Que Quim Torra es un desastre con el que no se puede ir ni a la esquina es una obviedad que comparten hasta sus más políticamente allegados. Con lo que nadie contaba es con que Torra fuera un aliado del constitucionalismo.
En 2017 a raíz de los atentados de Barcelona y Cambrils desde el independentismo se construyo la imagen de que los Mossos «son nuestra policía», una especie de ejercito de 17.000 efectivos al servicio de la neo nata república que estaba al llegar.
La respuesta de Trapero «pues molt bé, pues adiós» a una periodista que se marcho de una rueda de prensa debido a que no quería responder una pregunta en castellano convirtió al mediático exmayor de los Mossos, hoy pendiente de juicio en la Audiencia Nacional, en un icono para la población independentista.
El 1 de octubre de 2018 se abría una brecha entre Torra y los Mossos que en octubre de este año se ha hecho más profunda
La dimisión del moderado exconseller Jané y del director de la Policía Autonómica, Albert Batlle, hoy al frente de la guardia urbana de Barcelona, y su substitución por el duro Quim Forn, reforzó entre la opinión pública la idea de que los Mossos eran un cuerpo parcial y entregado a la causa de la separación.
El 1 y el 3 de octubre del «17 reforzaron esa sensación. El día 1 los Mossos acudían a los colegios y en tono burlón y con complicidad indisimulada con los organizadores de las mesas electorales les informaban de la ilegalidad del votación y les conminaban a desistir. Por la noche de ese mismo día 1 muchos independentistas se concentraron frente a casernas de la policía autonómica profiriendo cánticos como los Segadors mientras los miembros del cuerpo se cuadraban frente a las masas enfervorecidas. La imagen era inquietante.
El momento culminante llego el día 3 de octubre con la convocatoria de una huelga política en la que los Mossos permitieron de forma pasiva la paralización de toda Cataluña y debido a esa pasividad los ciudadanos fuimos rehenes en un clima prerrevolucionario.
En esos días la angustia se impuso la sensación de que efectivamente los Mossos eran «su policía» y que en cualquier momento podía haber un enfrentamiento. La idea de que un cuerpo armado podía responder a órdenes políticas y así actuar contra parte de la población catalana desafecta a las tesis separatistas calo en parte de la población catalana no independentista.
Dos años más tarde la situación ha cambiado de forma radical y Torra es un actor clave para entender dicho cambio. En el primer aniversario del 1 de octubre, en 2018, los Mossos ya se tuvieron que emplear a fondo para que los seguidores de Torra no asaltaran el Parlamento de Cataluña. En aquel momento Torra tomo partido por los asaltantes y dejo a los pies de los caballos a los Mossos. Se abría una brecha entre Torra y los Mossos que en octubre de este año se ha hecho más profunda.
Torra al criminalizar a los Mossos les ha despojado de la mística que les envolvía en 2017 y que les hacía peligrosos al hacer más real y creíble la amenaza de crear un Estado separado de España.
Decenas de Mossos han sufrido lesiones y heridas por la acción de los CDR y otros grupos independentistas violentos. El esfuerzo del CNP y los Mossos para restablecer el orden público ha sido gigantesco y la profesionalidad de los Mossos para frenar la violencia muy encomiable.
Frente a esta labor en defensa de las libertades de todos y el orden público, Torra ha tomado partido. Él apoya a los violentos, sin matices. En el simplificado mundo independista está claro quienes son los buenos y los malos. La reconciliación entre Torra y los Mossos es imposible. La condena del universo separatista a los Mossos, equiparándolos a Jueces, Policía Nacional, Guardia Civil, y otros falsos enemigos creados por el independentismo empequeñece a su mundo. Torra es un gran constitucionalista, ha arrojado a los Mossos en brazos de la ley y la estabilidad institucional.
Torra al criminalizar a los Mossos les ha despojado de la mística que les envolvía en 2017 y que les hacía peligrosos al hacer más real y creíble la amenaza de crear un nuestro Estado separado de España. Los catalanes sufren hoy la agresión al orden público y el desafío al orden constitucional promovido desde la Generalitat pero la falta de objetivos, la falta de liderazgo, el extremismo y el amparo y promoción de la violencia aleja y desconecta a los Mossos del poder político y hace menos creíble y menos peligros el desafío separatista.
Gracias Torra.