El sociólogo canadiense Erving Goffman decía en su teoría de la interacción social que “probablemente, no sea un mero accidente histórico que el significado original de la palabra persona sea máscara«. Goffman veía la vida cotidiana como una gran obra de teatro donde, los individuos, utilizan diferentes máscaras. Una en cada momento. Cada situación requiere la máscara adecuada para que los demás nos vean como nosotros queremos ser vistos. Dicho de otra forma, vivimos en una constante búsqueda de aprobación social.
Fernando Carretero Vega decidió que no iba a vivir preso de una máscara que no le pertenecía, aunque eso pudiese conllevar a una desaprobación social. . Nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), una ciudad que abandonó hace siete años para ir a Barcelona a estudiar periodismo. «Yo era un niño muy friki. Me pasaba las horas jugando al ordenador«. Su vida, recuerda, se limitaba a estudiar, lo cual se le daba bastante bien, y a estar todo el día en casa, prácticamente sin vida social.
«Vine a Barcelona huyendo de Jerez. Necesitaba salir de allí», reconoce Fernando. Para el, la mala situación que se vivía en casa por culpa de las continuas discusiones de sus padres y la enfermedad a la que tuvo que enfrentarse su madre se volvió insostenible. De manera que, gracias a sus buenas notas, pudo conseguir una plaza en la Universidad Autónoma de Barcelona para estudiar periodismo.
En mi casa nunca se apostó por el arte
«Desde siempre me ha llamado la atención la historia del arte y el arte dramático pero en mi casa nunca tuvo cabida esa opción», asiente Fer, quien reconoce que siempre ha sido alguien muy conformista, por lo que nunca luchó por imponer sus objetivos de futuro. Un día, su hermana, que ya vivía en Barcelona, le ofreció un trato. «Tú estudia todo lo que puedas y yo te traigo conmigo». Dicho y hecho. «Me conformaba con irme de allí, así que me dejé los cuernos en bachillerato para tener una buena nota, que me permitió matricularme en periodismo«.
Welcome to Barcelona «la party de la leche«
De ser un «niño asustado» que no salía de su habitación, pasó a vivir la vida nocturna más loca de la Ciudad Condal. «Imagínate, de no salir del pueblo para nada a llegar a Barcelona y conocer la fiesta. Flipé muchísimo». A través de una cuenta de Badoo conoció gente que le enseñó el mundo de la noche pero … a lo grande.
Una noche conoció a un chico pero Fer no se sentía demasiado cómodo. Quería escapar como fuera y, como por arte de magia, «ahí estaban ellas». Cuenta que vio venir a tres travestis a lo lejos «esta es la mía», se dijo y ¿qué hizo? «guapas, guapas y guaaaapas», les gritó, con la intención de pararse a hablar con ellas y el otro se cansase de esperar y le dejase en paz. Así fue su primera toma de contacto con el mundo Drag, ya que, esas chicas tan simpáticas, le invitaron a una fiesta donde viviría un ambiente que ya nunca podría dejar.
«Todos nacemos desnudos y el resto es Drag», Rupaul
Fer lleva esta frase por bandera porque sus prejuicios han hecho que tarde mucho en saber quién es. «Todo maricón ha sufrido bulling alguna vez de pequeño. Eso es así» y, aunque, reconoce que «se la resbala«, es cierto que al final tú mismo cargas con esos prejuicios. Además, «no nos engañemos, dentro del colectivo homosexual hay mucha homofobia«, cuenta Fer, quien se ha sentido rechazado por parte de personas homosexuales por tener mucha pluma.
Pero ser Drag no solo le ha hecho conocerse a sí mismo, sino a personas entrañables a las que considera su familia, que le han tendido la mano en los peores momentos. «Una vez fui a donar sangre y me detectaron una anomalía sanguínea. Yo me hundí. Pensé, madre mía, el VIH». Sin embargo, ahí estuvieron ellos, apoyándome. Eso le hace sentir pena de aquella época en la que le sentía pudor de ir por la calle con travestis por miedo a lo que pudiese pensar la gente.
Por tanto, eso se acabó y ahora poco queda de Fernando Carretero. Les presento a:
Estrella.Xtravaganza
Oscura, marrana, graciosa y fulana. Así es Estrella Xtravaganza, ese producto que nació con mucho sacrificio y horas de dedicación de un joven gaditano de raza que, por encima de todo, ama el arte. Durante meses combinó su trabajo en una empresa de comunicación y marketing digital con el de Drag para ahorrar y poder crearse un buen fondo de armario. «Necesitaba mucha ropa, pelucas y complementos para poder crear un personaje auténtico«. Ha costado mucho pero lo ha conseguido. Vaya si lo ha conseguido. «Actualmente trabajo en Priscilla Café (Barcelona) y Believe Club y soy feliz. Muy feliz. No dejaría mi trabajo por nada de este mundo».
Aviso importante para aquellos que quieran ir a verla en directo: Tómense una biodramina porque Estrella Xtravaganza viene cargada de curvas.