Tras La imaginación conservadora, donde revalorizaba la tradición frente al adanismo, el filósofo y pedagogo Gregorio Luri (Azagra, Navarra, 1955) publica ahora «La escuela no es un parque de atracciones» (Ariel), ensayo donde vindica lo que llama «conocimiento poderoso» ante estrategias pedagógicas en boga como la «inteligencia emocional» o las «inteligencias múltiples». Y es que, a juicio de Luri, la escuela debe defender su «nobleza» en lugar de intentar ocultar sus imperfecciones «empeñándose en ser entretenida».
En su libro, defiende que los niños se merecen algo más que una escuela divertida. ¿Nos lo explica?
Los niños, sobre todo los pobres, necesitan una escuela que les ayude a descubrir horizontes que vayan mucho más allá de los que su familia o su barrio les pueden abrir. Necesitan visualizar sus potencialidades más altas, experimentar lo que pueden dar intelectualmente de sí.
¿Y qué es lo que usted denomina el «conocimiento poderoso»?
En primer lugar, un vocabulario que no se reduzca a un kit de subsistencia lingüística. Nuestro lenguaje es nuestra cultura en acto. En segundo lugar, el conocimiento apoyado críticamente por la comunidad científica. En tercer lugar, la razón común que nos permite descubrir verdades eternas —el teorema de Pitágoras, por ejemplo— y compartirlo con los demás.
«Así como la autoridad de los padres es necesaria porque los niños los necesitan para combatir los monstruos que hay debajo de la cama, los alumnos necesitan de la autoridad de los maestros para combatir sus inseguridades»
Gregorio Luri
Denuncia que en la escuela actual hay profesores que animan a confundir autoridad y fascismo. ¿Es necesario restablecer la autoridad del profesor?
Así como la autoridad de los padres es necesaria porque los niños necesitan aliados fuertes para combatir los monstruos que siempre hay debajo de la cama, los alumnos necesitan de la autoridad de los maestros para combatir sus inseguridades, corregir sus errores, tomar conciencia de su ignorancia, etcétera.
También critica que se está educando a los alumnos en el miedo a futuro. ¿Qué se pretende con ello?
No creo, en absoluto, en teorías conspirativas. Ocurre, simplemente, que el progresismo se ha vuelto timorato y el progresismo pedagógico especialmente. Se pretenda lo que se pretenda, lo que se consigue es que los alumnos consideren que es más noble la náusea moral que el apetito.
«Lo que hoy se llama educación emocional es, básicamente, un proyecto —sin duda bienintencionado— de estabulación anímica»
Gregorio Luri
El discurso pedagógico actual otorga mucha relevancia a la llamada inteligencia emocional. ¿Es un acierto?
Toda cultura es un intento de manejar con inteligencia las emociones. Por eso toda cultura dispone de algún principio represor que no puede ser reprimido. Y toda cultura fracasa parcialmente en este intento porque, como bien viera Platón, el hombre bueno es el que se conforma con soñar lo que el malo hace a plena luz. Lo que hoy se llama educación emocional es, básicamente, un proyecto —sin duda bienintencionado— de estabulación anímica.
En su anterior obra, reivindicaba la mentalidad conservadora. Sin embargo, la mayoría de los españoles —un 62%, según el CIS— se considera a sí mismo progresista. ¿A qué lo atribuye?
Sospecho que en nuestras actitudes personales los españoles somos mayoritariamente conservadores, pero nos gusta pensar en sintonía con lo que parece que se lleva.
«Las feministas clásicas querían ser libres porque deseaban asumir riesgos; las posmodernas parecen buscar una libertad sin riesgos»
Gregorio Luri
Según el Gobierno, de la crisis del coronavirus “hemos salido más fuertes”. ¿Es así?
¿Hemos salido?
Una vez señaló que «en alguna de sus formas el feminismo parece una reacción defensiva contra la edad adulta». ¿A qué se refería?
Exactamente a eso. Las feministas clásicas querían ser libres porque deseaban asumir riesgos; las posmodernas parecen buscar una libertad sin riesgos.
«La corrección política es el proyecto de intentar controlar la libertad de pensamiento de la gente poniendo orejeras a su libertad de expresión»
Gregorio Luri
En los últimos tiempos, series incorrectas como Little Britain o películas acusadas de racistas como Lo que el viento se llevó han sido retirados de la parrilla o contextualizadas con vídeos explicativos. ¿Son dichas medidas un avance?
La corrección política es el proyecto de intentar controlar la libertad de pensamiento de la gente poniendo orejeras a su libertad de expresión. Si hay aquí un avance es hacia la hipocresía de un nuevo puritanismo.