El PSC planteara en su próximo congreso «flexibilizar» la inmersión lingüística. La propuesta va en la línea del globo sonda del conseller Bargalló hace unos meses. La propuesta sólo aborda, y de forma muy matizada, pues deja el tema en manos de los profesores, uno de los problemas de la inmersión lingüística, el bajísimo nivel de castellano de los alumnos con lengua materna catalana que viven en ambientes monolingües en catalán. No puede ser de otra manera con dos horas a la semana de lengua castellana. Estos alumnos, salvo que compensen este déficit con actividades extraescolares, entienden el castellano, pero tienen gravísimas dificultades para utilizarlo como lengua de trabajo por sus faltas de ortografía, escasez de léxico etc. Conozco casos de jóvenes que han tenido que estudiar castellano para poder trabajar, por ejemplo, en la redacción de un periódico en lengua castellana.
Nada se dice de «flexibilizar» la inmersión en ambientes castellanohablantes y, menos, de introducir el concepto de lengua materna, tan querido, con razón, por los catalanes cuando la lengua marginada en la escuela era el catalán. La inmersión lingüística discrimina doblemente a los alumnos que tienen el castellano como lengua materna. Tienen mayor fracaso escolar y son privados de educarse en sus referentes culturales, ahí son esenciales los contenidos de la enseñanza en Cataluña, tema que no cita el PSC, y que van dirigidos a que el alumno sienta el castellano como lengua ajena, no conozca su literatura, su cultura, ni la historia o la geografía del conjunto de España. La lengua es una forma más de fomentar la hispanofobia, el sentimiento de pertenencia exclusivo, clave en la ingeniería social independentista, de la que el PSC ha sido aliado.
Conozco casos de jóvenes que han tenido que estudiar castellano para poder trabajar, por ejemplo, en la redacción de un periódico en lengua castellana.
Si el tema fuera técnico es evidente que su solución sería sencilla. No hay ninguna dificultad en que se aprendan desde la infancia dos lenguas, más si son tan parecidas como el catalán y el castellano. Tiene sentido que haya más catalán entre los castellanohablantes y viceversa, más castellano entre los catalanohablantes. Pero partiendo de la base de reconocer el derecho a ser integrado en el sistema educativo en lengua materna, conviene recordar que no se trata de una lengua extranjera de un grupo de inmigrantes, sino la materna de una parte sustancial de catalanes y la oficial del estado. Además, este es el deseo de la mayoría de catalanes. Si piensan un momento no recordarán que ni el CEO ni el CIS hayan preguntado nunca que es lo que desean los catalanes en materia lingüística en la enseñanza. No interesa. Con «escrachear» a los niños y a los padres que exigen que se cumpla el 25% de materias en castellano tienen suficiente para que no cunda el ejemplo y hablar de que son minoría los que piden una verdadera educación bilingüe.
Ni el CEO ni el CIS han preguntado nunca que es lo que desean los catalanes en materia lingüística en la enseñanza
Pero en 2015 GAD 3 si realizó una encuesta con el siguiente resultado: 33,8 Trilingüe en catalán, castellano e inglés por partes iguales. 28,2% la mitad en castellano y la mitad en catalán. 19,8% la mayor parte en catalán y alguna asignatura en castellano. El 14,4% Todo en catalán. 1,8% la mayor parte en castellano. 1,3% sólo castellano. La misma encuesta, encargada por SCC, señalaba que un 44 % de los catalanes se declara a favor de la independentista, y un 51% en contra, en términos muy parecidos a las encuestas del CEO. Es normal que un padre que no sea un talibán prefiera que su hijo sepa dos o tres lenguas, de verdad, que una sola. Al fin y al cabo, la independencia se ha hecho en la mayoría de casos en la lengua de la «metrópolis». Y muchos líderes han llevado a sus hijos a colegios privados sin inmersión lingüística. El «pueblo «contra más dependiente mejor, la élite ya es otra cosa.
Bien está que se abra el debate, aunque sea por motivos de oportunismo político para tratar de captar el electorado de Ciudadanos. Pero el debate que sea de verdad y completo. No una forma de despistar para hacer ver que se quieren cambiar las políticas para en realidad sólo hacerlo de forma marginal sin abordar las cuestiones fundamentales.