La última encuesta del CEO señala que un 41,9 % de los catalanes se declara independentista. En una primera aproximación es evidente que las personas que se declaran independentistas, con sus altos y bajos coyunturales, ha crecido y mucho desde 1980. Pero hay otras formas de aproximarse a la cuestión.
Concretamente viendo la evolución del voto de los partidos nacionalistas en las elecciones autonómicas desde 1980. No hay mejor encuesta que los resultados electorales. Se puede argumentar que el voto nacionalista no equivale al voto independentista, quizás no al 100%, ahí está el 2,51% obtenido por Unió en 2015, pero sí en un altísimo porcentaje. Los nacionalistas de ayer no se declaraban como independentistas. Pero todo nacionalista acaba reivindicando un estado para su nación. Recordemos el » paciencia, paciencia fins a la independencia» oración habitual en las familias nacionalistas. Al salir de la dictadura el nacionalismo se cubrió bajo el manto del autonomismo, del «peix al cove» , pero con la mirada siempre puesta en la reivindicación independentista. Baste recordar el programa 2000 de Jordi Pujol. Necesitaban primero crear y después fortalecer sus estructuras de poder y esperar la oportunidad. Mas se precipitó en 2012, atemorizado por las reivindicaciones sociales producto de la crisis. Necesitaba una zanahoria y esa fue la mutación independentista que permitió convertir en aparentemente revolucionario a un poder marcadamente conservador desviando así las reivindicaciones sociales y tapando los casos de corrupción.
Para valorar adecuadamente la profundidad o no del cambio político en Cataluña conviene recordar el voto nacionalista en las elecciones autonómicas desde 1980 a 2017 últimas elecciones al Parlamento catalán.
Hasta 2010 la tabla refleja la suma del voto a CIU y ERC. En 2010 se suman los resultados de SI el partido de Laporta y Lopez Tena ( 3,28%)y el del Reagrupament de Carretero ( 1,28%). En 2012 los de SI ( 1,28% ) y la CUP (3,48%). En 2015 y 2017 los de la CUP ( 8,2% y 4,46%) En 2015 Unió obtuvo el 2,51 que no se han contabilizado en el bloque independentista.
Como se ve en la tabla el máximo histórico se dio en 1992, el 54,79%, precisamente el año de las Olimpiadas de Barcelona. Con la transmutación independentista el voto nacionalista se ha estabilizado en torno al 47%. La composición interna del voto nacionalista ha ido cambiando. De la absoluta hegemonía de CIU, que alcanzaba en solitario la mayoría absoluta, o se acercaba mucho, en las décadas de los 80 y 90, a la actual batalla por el liderazgo entre JXCAT y ERC con la aparición de la CUP como arbitro del partido al perder los neoconvergentes y ERC la mayoría absoluta por si solos.
Otra cosa a destacar es la desaparición progresiva del voto diferenciado entre las generales y autonómicas. Antes de la mutación independentista parte significativa de los votantes optaban por un voto dual. PP o PSC en las generales y nacionalista o abstención en las autonómicas. De un voto a partidos nacionalistas de un 33,8% en 1996 se ha pasado a un 39,38% el 28A y, en las últimas elecciones generales ,el voto nacionalista alcanzó el 42%. Un récord histórico en este tipo de elecciones, pero todavía 5 puntos por debajo de las últimas autonómicas. No es casual que esta cifra sea prácticamente igual al 41,9% de independentistas que refleja el último CEO.
En conclusión puede afirmarse que el voto nacionalista-independentista se encuentra estancado y se ha radicalizado . Y que el comportamiento electoral de los catalanes en las elecciones generales y las autonómicas tiende a converger.