Ante la victoria del nacionalismo democrático en las elecciones vascas, Pere Martí rechaza que se haya debido a su pragmatismo y a su renuncia al derecho de autodeterminación, y se apresura a afirmar que el modelo del PNV no es exportable. Sin duda, «el pragmatismo que se atribuyeal PNV» sirve «para desgastar el independentismo en Cataluña», un propósito tan legítimo como lo es intentar relativizarlo.
Por supuesto, «hablamos de dos países diferentes, con niveles de autogobierno diferentes y, sobre todo, con un sistema electoral radicalmente diferente, que muchos que ahora elogian al PNV encontrarían injusto para Cataluña». Tal vez, porque cualquiera considera justo un sistema electoral en la medida en que cree que favorece a los suyos y perjudica a los otros.
Pere Martí nos recuerda que «Cataluña no tiene ley electoral propia, porque los intereses del catalanismo chocan con los del españolismo y no se llega a los dos tercios necesarios para su aprobación». Ya se ha dicho alguna vez, pero conviene recordarlo: el mismo Parlamento que se ve incapaz de aprobar una ley electoral, fue capaz de proclamar la independencia, y sin acercarse siquiera a los dos tercios.
Luego de hablar del concierto económico, afirma que «no se puede pretender ser como el PNV sin tener la soberanía financiera y una ley electoral como la del País Vasco» y que «cualquier intento de presentar el PNV como un modelo a aplicar en Cataluña será una estafa».