que más puede llegar a extrañar, ya que, dentro del feminismo existe una gran pared que separa a quienes defienden los derechos de las trabajadoras sexuales de quienes, simplemente, exigen su desaparición, por considerarlas el mayor exponente de la infravaloración de la mujer respecto al hombre.

«A todas esas feministas que aseguran que mis clientes son machistas les diría que, muchos y muchas, son los que luego vuelven a casa para dormir con ellas o ellos».

«Lo que importa es la lucha por los derechos de la mujer«, sostiene. Es por ese motivo, que no se entiende cómo una parte del feminismo, puede llevar la contradicción instalada en su mensaje hasta el extremo. Si defienden «mi cuerpo es mi decisión, lo mismo debe regir para las trabajadoras sexuales. Tú puedes abortar y yo no puedo poner a disposición mi capital erótico a cambio de una retribución económica»

Autora; Alexandra Sánchez

«La obsesión de una parte del feminismo más radical es invisibilizarnos y, la mejor forma de hacerlo es sacando a la palestra la trata de personas. Y esto no puede ser. Yo estoy en contra de la trata pero aquí, en una gran empresa o en el campo».

Aún así, Nina tiene claro que no hay que romantizar la prositución, de la misma forma que no se debe romantizar ningún trabajo, ya que todos tienen sus pro y sus contras. «Así como existen situaciones poco agradables en otros, el trabajo sexual no es la excepción».

El abolicionismo se empeña en imponer un discurso sobre nuestro trabajo donde un tipo, por dos mangos, puede venir a violentarte y eso no es así. Porque, primero, son personas de todos los géneros las que acceden a nuestros servicios. Segundo, el trabajo sexual no es solo genital.Tercero, hombres que lleguen y tengan actitudes machistas, las hay en todos los rubros, no solo se trata de nuestros clientes».

Sin embargo, también ofrecemos la posibilidad de tener placer a muchas personas que no se encuentran dentro de los cánones de belleza hegemónicos en la sociedad. También de personas con graves problemas de socialización o, incluso, con diversidades funcionales, que no ven la oportunidad de tener relaciones o, simplemente aquellos o aquellas que, por libre decisión, no quieren tener una relación con nadie y buscan aliviar sus necesidades físicas sin más.

«Condenarnos a desaparecer es inviable, pero dejarnos en la clandestinidad solo os pone en peligro, sobre todo, con la policía».

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