La crisis en el Cercle d’Economia salió a la luz pública después de un artículo de Manel Pérez en La Vanguardia, y se ha saldado en 48 horas con un aparente cierre de filas de los ‘críticos’ entre los que se contarían expresidentes como Juan José Bruguera y Antón Costas y la actual Junta presidida por Xavier Faus, escoltado en la vicepresidencia por Jordi Gual presidente de CaixaBank.
Sobre las causas y la relevancia de la crisis se han publicado diversas versiones en los medios. La versión mayoritaria habla de desencuentros debidos a un estilo poco integrador de Faus, que habría dejado de tener en cuenta la opinión de los expresidentes de la entidad. También de tensiones con el Patronato de la Fundación, controlado por los expresidentes y presidido por Antón Costas, que se habrían manifestado al pretender Faus controlar sus cuentas a partir de una petición de rebaja de alquileres con motivo de la pandemia (los locales del Cercle son propiedad de la Fundación). Las críticas incluirían quejas por el traslado de las jornadas anuales desde Sitges a Barcelona, aunque este año finalmente, y con motivo de la pandemia, se redujeron a una versión digital llena de incidencias técnicas que no dejaron en muy buen lugar a los organizadores. También se retraería a la Junta la falta de protagonismo del Cercle en el debate sobre la reconstrucción económica post pandemia a nivel español y catalán. Alguno incluso ha visto la mano del presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, interesado, según esta versión, en debilitar el Cercle para fortalecer su propio Think Tank.
De momento los sables se vuelven a envainar después de unas escaramuzas que han servido para avisar al presidente que su apuesta renovadora tiene sus límites
Como ven, versiones diversas de una crisis que se ha acallado con rapidez, aunque nadie duda que tensiones de ‘haberlas haylas’. A los motivos de enfrentamiento referidos se añadiría, según fuentes consultadas personalmente, un cierto malestar por lo que algunos miembros de la entidad consideran un excesivo alineamiento del presidente y vicepresidente con las posiciones del nuevo PNC de Marta Pascal, que estaría negociando con otras formaciones catalanistas como Units per Avançar y otros pequeños grupos, la formación de una coalición electoral de ‘nacionalistas de centro derecha’ que renunciaría, al menos a corto plazo, a la independencia unilateral. Desde luego tener el apoyo, más o menos explícito, y aunque sea a título meramente personal, del presidente del Cercle y de CaixaBank no es una cuestión menor. Esta apuesta, tras la que algunos ven la sombra de Artur Mas, levantaría las lógicas suspicacias entre los partidos actuales por cuanto su impacto, en unos y otros, si gozase de financiación adecuada, son difíciles de vaticinar.
Como ven, muchas teorías, y una sola realidad: de momento los sables se vuelven a envainar después de unas escaramuzas que han servido para avisar al presidente que su apuesta renovadora tiene sus límites. Habrá que estar atentos a la evolución de los acontecimientos porque todo apunta a que estamos frente a una mera tregua. Y que, como suele ocurrir en estos casos, el próximo movimiento no lo dará la oposición sino la Junta actual.