A trabajar, hasta los presos
Desde la comodidad que da opinar desde el exilio y lejos de las responsabilidades de gobierno, el lunes 13 de abril, el Consell per la República ha querido «constatar la enorme irresponsabilidad de poner fin al confinamiento total, sin ninguna base científica para hacerlo. Denunciamos que un gobierno supuestamente de izquierdas, como el gobierno español, prima la economía por encima de la salud. A los trabajadores y empresas del país se les hace escoger entre poner en riesgo el trabajo, sus ingresos, o poner en riesgo su salud».
Ese mismo día el presidente Torra afirma en un tweet: «Contra la opinión de toda la comunidad médica y científica catalana, mañana trabajadores no esenciales tendrán que ir a trabajar. Es un error. Pero ahora sólo tenemos un objetivo: protegerlos y ningún centro de trabajo debe abrir mañana si no cumple las medidas de prevención y seguridad». Esto último nadie se lo va a discutir. No ahora por el virus, nunca.
Contra la tendencia restrictiva que aquí se manifiesta, este miércoles 15 Jordi Cuixart, Josep Rull i Jordi Turull salen de la cárcel para ir a trabajar. Informa también Vilaweb que Joaquim Forn lo hará próximamente, que Oriol Junqueras no podrá hacerlo porque su universidad está cerrada, y que sólo Raül Romeva ha preferido mantener el confinamiento. Por coherencia, Torra y Puigdemont deberían condenarlos por irresponsables.
A propósito de presos, con un cierto tono tremendista, la Directa destaca que crece la tensión en la cárcel de Quatre Camins por el aumento de positivos de covid-19: «A pesar de la situación de emergencia y desesperación de las personas presas y sus familias, los departamentos de Justicia y de Salud descartan, de momento, el traslado masivo de personas presas al hospital penitenciario de Terrassa (UHPT) -que es el equipamiento sanitario destinado a las personas presas de toda Cataluña-, ni a la nueva unidad para presos con síntomas leves de covid-19, habilitada desde el pasado jueves en la segunda planta de la enfermería de Brians 2″.
Podemos se ha vendido
El independentismo parece decidido a ahondar en las contradicciones de Podemos. El director del Punt-Avui, Xevi Xirgu, señalaba el día 14 el papelón que están haciendo en su coalición con los socialistas: «Como se entiende que el presidente del grupo parlamentario de Podemos en el Congreso, Jaume Asens, haga un tweet diciendo que «el confinamiento es el mejor salvavidas» el mismo día que Sánchez defiende que hay que ir a trabajar.»
El mismo día, Pere Martí en Vilaweb, comentando la aparente falta de problemas internos en el Gobierno español, reprocha que «los que tenían que hacer la revolución en las plazas continúan cómodamente sentados en sus poltronas ministeriales». Prosigue afirmando que «el republicanismo español no tiene nadie que le defienda» y que «el único lugar de España donde hay voluntad y mayoría de hacer una república es Cataluña, pero la actuación de los comunes durante la pandemia demuestra que su prioridad es salvar el gobierno de Madrid antes que emprender cualquier aventura republicana». Curiosa vindicación de una España republicana desde una posición política que ve en la secesión no un anhelo para el futuro sino una realidad ya proclamada.
La independencia lo cura todo
El tópico de la temporada lo ha proclamado el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell en el diario Ara: «Si Cataluña hubiera sido independiente lo habríamos hecho mucho mejor.» Sobre la vuelta al trabajo este martes 14 de abril, cree que es precipitada y que el confinamiento tendría que haber durado una semana o dos más; también afirma que «las empresas no tienen suficientes equipos de protección ni tests».
El mismo Canadell, en una entrevista en el canal 3/24 ha afirmado que «estamos en el peor lugar del mundo», puesto que España tiene el «récord en afectados y muertos por millar de habitantes». Y ha comparado el envío de 1.714.000 mascarillas que ha dispuesto el Gobierno con el «A por ellos»: «Es siempre ir a buscar la manera de hacernos daño». Lo dice por la relación que algunos creen ver en esa cifra con el año 1714. Un hipotético daño simbólico que estaría por encima de la utilidad práctica de esas mascarillas comportan.
El sueño revolucionario persiste
Los editoriales de Vicent Partal en Vilaweb son como la mar de Paul Valéry, que siempre recomienza. El del lunes 13 insiste que «el estado espanyol [en minúscula] vive en una situación límite, mucho peor que la de 2017» pero que no es la única: «El independentismo también saldrá tocado de la pandemia y la única oportunidad que tiene, pero que es mucho más grande que la de 2017, es representar la ruptura, no sólo geográfica. Los independentistas no queremos hacer un nuevo estado, sino crearlo para hacer posible, de manera rápida, una nueva sociedad». Se ve una vez más que el proyecto independentista tiene menos que ver con el viejo nacionalismo que con una nueva versión de la idea revolucionaria que acabó concretándose en regímenes despóticos.Abunda una vez más en los reproches al gobierno de la Generalitat: «El «gobierno efectivo» es en realidad un «gobierno impotente», y comparte «muchos de los principales defectos visibles en el gobierno de Madrid«. Reitera que lo de 2017 fue un éxito, aunque insuficiente, y que desde hace tres años el independentismo «está empantanado entre el regreso a lo que fue, a lo que lo convirtió en una máquina potente de transformación social, capaz de hacer el Primero de Octubre, o a la consolidación de las burocracias administrativas y la desconexión de la calle». Por eso «hace falta, en definitiva, el independentismo más revolucionario, porque hay las condiciones más revolucionarias que hemos visto nunca».