Dr. en Ciencias Biológicas (Universidad de Barcelona) y en Farmacología Aplicada (Universidad de Milán), Académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores
Si los esperanzadores resultados de ensayos clínicos actualmente en curso confirman la eficacia de la Cloroquina contra el Coronavirus, tal vez podrá contribuir a combatir la actual pandemia de COVID-19 (SARS-CoV-2) con un nuevo enfoque.
Diferente de la Quinina, cuyo origen es natural, la Cloroquina es un compuesto químico de síntesis, del grupo de las 4-aminoquinolinas, descubierto en junio de 1934 por el científico Johann (Hans) Andersag (1902, Merano, SurTirol -1955 Wuppertal, Alemania), Doctor en química por la Universidad Técnica de Munich (1927), durante sus investigaciones en los laboratorios de la empresa farmacéutica Bayer. Casado con Else Nouvortne, vivieron en Wuppertal-Elberfeld , en la Jaegerhofstrasse 44 , con sus tres hijos Christel, Marianne y Renate
La Cloroquina también es utilizada para tratar pacientes de artritis reumatoide, espondiloartritis, lupus eritomatoso difuso y conectivopatías
La Cloroquina fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial para el tratamiento de la malaria. Hasta hoy, su eficacia terapéutica ha sido reconocida para la prevención y el tratamiento de la malaria (paludismo) y otras infecciones protozoarias como la lambliasis, la amebiasis extraintestinal, el distoma hepático, la leismaniosis y también la paragonimiasis (de parásitos tremátodos del género Paragonimus cuyas larvas infestan ciertos caracoles y cangrejos). Por sus propiedades anti-inflamatorias, la Cloroquina también es utilizada para tratar pacientes de artritis reumatoide, espondiloartritis, lupus eritomatoso difuso y conectivopatías.
En sus distintas aplicaciones, el mecanismo de acción de la Cloroquina es diferente. La comercialización de la Cloroquina fosfato fue oficialmente autorizada en Francia a partir de 1949.
A partir de 1990 fueron descritos también efectos anti-virales, cuyo mecanismo de acción era el de modificar el pH de los órganos intracelulares denominados lisosomas. Por esta propiedad, la Cloroquina fosfato impide la infección de las células por ciertos virus.
Hidroxicloroquina y coronavirus
El mayor defensor del protócolo terapéutico basado en la Cloroquina, es el Profesor Didier Raoult, Director del Hospital Universitario, el IHU «Institut Hospitalo-Universitaire Méditérranée»de Marsella.
A finales del pasado mes de febrero de 2020, el Profesor Raoult publicó un documento vídeo , en el que presenta la cloroquina como una solución terapéutica para combatir el COVID-19 (SARS-CoV-2).
Su orientación se basa en la constatación que los enfermos, cuando comienzan a presentar dificultades respiratorias, o ingresan ya en reanimación, no poseen ya casi virus y frecuentemente ni se consigue cultivarlos. Por ello parece demasiado tarde para tratarlos eficazmente con productos anti-virales.
El Ministro francés de la Sanidad había ya declarado haber intercambiado varias veces con el Profesor Raoult : «el Profesor Didier Raoult me ha informado de sus observaciones y de sus ensayos, que he transmitido a la Dirección General de la Sanidad, la cual las está estudiando Sabemos que existen investigaciones interesantes sobre un efecto in vitro pero los resultados de los ensayos sobre pacientes están todavía por determinar»
Autoriza los hospitales Franceses a poder prescribir Cloroquina para el tratamiento del Coronavirus
En este final de mes de marzo de 2020, si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no promover terapias cuya eficacia e inocuidad no han sido suficientemente probadas en ensayos clínicos respetuosos de los rigurosos criterios de la farmacología clínica, el Ministro francés Solidaridad y de la Salud, Dr. en neurología, Olivier Veran ha tomado una pragmática decisión, publicada en el Journal officiel del 26 de marzo de 2020.
Esta decisión autoriza los hospitales Franceses a poder prescribir Cloroquina para el tratamiento del Coronavirus, si el médico responsable lo juzga útil, sin obligación de esperar los resultados de los ensayos clínicos en curso.
El Decreto del Gobierno de Francia (Journal officiel del 26 de marzo de 2020) precisa:
«La Hidroxicloroquina y la asociación Lopinavir/Ritonavir pueden ser prescritos, suministrados y administrados bajo la responsabilidad de un médico a los pacientes infectados por el Covid-19, en los establecimientos de salud que los prevén, así como para la continuación de su tratamiento si su estado lo permite y cuenta con la autorización del prescriptor inicial en el domicilio».
En el ensayo participan más de 3.200 pacientes con Covid-19 con síntomas graves
Esta condición de fase avanzada de la enfermedad podría ser responsable de un posible fracaso de un vasto ensayo clínico europeo, codificado con el nombre de «Discovery«, que va a estudiar la eficacia de la cloroquina y otros fármacos, ya que prevé principalmente estudiar enfermos graves de COVID-19 (SARS-CoV-2).
El ensayo clínico europeo multicéntrico, denominado «Discovery», es coordinado por el Profesor Yazdan Yazdanpanah, director del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital AP-HP Bichat de París. En el ensayo participan más de 3.200 pacientes con Covid-19 con síntomas graves, de siete países (Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Gran Bretaña, Alemania y España) , de los cuales 800 en Francia.
Este ensayo clínico prevé estudiar varias moléculas que han demostrado una cierta actividad en ensayos «in vitro», en laboratorio, sobre el COVID-19.
En el ensayo clínico «Discovery», los pacientes con COVID-19 estarán repartidos al azar en cinco grupos, cuatro de los cuales recibirán uno de los cuatro tratamientos experimentales, entre ellos uno con hidroxicloroquina y los otros tres con terapias anti-virales, mientras que el quinto grupo recibirá cuidados ya reconocidos, entre los cuales la oxigeno-terapia.
Aunque la Cloroquina viene siendo utilizada en medicina para otras aplicaciones terapéuticas desde hace más de 70 años, la Academia Francesa de Medicina, que ha constituido un grupo de trabajo sobre el COVID-19, y la Academia Francesa de Ciencias, han expresado la posición que «frente a la pandemia de COVID-19, cuya rápida progresión tiene como consecuencia una morbosidad y una mortalidad elevadas, no disponemos hasta hoy de ningún tratamiento médico eficaz para esta infección».
Una de las dificultades de los ensayos clínicos sobre pacientes infectados pero no en estado grave de salud, es la pequeña proporción de pacientes destinados a Agravarse.
Pequeñas concentraciones de Cloroquina fosfato bloquean «in vitro» la penetración del COVID-19 en las células.
Un ensayo clínico multicéntrico realizado en China por los Profesores Jianjun Gao, Zhenxue Tian y Xu Yang, del departamento de Farmacología de la Universidad y del Hospital de Qingdao, en la provincia de Shandong, en el este de China, estudio que fue publicado el 19 de febrero de 2020, muestra que pequeñas concentraciones de Cloroquina fosfato bloquean «in vitro» la penetración del COVID-19 (SARS-CoV-2) en las células.
Sobre esta base, un ensayo clínico llevado a cabo en diez hospitales chinos, en Wuhan, Pekin , Shangai y otras siete localidades, sobre 100 pacientes infectados de COVID-19 con neumonía confirmada, constató la eficacia terapéutica de la Cloroquina administrada durante seis dias a la dosis diaria de 500mg, muy inferior a la dosis tóxica, igual o superior a 2 gramos.
En un ensayo clinico no «randomizado» realizado en el IHU de Marsella por su Director, el ProfesorRaoult , sobre 24 pacientes tratados con una dosis diaria de 600 mg de Hidroxicloroquina sulfato , cuya tolerancia es mejor que la de Cloroquina fosfato, con una eficacia equivalente, asociada esta vez al antibiótico Azitromicina para prevenir eventuales infecciones bacterianas secundarias, el 75 % de estos pacientes habían eliminado el virus (seropositividad negativa) en menos de una semana, comparado con el resultado de solamente el 10% de los pacientes que no habían recibido este tratamiento.
Según los investigadores chinos, un tratamiento diario de 500mg de Cloroquina durante unos diez días debería ser suficiente
Para el Profesor Raoult, el tratamiento con Hidroxicloroquina sulfato permite la curación de la mayoría de enfermos en poco tiempo, eliminando el virus mucho antes del final de su ciclo natural, que es de unos veinte días. Esto permitiría evitar la degradación hasta formas graves de la enfermedad, que necesitan cuidados intensivos, y que se verificarían solamente si el virus persiste por largo tiempo en los pacientes contaminados.
En Gran Bretaña ha sido iniciado un estudio comparativo sobre 1000 pacientes, comparando en doble ciego un grupo tratado Cloroquina fosfato, un grupo tratado con sulfato de Hidroxicloroquina y un grupo placebo. Según los investigadores chinos, un tratamiento diario de 500mg de Cloroquina durante unos diez días debería ser suficiente.
Camino a seguir
Estas ventajas, de ser confirmadas, podrían indicar el camino a seguir, respecto a la búsqueda de una vacuna eficaz cuya disponibilidad no podría ser antes de varios meses.
La Cloroquina es un producto relativamente económico, de fácil fabricación, producido por numerosos laboratorios del mundo y distribuido desde hace decenios bajo los nombres comerciales registrados por distintos grupos farmacéuticos de: Resochin (Cloroquina difosfato), Plaquenil (Hidroxicloroquina sulfato), Axemal, Dolquine, Ilinol y Quensyl , entre otros.
Los «polvos de la condesa» o «polvos de los jesuitas»
Los Incas conocían las propiedades medicinales de la corteza del quino, un árbol reconocido como árbol nacional del Perú y representado por este motivo en su escudo nacional, pero desgraciadamente ya casi desaparecido hoy de la vegetación de este país. La palabra quechua «quina» significa corteza, pero esta corteza de propiedades extraordinarias se conoció con el nombre de «quina-quina» (corteza de cortezas) , dando así origen al nombre Quinina.
Bajo el reinado en España de Felipe IV, en el Virreinato del Perú, la máxima autoridad española es el Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, IV Conde de Chinchón, cuya segunda esposa, la Condesa, es Doña Francisca Enriquez de Rivera.
En verano de 1630, a su llegada a Lima, la Condesa se siente débil, fatigada y con fiebre.
El jesuita, confesor del Virrey, Diego Torres de Vázquez, le habla de la existencia de un producto curativo obtenido a partir de la corteza del quino, utilizado por los indígenas de las culturas precolombinas de Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela.
Fue en 1661, cuando se hace publica la denominada «Medicina de Talbor» que este producto a base de polvos de la corteza de quino queda introducido en terapia
El médico del Virrey, don Juan de la Vega experimenta entre los enfermos del hospital de Lima y al comprobar que los enfermos mejoraban de forma espectacular, decide entonces administrar los polvos de la corteza del quino a la Condesa.
La Condesa experimenta en breve tiempo un completo restablecimiento de su enfermedad y decide proporcionar el tratamiento a todos los enfermos de Lima, que en agradecimiento denominaron al medicamento «los polvos de la condesa».
Cuando los Condes de Chinchón regresaron a España, se trajeron consigo los polvos de la corteza del quino y los administraron con éxito en Alcalá de Henares.
Casi al mismo tiempo comienza a llegar por el puerto de Sevilla la corteza de quino, de la mano de la Orden de los Jesuitas. Por ello, también es conocida como «polvos de los jesuitas».
En los siglos XVII y XVIII, el Rey de España envió varias expediciones a la América andina en busca de los árboles de quino
En 1631 , el primer farmacéutico del Colegio Máximo de San Pablo de Lima, el jesuita italiano Agustino Salumbrino, encarga llevar a Roma los polvos de corteza de quino al procurador ante la corte real y pontificia, el jesuita Alonso Messia Venegas.
En el año 1655 los polvos de corteza de quino fueron introducidos en Inglaterra por el médico de Carlos II de Inglaterra , el doctor Robert Talbor y con este producto curó en secreto al Delfín de Francia Luis XIV, el cual le compró el remedio bajo condición de mantenerlo secreto hasta después de su muerte. Fue en 1661, cuando se hace publica la denominada «Medicina de Talbor» que este producto a base de polvos de la corteza de quino queda introducido en terapia.
Cuando en 1753, el gran biólogo sueco Carl Nilsson Linnaeus (1707-1778) publica su obra «Species Plantarum» (1:172 .1753), dedicó el nombre de este género de plantas Rubiáceas a la Condesa de Chinchón. Las principales especies caracterizadas fueron la quina roja «Cinchona succirubra», la quina amarilla «Cinchona calisaya», la «Cinchona officinalis» y la «Cinchona ledgeriana».
La forma de la Quinina más eficaz en el tratamiento de la malaria fue encontrada en 1737 por el explorador Charles Marie de la Condamine
En los siglos XVII y XVIII, el Rey de España envió varias expediciones a la América andina en busca de los árboles de quino, entre ellas, la organizada por el Rey Carlos III. Al regreso de ella, el botánico y explorador español Hipolito Ruiz publicó en 1792, en Madrid, el tratado de «Quinología» y su compañero de expedición, el botánico español José PAVÓN mereció el reconocimiento de su mérito al atribuirse su nombre a la quina roja, reconocida como oficinal, «Cinchona succirubra Pavon». En tales expediciones fueron acompañados también por el botánico francés Joseph Dombey.
El polvo de corteza de quino contiene, entre otros principios activos, cuatro alcaloides: la Quinina, la Quinidina, la Chinchonina y la Chinchonidina. Estos compuestos tienen tambien otras propiedades: bloquean el ciclo reproductor de los protozoos del género Plasmodium, responsables del paludismo, y presentan también efectos febrífugo, tónico, anti-séptico y anti-arritmico, mientras que otros componentes , los taninos, presentan un efecto astringente.
La forma de la Quinina más eficaz en el tratamiento de la malaria fue encontrada en 1737 por el explorador, naturalista, matemático, geógrafo y militar francés Charles Marie de la Condamine (1701-1774) , después de determinar la especie de quino que contenía más quinina.
En 1944 los químicos americanos Robert Barnes Woodward y William Doering consiguieron sintetizarla
La corteza se secaba primero, se molía en un polvo fino, y después se mezclaba en un líquido, habitualmente vino, para beberlo.
En 1820, la Quinina fue aislada y definitivamente denominada asi por los investigadores franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Bienaime Caventou.
En 1944 los químicos americanos Robert Barnes Woodward y William Doering consiguieron sintetizarla. Desde entonces se han conseguido otras síntesis químicas, pero ninguna de ellas parece poder competir, economicamente, con las tecnicas de obtención de Quinina de origen natural.
La Quinina era el principal compuesto empleado en el tratamiento de la malaria hasta que fue sustituido por otros medicamentos sintéticos más eficaces, como la Quinacrina, la Cloroquina y la Primaquina.
¿Demostrará la Cloroquina ser un arma eficaz para vencer el azote pandémico de COVID-19?