El miedo al futuro se instala entre los pequeños comerciantes ante la amenaza del coronavirus

«Le tengo más miedo a lo económico que a la enfermedad en sí». Quien así habla es Eva Suárez, propietaria de la Pescadería Eva, en Montgat. La amenaza del coronavirus se vive de forma diferente en los pequeños pueblos, donde residentes y comerciantes tienen trato casi a diario y siempre muy cercano. Lo confirma la farmacéutica Montse Martínez, de la Farmacia Cirici, también en esta localidad del Maresme. El Colegio de Farmacéuticos de Barcelona les ha recomendado evitar el contacto directo con los clientes. Algo que «es muy difícil porque esto es un pueblo y la gente viene, te da la mano, te abraza o te da dos besos», explica Martínez.

Grandes colas este martes frente a un supermercado.

Grandes colas este martes frente a un supermercado.
Vozpópuli


Eva Suárez es autónoma. Admite que «algo de miedo» al coronavirus sí tiene. Pero le preocupa mucho más qué sucederá en caso de que se declare una cuarentena que afecte a la zona en la que está ubicada su pescadería. «Es evidente que, si hay una cuarentena, me tendré que quedar en mi casa. Pero, si cierro, ¿cómo me mantengo?», pregunta. En el caso de poder abrir durante unas horas al día, tal y como sucede en la llamada zona naranja de Italia, Suárez no tiene claro qué podría hacer, pues dependería de los proveedores. «Ahora mismo», explica, «por culpa del mal tiempo, hay menos variedad de pescado, pero hay género. Lo que no sé es qué sucedería si acabamos como en Italia». Su esposo regenta otra pescadería en un mercado barcelonés. Asegura que, hasta el momento, «no les han dado ninguna indicación de lo que tienen que hacer» pero no ve difícil poder mantener la distancia de un metro entre clientes que se exige en la zona naranja italiana. 

Sueldos e impuestos

Más pesimista es Adrián Rodríguez, propietario de la carnicería Mandu-K, ubicada también en Montgat. Si tuviera que suspender la actividad durante 15 días, no sabe si después podría mantener abierto el negocio, en el que tiene contratadas a dos personas. «Como autónomo«, cuenta, «estoy más preocupado por el negocio. Si me obligan a cerrar por una cuarentena y, a la vez, tengo que pagar sueldos e impuestos, no sé si después podría mantener abierta la carnicería». Algo que, asegura, le sucedería a otros comerciantes con los que tiene amistad. «Estamos todos en la misma situación», añade.

Tanto Suárez como Martínez notan que, en los últimos días, sí hay más movimiento en las ventas. No es algo «exagerado», explican. Además, ni en un caso ni en el otro han escuchado a sus clientes habituales decir que sea por el coronavirus. «Imagino que compran más productos no perecederos«, explica Eva Suárez. «En el caso de la carne, sí que están pidiendo más género, aunque puede que sea casualidad«, añade el propietario de Mandu-K.

Demasiada información

Las farmacias son otros de los establecimientos a los que se suele acudir con cierta regularidad. En la Farmacia Cirici, también ubicada en Montgat, la farmacéutica Montse Martínez explica que «la gente está muy nerviosa«. «Tenemos mucha información», añade, «pero no sabemos manejarla». Desde el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona les han dado algunas indicaciones sobre cómo actuar estos días. Deben ayudar a que los ciudadanos mantengan la calma, desviar hacia el 061 aquellos casos que puedan ser sospechosos de haber sido contagiados por el coronavirus y evitar el contacto directo con los clientes. Estas directrices, sin embargo, no ayudan a proteger al personal de las farmacias, considera Martínez. «El colegio no ve que estemos en peligro», explica y ella misma considera que es difícil que «lleguemos a estar en la situación en la que está Italia». 

Una mujer con mascarilla en Italia

Una mujer con mascarilla en Italia
Europa Press


Este tipo de establecimientos está obligado a seguir las indicaciones de su colegio profesional, que, a su vez, debe respetar lo que ordene la Consejería de Salud. En caso de cuarentena, deberían adaptarse a esas directrices. En estos momentos, los empleados se protegen lavándose habitualmente las manos y utilizando gel hidroalcohólico fabricado por la misma farmacia. Y es que, como en el caso de las mascarillas, el suministro de este producto no está llevándose a cabo con normalidad. «En el último pedido», explica la farmacéutica, «pedimos 100 botellas y nos enviaron solo 20. Así que hemos optado por fabricarlo nosotros mismos y lo vendemos en botellas de 60 ml». En lo referente a las mascarillas, solo cuentan con un tipo que no protege del contagio. «Hemos pedido mascarillas de las que funcionan pero ya no las sirven«, lamenta.

Martínez tiene claro que, entre esta semana y la que viene, «viviremos el pico» de la epidemia del coronavirus en España. En su opinión, todo lo relacionado con la enfermedad «es novedad» y por ello las autoridades «no acaban de ver cómo actuar». La «incertidumbre» es lo que más le preocupa. Pero, ante esta, considera que lo único que se puede hacer es «ir al día y servir en lo que se pueda».  

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