Alemania ha sido hasta hace unas horas uno de los países europeos -desde luego el mejor con población superior a 40 millones de habitantes- que mejor había afrontado la irrupción del Covid-19. En un artículo hace ya bastantes semanas examiné en este diario por qué la tasa de mortalidad era tan baja en Alemania y en mi último artículo sobre la crisis del coronavirus, El Covid-19 desnuda a la clase política, de Occidente»), mostraba las buenas cifras que exhibía Alemania tanto en muertos sobre el total de casos,4,3%, como en muertos por millón de habitantes, 102. Aunque la primera cifra es mejor que la correspondiente cifra para China,5,6%, la segunda es muchísimo peor al haberse producido en China sólo 3,3 muertos por millón de habitantes. De haberse producido en China un número de muertos por millón de habitantes similar al de Alemania, la crisis habría producido 143.922 fallecidos, cuando la epidemia allí se ha saldado con 4.634 muertes hasta el momento de escribir estas líneas.
Aval al sistema sanitario alemán
La diferencia a favor de Alemania en la primera tasa de mortalidad, muertos sobre número de casos, dice mucho a favor del sistema hospitalario alemán, mientras que la segunda, muertos por millón de habitantes, indica que las drásticas medidas de confinamiento y detección adoptadas en China acotaron con efectividad la propagación de la epidemia y el número de casos totales registrados, e hicieron posible salir con un número de muertos por millón de habitantes tan bajo. Según las últimas cifras disponibles, Alemania con una población de 81,5 millones ha registrado 183.019 casos y 8.594 muertos, mientras que China con una población de 1.411 millones ha registrado 82.999 casos y 4.634 muertos. Alemania más que duplica en casos a China y casi duplica su cifra de muertos, pese a que su población es tan solo 5,8% la del gigante asiático. Alemania, podemos concluir, lo ha hecho bastante bien desde el punto de vista estrictamente sanitario, pero los alemanes podrían haber salido mucho mejor parados de haber adoptado medidas más contundentes para evitar la propagación de la epidemia y acotado el número de casos totales.
Las cifras de España son infinitamente peores que las de Alemania. Con una población de 45,7 millones, se han registrado 285.644 casos y 27.121muertos «oficialmente» atribuidos al coronavirus hasta el 29 de mayo. El porcentaje de muertos sobre casos se dispara a 9,5% y el número de muertos «oficiales» por millón de habitantes alcanza la astronómica cifra de 593. Para igualar las cifras de España, China tendría que haber registrado 8.807.611 casos y haber contabilizado 836.723 muertos, una catástrofe humanitaria que sitúa en perspectiva la gestión realizada por el presidente Sánchez, Illa, su ministro de Sanidad, y, Simón, director del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias. Felizmente para los chinos, ellos no estaban allí para perpetrar semejante desaguisado y en el colmo del cinismo sentirse satisfecho por su gestión de la crisis.
La resurrección de los muertos
En otro artículo titulado «La ardua tarea de los «doblegadores» de curvas», llamaba la atención sobre las anormales cifras de recuperaciones registradas los días 26 de abril (22.019) y 1 de mayo (9.069) que, como muestra el Gráfico 1, produjeron unas igualmente anómalas e inexplicadas reducciones de casos activos, desde 105.149 el 25 de abril a 85.712 el 26 de abril, y desde 81.373 el 30 de abril a 75.705 el 1 de mayo. A Sánchez y a su equipo los ha desnudado el coronavirus, pero su fracaso no les ha restado una pizca de ingenio a la hora de arremangarse para doblegar las curvas a martillazos.
Gráfico 1. Casos activos y nuevos casos
La última y más milagrosa actuación del fabuloso equipo de «doblegadores» ha consistido en reducir, sí han oído bien, el número de Nuevos casos y Nuevos muertos el 25 de mayo. Como el Gráfico 1 y el Gráfico 2 muestran, el número de Nuevos casos el 24 de mayo fue negativo, -372. Por otra parte, el Gráfico 3 indica que España pasó de 28.752 muertos el 24 de mayo a 26.837 muertos el 25 de mayo, lo que supone una reducción de 1.915 del número de fallecidos atribuidos al coronavirus. Si esta reducción de muertos obedece, quiero pensar, a que Illa y su equipo de «desmortificación» han llegado a la conclusión de que 1.915 muertes habían sido previamente atribuidas al Covid-19 sin realizarse la preceptiva prueba en laboratorio, dicha exclusión debería suponer una reducción similar en la cifra de casos. Pues, no, la cifra de nuevos casos, como ya se ha indicado, sólo se redujo en 372. Ante tales desaguisados estadísticos, al que habría que sumar que el Ministerio de Sanidad no ha modificado la cifra de recuperados, 196.258, desde el 15 de mayo, los responsables de la página de worldometers sobre la pandemia del coronavirus optaron por dejar vacías las celdas de «Nuevos casos» y «Nuevos muertos» de España el 25 de mayo, ante la incongruencia que suponía incluir cifras negativas para las dos variables.
Gráfico 2. Nuevos casos en España
Gráfico 3. Nuevos muertos en España
Ni cortos ni perezosos, Sánchez, Illa y Simón lograron sacar a 1.915 muertos del pasivo de su balance de gestión de la crisis en otro día aciago para la Estadística. Pero el asunto no queda ahí. Un día después de reducir en 1.915 la cifra de muertos «oficiales», el informe de 26 de mayo del servicio de Vigilancia de Mortalidad por todas las causas. Momo nos sirve en bandeja una nueva sorpresa: el exceso de muertes estimadas sobre muertes registradas en España entre el 13 de marzo y el 22 de mayo se dispara hasta 43.034 personas, 12.205 fallecidos más que la cifra recogida en el informe del día anterior (30.829).
Mi primer comentario es que no hay razón alguna de peso para que los ciudadanos no podamos conocer con gran precisión y en tiempo real las cifras de muertes observadas, al proceder las cifras de Registros Civiles que están mayoritariamente (93,3%) informatizados. Estamos hablando de una estadística de ciudadanos muertos, no de toneladas de producción de patatas o número de automóviles, y resulta intolerable que en medio de una epidemia las cifras de muertes observadas pasen de 103.879 en el informe del 25 de mayo a 120.851 en el informe del día 26 de mayo: 16.972 muertos más en un día. Tampoco se explica por qué entre ambos días se revisó al alza el número de muertes estimadas, desde 73.050 hasta 77,817, puesto que esas cifras se estiman con un modelo alimentado exclusivamente con datos de años anteriores (2009-2019) que, con toda probabilidad, sobrestiman el número de muertes en 2020, puesto que el confinamiento ha reducido el número de muertes por accidentes laborales y tráfic. A pesar de ello, el exceso de muertes aumentó, como ya se ha indicado, en 12.205 fallecidos el 26 de mayo.
Cuadro 1. Muertes observadas por todas las causas, muertes estimadas y exceso de muertes en España entre 13 de marzo y el 22 de mayo
El Cuadro 1 presenta las nuevas cifras de Muertes observadas (obs N) y Muertes estimadas (est N) y Exceso de muertes (exc N) por todas las causas en España y permite hacernos una idea de la infravaloración de muertes atribuidas oficialmente al coronavirus. Basta con fijarse en que el exceso de muertes hasta el 22 de mayo en sólo dos Comunidades, Madrid, 14.104, y Cataluña, 11.665, asciende a 25.769, sólo 1.068 menos de las 26.837 muertes atribuidas por el Gobierno al coronavirus. El déficit entre muertes observadas y muertes estimadas era 43.034 en el informe del 26 de mayo, un 60,4% superior al de muertos «oficiales». Quizá la intención de Sánchez con estas tretas sea contener las querellas que muchos familiares de los fallecidos van a presentar contra el Estado, no, desde luego, averiguar la verdad.
Aló, aló, ¿Moncloa?
Ya habíamos visto a los tres mosqueteros evitar responder a cualquier pregunta incómoda de los medios en sus interminables ruedas de prensa, y tratar de confundir a la opinión pública con sus torticeras respuestas, sus continuos cambios de criterio y sus días de luto oficial. Todo les parece válido con tal de difuminar sus propias responsabilidades y trasladarlas a la oposición. Lo que todavía no los habíamos visto hacer era resucitar a los muertos. Supongo que los lectores comprenderán ahora por qué Merkel, ante tan extraordinario logro, se decidiera a llamar a Sánchez para pedirle la fórmula mágica. Según fuentes oficiosas, el presidente de notable cum laude le ofreció enviarle a Illa y a Simón para impartir un cursillo acelerado a los expertos alemanes sobre técnicas de doblegamiento de curvas, oferta que al parecer Merkel declinó amablemente.