Nuevo artículo del que fue diputado por CiU Josep M. López de Lerma reclamando elecciones en Cataluña, desde el Diari de Girona: ¡Váyase, señor Torra!. El presidente Torra ha dicho recientemente que el Tribunal Supremo no es nadie para echarlo del Palacio; López de Lerma pide «que nos explique cómo un simple organismo de naturaleza administrativa, la Junta Electoral Central, puede desproveerlo del escaño de diputado, como así ha hecho, por desobedecer sus órdenes, y que no puede ser inhabilitado por la Sala del magistrado Marchena y expulsado de Palacio si admitió ante el TSJC que había desobedecido».
Y prosigue, cada vez más desatado: «Mentir a los electores es un acto inmoral falto de ética que, en otras culturas democráticas, conlleva la dimisión automática. Torra tiene una cara que se la pisa (…) Torra se ha convertido en una verdadera losa para el país entero».
Sobre sus antiguos compañeros de JxCat, cree que «han evolucionado hasta convertirse en una olla de grillos y en un grupo de desorientados que sigue a un fantasmagórico líder domiciliado en Waterloo, que está como una puta cabra».
En cuanto a la coyuntura catalana, afirma: «Ni mucho menos somos el motor económico de España, sino el cuarto; la producción económica neta se encuentra en caída libre; el paro, al alza con unas previsiones de tocar el fondo del pozo para octubre; el sector industrial se ha empequeñecido, y se está observando ahora mismo la fragilidad del sector servicios, mientras que lo de que teníamos la mejor sanidad del mundo se ha demostrado que era un simple eslogan».
López de Lerma publicó en 2016 un libro sobre sus vivencias como parlamentario, significativamente titulado Cuando pintábamos algo en Madrid. Si hubiera una continuación, ajustando cuentas a los inspiradores del proceso independentista, podría titularse Cómo llegamos a no pintar nada ni en Cataluña.
Pujol y el Partit Nacionalista de Catalunya
El título es Jordi Pujol bendice el nuevo Partido Nacionalista Catalán de Marta Pascal, pero en el texto de esta noticia publicada por El Triangle se usa el condicional: «Pujol, después de escuchar atentamente a Pascal, habría despedido a la excoordinadora del PDECat con su bendición». O sea que se trata de una simple suposición. Pero así se escriben muchas noticias hoy día.
Si pensamos que será el único partido en liza que no reniega de sus orígenes en el nacionalismo democrático ni de la obra de gobierno del presidente Pujol, no tendría nada de extraño que lo viera con buenos ojos, pero habrá que esperar al congreso fundacional del PNC, que tendrá lugar el último fin de semana de junio, para ver si realmente existe algo parecido a una bendición.
Informa el Periódico que el nuevo PNC se lanza a la arena política enfrentándose al Govern y al unilateralismo; también, que apuesta por «la vía escocesa hacia la independencia (un referéndum pactado con el Estado) y carga contra la vía radical y contra la inacción del Govern de JxCat y ERC en cuanto a la gestión diaria». Pero todo el mundo sabe que el Estado no propiciará un referéndum de independencia, al menos en este siglo, con lo que volvemos a los años 70 cuando quien más quien menos defendía la autodeterminación de Cataluña.
Por el momento, y a falta de ver concretadas sus propuestas políticas, lo más importante de esta nueva formación, que nace para recuperar a los liberales y democristianos desencantados con el desgobierno actual, es su rechazo al proceso independentista, a cuyos dirigentes acusan de «tacticismo» y de «excesiva improvisación» y de haber provocado «un deterioramiento de las instituciones».
Albert Batlle, dispuesto a refundar el centro
Albert Batlle fue director general de los Mossos d’Esquadra y ahora es concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. Aunque integrado en la lista socialista, es miembro de Units per Avançar, pequeño partido democristiano que agrupa a los supervivientes del naufragio de UDC. Entrevistado por La Vanguardia, se muestra dispuesto a liderar un proyecto frente al independentismo: «Es mi reto y el de mi grupo político. Hay un espacio de catalanistas huérfanos. Llevamos demasiados años de voto prestado porque no hay referente del catalanismo».
Es contundente en su rechazo de la independencia: «Es una página pasada y se ha demostrado que no lleva a ninguna parte. Creo en el diálogo y en una amplísima confluencia de obediencia catalana con voluntad de entenderse con España».
Habla de un «proceso integrador» en el que podrían tener un papel Units per Avançar y el Partit Nacionalista de Catalunya; además, Lliures —liberales de CDC que fueron liderados por Antoni Fernández Teixidó— y la Lliga Democràtica —creada para apoyar la candidatura de Manuel Valls—. Ya parece que hay más partidos centristas que en tiempos de la UCD, pero Batlle matiza: «Estamos trabajando en una alternativa de centro catalanista. Defendemos una cosa nueva. No estamos ni por una remasterización de CiU ni por crear la sociovergencia».
A la pregunta de si el objetivo es «impedir que el independentismo gobierne», contesta: «Exacto, hace falta una alternativa a la inacción a la que nos ha llevado el independentismo. Podemos integrar independentistas, pero no es un proyecto para hacer la independencia». Y respecto a los dos millones de votantes independentistas, afirma que «les tenemos que hacer entender que eso no ha conducido a nada. Se les ha hecho creer una idea con un punto de romanticismo que era absolutamente imposible. La ciudadanía se merece una oferta seria para un gobierno de calidad».
Opina que Carles Puigdemont «es un lastre para la política catalana» y que «la capacidad histórica de Esquerra Republicana para equivocarse es infinita». Batlle, al menos, parece un buen polemista.
La escuela ambulante
Por razones sanitarias que están en la mente de todos, el próximo curso hará falta más espacio en los centros educativos por poco que se intente respetar las distancias de seguridad. Eulàlia Bosch, en el diario Ara —El retorn als centres educatius—, tiene una propuesta digamos imaginativa. No está de acuerdo con que los alumnos asistan a clase en días alternos ni con alquilar nuevos aularios, lo que sugiere es «poner a pleno rendimiento los equipamientos culturales y los recursos naturales de que disponemos». Sorprende un poco que en circunstancias normales, es decir antes de la pandemia, todo eso no estuviera ya, si no a pleno rendimiento, al menos a bastante, con lo importante que es la cultura en este país.
Concretando: «Museos, teatros, auditorios, parques naturales, bibliotecas, playas, cines, polideportivos, talleres de todo tipo, espacios de ciencia abiertos al público, bosques y jardines… son las áreas de ampliación que ahora más que nunca el sistema escolar necesita. No sólo nos brindan espacios bien equipados, sino también formas directas de acceso al conocimiento —nada que ver con una nave en desuso equipada deprisa y corriendo—». Pero, si están «bien equipados», lo estarán para cumplir la función que les corresponde, no para servir de escuela. En cuanto a bosques y jardines, suena muy bonito en junio, pero a ver quién se pone a explicar trigonometría a la intemperie una lluviosa mañana de noviembre.
En realidad, lo que está pidiendo es que los días de excursión sean la regla y no la excepción, y de paso reclutar a las «personas que pueden acoger a grupos de estudiantes» en dichos equipamientos culturales e «introducirlos en aquello en lo que son especialistas».
«Estábamos acostumbrados a utilizar libros de texto, hoy ordenadores y tabletas, donde edificios y pinturas, experimentos de todo tipo, el desarrollo de los seres vivos o la poesía épica eran sólo imágenes con pies de foto. Ahora, se abre la posibilidad de ofrecer a los estudiantes obras originales y entretenerse con ellas en los procesos de creación, de observación, de interpretación…». Es que para que alguien llegue a ser artista o investigador no basta con poner al sujeto dentro de un museo o de un laboratorio. Pero soñar es gratis, o lo sería si no se usara dinero público en ello.
¿Acabarán aprovechando las restricciones originadas por la pandemia para emprender exhibiciones de diletantismo y nuevos experimentos pedagógicos? Que nadie se sorprenda de los resultados de los próximos informes Pisa.
La barca encallada del ‘procés’
Andreu Claret apuesta como muchos por dar por terminado el proceso a la independencia —en El Periódico: Poscovid y posprocés—: «Por decirlo en una de estas metáforas marineras que tanto le gustan a Artur Mas, la pandemia del coronavirus encalló la barca del procés y el poscovid no la devolverá al mar. Así será, porque nadie apuesta por que el camino que nos espera, tras doblegar la curva y recuperar las competencias en salud, sea un camino de rosas. Sólo si la era poscovid fuera feliz, al estilo de lo que ocurrió en Europa tras la segunda guerra mundial, podría pensarse en que esta barca, varada durante 98 días, volvería al mar, empujada por vientos que la llevaran a Ítaca. Muchos independentistas viven de este sueño». Como Carles Puigdemont y Quim Torra. Pero, dice Claret, «el España nos mata [no va] a aportar más réditos a la causa del ‘procés’ que el España nos roba».
Su esperanza reside en la sensatez de ERC: «Esquerra se dio cuenta de que el victimismo sólo iba a impactar en quienes ven TV3. Su apoyo, errático pero determinante, a la gestión de Sánchez, le ha situado en otra lógica. La de considerar la pandemia como una calamidad histórica que obliga a recomponer la agenda política». Sin embargo, hay que tener en cuenta que el uso del raciocinio en este partido va por temporadas y que la emotividad es el factor predominante en los ambientes independentistas, incluido el de ERC.
La ANC y sus dificultades económicas
Elisenda Paluzie ha sido reelegida presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) por más del 85% de los votos de los 77 miembros de su secretariado. José Antich, en El Nacional, celebra su incontestable victoria: «Tiene por delante dos años de mandato y dos puntos principales en su programa: una mayor fiscalización de los partidos independentistas y el apoyo electoral tan sólo a aquellas formaciones que apuesten por la vía unilateral para alcanzar la independencia».
La fiscalización será, en todo caso, ideológica; no van a auditar las cuentas de los partidos. Y el sostenimiento de la vía unilateral va en dirección contraria a la opinión de muchos electores, incluso independentistas, que les reclaman recentrarse en la legalidad y no en los distubios, colaborar en la salida de la crisis y no plantear desafíos condenados al fracaso.
En su toma de posesión, Paluzie ha afirmado: «Nos tenemos que preparar para conseguir el 50% + 1 de los votos en las próximas elecciones y terminar lo que empezamos en 2017; es decir, hacer efectiva la independencia de Cataluña». Debería aclarar si en ese «50% + 1» incluye los votos de ERC, ya que últimamente muchos opinan que se está alejando de la unilateralidad, al menos a corto plazo.
La táctica de la agitación callejera prosigue sin enmienda: «Hemos de seguir movilizándonos y prepararnos para un escenario de lucha no violenta. Cuando llegue el momento y se haga efectiva la independencia, habrá defenderla en la calle». Los términos son, como siempre, confusos: la ausencia de armas no es suficiente para calificar una lucha de no violenta; la independencia no puede hacerse efectiva sin el uso de los instrumentos de coerción propios de los estados.
Por otra parte, informa La Vanguardia que en estos momentos la ANC busca cómo financiar la Diada. Parece que hay ciertos problemas económicos, aunque dicen que «la Diada, caiga quien caiga, se acabará organizando».
Ya han escogido el lema y el color de la camiseta, elementos inexcusables del evento. Pero es improbable que dentro de dos meses y medio se pueda organizar algo parecido a lo visto en años anteriores: «El formato será descentralizado. Hay que descartar una única concentración masiva en un punto del territorio. Eso no descarta un acto central ni la búsqueda de una imagen representativa de la acción (…) Se combinará la protesta presencial con la virtual. Pero se irá modelando según la situación sanitaria».