El Ayuntamiento no permitirá que el legendario Museo de San Petersburgo se instale en Barcelona. El proyecto, que se presentó de forma oficial en el año 2016, no cuenta con la aprobación de Ada Colau. La alcaldesa sustenta su negativa en cuatro informes encargados por ella misma y que desde la perspectiva de cultura, movilidad, urbanismo y viabilidad ven desfavorable la instalación del museo ruso en la Ciudad Condal.
La teniente de alcalde de Urbanismo de Barcelona, Janet Sanz, presentó la conclusión de los informes de urbanismo y movilidad el pasado 27 de enero. Sanz, afirmó que «los proyectos tienen que adaptarse a la ciudad, no la ciudad a los proyecto» e hizo referencia, entre otras cuestiones, a la fragilidad del emplazamiento por su cercanía con el mar, las continuas quejas vecinales y la congestión del espacio por su falta de conexión en transporte público, con los grandes nodos de la ciudad.
El teniente de alcalde de Cultura, Joan Subirats, fue quien expuso las negativas de los dos informes que habían evaluado el proyecto desde los puntos de vista cultural y de viabilidad económica. Subirats respaldó la conclusión de los informes, incluso, con una declaración que había hecho el propio presidente del museo «Como reconocía el propio presidente de Hermitage el 1 de diciembre en una entrevista para La Vanguardia, en muchos casos, estas iniciativas no han tenido continuidad por falta de sostenibilidad económica», remarcó el teniente de alcalde, quien insistió en que el Ayuntamiento no está dispuesto a asumir riesgos económicos.
A Colau no le faltan detractores
Los impulsores del proyecto no tardaron en contestar a la negativa de los cuatro informes presentados por el consistorio. A través de un comunicado, se mostraron sorprendidos porque en todo momento han seguido el proceso reglado y de la mano de las administraciones, siendo partícipe el Ayuntamiento, tanto de forma directa como indirecta en el mismo.
También hicieron referencia a la aprobación en el Pleno Municipal de abril de 2018, del planteamiento urbanístico, trabajado durante meses con el Puerto de Barcelona. El beneplácito, en esta ocasión, se respaldaba en un informe de movilidad que daba el visto bueno ya que «la movilidad generada por el Museo Hermitage de Barcelona, será inferior a la movilidad generada por una actividad comercial». Además, concluía el informe, «las diferentes redes de movilidad están debidamente adaptadas para absorber el nuevo flujo de movilidad que generará el cambio de usos».
Barcelona Pel Canvi también alzó la voz ante la negativa de Ada Colau. El grupo de Manuel Valls y Eva Parera calificaron de «nuevo fracaso», la decisión del consistorio. Además, recriminaron a Colau su obstaculización constante al progreso de la ciudad y el aumento de puestos de trabajo que podría haber aportado este proyecto «que cuenta con el apoyo vecinal del Barrio de la Barceloneta, y más de 40 asociaciones culturales representadas por la Plataforma Més Cultura per a Barcelona.
A la agrupación cultural tampoco le tembló el pulso y cargó contra Colau, aunque en esta ocasión, de una forma bastante más creativa. A través de un vídeo que recreaba una conversación en un bar, se ponía sobre la mesa la falta de eficiencia de la alcaldesa que, aseguran, no piensa en la evolución de Barcelona. Muestra de ello, la negativa de la instalación del museo que, según sus promotores, supondría la creación de 400 puestos de trabajo y una inversión privada que rondaría los 50 millones de euros.
«Cultura, cultura de calidad es lo que necesitamos aquí»