El nuevo libro del economista y académico del Cato Institute, Lorenzo Bernaldo de Quirós (Ávila, 1959), En defensa del pluralismo liberal (Deusto), viene avalado por los elogios de Mario Vargas Llosa, que ha dicho de él que es la «mejor refutación del intervencionismo, el estatismo y los nacionalismos». No en vano, en esta entrevista con El Liberal Quirós vindica un orden social basado en la «racionalidad y el pluralismo» y en el que «los gobiernos no pretendan imponer a nadie los ideales en los que ha de creer».
En el libro, sostiene que la democracia liberal corre peligro. ¿Cuáles son sus principales amenazas?
La sociedad abierta y sus dos expresiones institucionales, la democracia liberal y el capitalismo se enfrentan a la amenaza de la izquierda identitaria y de la derecha populista. Ambas pretenden imponer a los individuos su peculiar concepto de la vida buena rechazando el pluralismo intrínseco a las personas y ambas son colectivistas; clasifican a los ciudadanos por su pertenencia a un determinado grupo, quebrando el principio de igual libertad ante la ley. Son la cara y la cruz de la misma moneda antiindividualista y anticapitalista.
Frente a tales peligros, reivindica levantar la bandera de una tercera España. ¿En qué consiste ésta?
La Tercera España no es el centrismo, sino una concepción de aquel orden político, social, cultural y económico basado en la racionalidad, en el pluralismo, en la tolerancia, en una sociedad en la que todos los individuos puedan vivir como deseen, expresar sus ideas sin temor a la represalia, en la que la moral pertenece a la vida íntima de las personas y en la que los gobiernos no pretenden imponer a nadie los ideales en los que ha de creer. Esta España creativa y abierta está en peligro y es básico afirmarlo antes de que sea tarde.
«En una ‘guerra civil fría’, la sociedad se divide en dos posiciones antagónicas que convierten la política en una dialéctica amigo-enemigo que conduce a la polarización y al radicalismo. Esa es la situación existente hoy en este país»
Lorenzo Bernaldo de Quirós
Considera que el ecologismo o el feminismo radical son «religiones posmodernas» ¿Por qué?
El ecologismo y el feminismo radical no propugnan ni el respeto al medio ambiente ni la igualdad ante la ley. Son sectas que apelan a los instintos más bajos del ser humano, el miedo y el resentimiento, para recrear una estructura neotribal y premoderna. Sus dogmas se aceptan o se rechazan, pero no se someten nunca al escrutinio de la razón y de la evidencia. Los clérigos de estas religiones posmodernas, como los de las antiguas, persiguen a los disidentes de la fe.
¿Y a qué se refiere cuando denuncia que vivimos inmersos en una «guerra civil fría»?
Una guerra civil fría es ese escenario en la cual la sociedad se divide o es dividida de manera artificial en dos posiciones antagónicas que convierten la política en una dialéctica amigo-enemigo que conduce a la polarización y al radicalismo. El debate público y las contiendas electorales se convierte en una cuestión existencial. Esto desencadena un conflicto permanente que se traduce en una paz imposible que pone el riesgo la convivencia y la estabilidad, pero no termina en una lucha armada. Esta es la situación existente hoy en este país, en el que ha salido de su tumba el fantasma de las dos Españas.
«Las alzas impositivas en una recesión sólo conducen a agudizarla y a prolongarla. Esto es tan cierto como la ley de la gravedad»
Lorenzo Bernaldo de Quirós
El Gobierno subirá los impuestos a las grandes corporaciones y a las rentas altas. ¿Acierta?
En España no hay margen para subir impuestos. El concepto de ricos es arbitrario y elástico. Se amplía o se reduce según la conveniencia de los políticos de turno. Incrementar la imposición sobre las rentas altas no tiene efecto recaudatorio alguno; es pura demagogia para alimentar la envidia igualitaria. Por su parte, las grandes corporaciones están sometidas a unos tipos efectivos medios y marginales de fiscalidad que son los más altos de la UE. Esto supone un gravamen sobre la inversión, el empleo, la competitividad y el crecimiento de la economía. Si esto es siempre así, las alzas impositivas en una recesión sólo conducen a agudizarla y a prolongarla. Esto es tan cierto como la ley de la gravedad.
El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, ha pedido «naturalizar la crítica y el insulto» a los periodistas críticos con el poder. ¿Es una reclamación razonable?
El Sr. Iglesias no cree en la democracia y, por tanto, considera inaceptable la crítica a un Gobierno, por supuesto, de izquierdas y con su partido dentro de él. Sus tics totalitarios son constantes y hace exhibición de ellos con una impudicia obscena. Para él, la libertad de expresión es una pura entelequia formal que sirve a la clase explotadora para mantener su poder. Por tanto, hay que destruirla y, si esto no es posible, maniatarla o comprarla.
«Pablo Iglesias no cree en la democracia y, por tanto, considera inaceptable la crítica a un gobierno, por supuesto, de izquierdas y con su partido dentro de él»
Lorenzo Bernaldo de Quirós
Después de que 150 intelectuales firmaran en Estados Unidos un manifiesto a favor del derecho a discrepar, se han alzado voces que consideran que sus firmantes solo desean permitir la libertad de ser «racistas, misóginos o tránsfobos» sin consecuencias». ¿Tienen fundamento esas críticas?
Las ideas no delinquen. Lo hacen los actos. Cualquier individuo tiene derecho a expresar sus opiniones, por repugnantes que éstas sean, resulten a otros o choquen con los criterios sostenidos por la mayoría, siempre y cuando no recurra a la coacción o a la violencia para imponerlas. Cuando el Estado se arroga la facultad de decidir qué es lo correcto o lo incorrecto, los verdadero o lo falso etc. la libertad termina por desaparecer. A las ideas no se las combate con el BOE, sino con ideas.
Tras las muerte de George Floyd, muchas de las protestas han terminado con la agresión o destrucción de estatuas consideradas racistas. ¿Qué debemos hacer con los monumentos que no coinciden con la moral contemporánea?
La moral es una cuestión privada. No existe una moral pública, sino millones de concepciones morales individuales, salvo en los regímenes autoritarios y totalitarios. Si destruyésemos monumentos que no se ajustan a los criterios de moralidad contemporánea deberíamos demoler las Pirámides de Egipto, fruto del trabajo de esclavos; el Coliseo, execrable lugar de sangrientos espectáculos etc. Y porqué detenerse en los monumentos. Extendamos la dictadura de la corrección política a la literatura, al arte, al cine a cualquier expresión del intelecto y la creatividad humana. Esta es la nueva e hipócrita inquisición contemporánea.
«Las ideas no delinquen. Lo hacen los actos. Cualquier individuo tiene derecho a expresar sus opiniones, por repugnantes que éstas sean, siempre y cuando no recurra a la coacción o a la violencia para imponerlas»
Lorenzo Bernaldo de Quirós
Volviendo a España, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha defendido que decretar el estado de alarma fue «absolutamente necesario» para combatir la pandemia. ¿Cree que el Gobierno ha sido respetuoso con los derechos fundamentales de los españoles durante esta crisis?
La «absoluta necesidad» del estado de Alarma, cuestión para mi poco relevante, se se ha traducido en un enorme fracaso a la vista de los resultados obtenidos en la variable básica para medir su éxito: la tasa de mortalidad de ciudadanos causada por la Covid. Además, creo que el Gobierno ha abusado de ese instrumento constitucional, aprovechando los poderes de emergencia concedidos por éste, para poner en marcha su agenda política en temas que no tenían nada que ver con la crisis sanitaria. Ha hecho un arte de la mentira y ha utilizado la situación para avanzar en su proyecto de cambio de régimen y de control político y económico de la sociedad. El propio lema para la España post coronavirus, La nueva normalidad, tiene un tufo totalitario.
Ha señalado que uno de los problemas de la juventud actual es su «anemia lectora». Si solo pudiera recomendar un libro a un joven español, ¿cuál sería?
Para no ser sectario no voy a recomendar ningún ensayo político, sino dos novelas. Yo aconsejaría, sin duda alguna, la lectura de Los episodios nacionales de Galdós, quizá la mejor expresión escrita de las esperanzas y frustraciones de aquellos que intentaron construir una España moderna y tolerante. Este conjunto novelístico es muy divertido y en mi opinión el mejor libro de historia de España del siglo XIX, aunque esta afirmación parezca herética. Y, para comprender los riesgos que encaramos, nada mejor que leer 1984, la genial distopia de Orwell en la que se perciben muchos de los elementos, alarmantes, que hoy vemos en la política y en la sociedad española.