La entrevista que el empresario y expresidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, concedió anoche a Lo de Évole, en La Sexta, ha suscitado un gran interés, sobre todo por dos motivos. El primero de ellos es que en la conversación -la primera emitida en televisión después de pasar 22 meses en prisión preventiva y posteriormente ser exculpado- Rosell afirmó que su encarcelamiento fue producto de una «conspiración» tras la que podría encontrarse el director general de Mediapro, Jaume Roures. Asimismo, estimó que su posición favorable al procés y una posible catalanofobia pudieron condicionar la investigación. La segunda razón del interés despertado es que declaró que en un hipotético referendo votaría a favor de la secesión pero, a continuación, se marcharía de Cataluña.
En cuanto a que Roures pudiera urdir una conspiración contra él, Rosell recordó que el directivo de Mediapro se jactó en una entrevista en TV3 de que el expresidente del Barçà pasaría «mucho tiempo» entre rejas. «Esto me hace malpensar», confesó Rosell.
Por otra parte, destacó que en la comisión rogatoria que dio pie a su encarcelamiento se pedía, según el entrevistado, un registro en la sede de Mediapro por los sobornos admitidos por una filial en Estados Unidos de la productora de Roures. Finalmente, dicho registro no se llevó a cabo. «Todo esto me extraña y un día quiero saber qué pasó. Dios dirá. Hoy no puedo decir ni sí ni no, pero él siempre estaba cerquita en pasajes alrededor de mi caso», alertó Rosell en referencia a Roures.
Afirma que su independentismo le perjudicó
Del mismo modo, Rosell señaló que el hecho de ser partidario de la secesión y de autorizar a la Vía Catalana de la Diada de 2013 cruzar por el Camp Nou pudieron condicionar la causa judicial abierta contra su persona: «Hoy parece que por el hecho de ser catalán automáticamente pasas a ser un delincuente».
Por lo que respecta a su postura en el proceso separatista, el expresidente del Barcelona razonó que votaría afirmativamente en un referéndum. Sin embargo, si el sí se impusiera en la votación y la secesión se materializase, no dudaría en marcharse de Cataluña. Dichas declaraciones le han valido numerosas críticas, que han considerado que la ambigüedad de su postura perseguía contentar a unos y otros. Sin embargo, tal y como han hecho notar otras voces -véase el artículo Sandro Rosell y la independencia de Cataluña publicado en este mismo diario-, la actitud de Rosell es bastante común en las élites empresariales catalanas: no renuncian a la secesión por motivos sentimentales pero racionalmente son conscientes de que ésta acarrearía consecuencias nefastas.